26 de febrero de 2020

NADA PERSONAL


Hola, quería no dejar pasar el día sin decir el momento en que nos hemos visto, y te has llenado de concentración en tus quehaceres, y yo he sabido de repente que, ni maravilloso ni catastrófico, tú y yo nos hemos hecho tapones en la boca y desmayos en los gestos y nudos apretados en los ojos y hemos seguido viajando solos como dos pasajeros cobardes supersónicos que languidecen argumentos pasiones excusas melindres. En el aire indiferente de vago olor a fruta que se pudre, la canción vieja que no eres tú, la canción que no soy yo, esa, la que siempre canta que por ahora nunca parece que vaya a ser el momento de saber que para algo va a ser este viaje que nos vaya a salvar por lo menos las distancias. Luego, he seguido solo en mi paseo de tachones tan absurdo, con los oídos pitándome insistiendo mascullando que la culpa de lo tonto de lo tuyo y de lo mío no va a estar escrita ni mucho menos en los libros que estoy leyendo, maldita podridura no me muriera. Y así hasta que más o menos es de noche y tengo calor en la cama, he estirado los pies y en el sitio donde las mantas se aprietan bajo el colchón yo he encontrado un poco de fresco, que me ha dado esa felicidad que cabe en estas circunstancias y que sin duda creo que merezco. Estoy rendido y no he tenido valor para lamentar lo bien mirado que estoy por el puto universo.
Jag.
25_2_2020



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22 de febrero de 2020

EN MIS BRASOS

No sé dónde he dejado mi ansiedad
y estoy empezando a poneerme nervioooso.
Jag.
18_2_2020



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Ejem


Seré breve
hasta el fin.
Jag.
17_2_2020



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VUELVE


El texto yo lo escribía y lo hacía como ahora lo hago, con lo que tenía lo que necesité y buscaba y me encontró por el camino. Lo hacía como ahora lo hago y casi nunca resultaba lo que yo pensé o esperaba que debería haber sido. Yo le puse marrón y le puse esperanza, qué vergüenza, yo le puse sudor candor espada mellada, su poco de esplendor atrevido ojiplático cederrón intentando evitar los lugares de la gente que proclama es que esto es como todo. Confesar en este punto lo tanto que tuve que borrar cuando vi que me salía la estatura del padre imbécil que se arroga el consejo impertinente que nadie le ha pedido. Decir, en fin, que el texto lo escribí y lo hice como ahora lo hago, sin casa y sin nevera, en la flor del perruno rencor del balbuciente agujero oscuro del diente caído desespera. Lo hice, el texto, por inútil por iluminado, por hambre lo hice como ahora lo hago, por unas tetas y por un coño, por salvar al mundo a mi manera, por poner en su momento un botón de volumen a todo eso que de las manos se nos va tan simplemente. Ya ves qué pobre impedimenta he traído a este interminable invierno descarnado. Lo que más curioso me ha resultado es que el texto me enseñó que lo hacía por soltarme, más o menos por ir aprendiendo a pegar los golpes en su sitio, decir la cosa en su momento, dejar la mierda en un estante correcto y volar como los pájaros. Eso yo lo hacía lo intentaba como ahora lo hago en este intento. El caso es que por lejos que escupía todo vuelve a caer en el suelo aguaíllo de jamón de nuevayork rosa en el que de siempre me pregunté para qué venirse a la penumbra engañosa de este puto mundo. Es por lo menos curioso que por mucho que quisiera que quiero escapar ahí estaban tus labios y los suyos, pues por mucho que uno se exprima la sangre de los huevos en despegarse, el texto siempre vuelve. En la risa confundida, en el aliento que vivió tan encerrado. En el amor sencillo por nosotros mismos. En la equivocación que se empeñaba en mantenernos mano a mano. En la leche contenida, en la sombra rota, el texto una vez y otra volvía a ponerme en el sitio de siempre.
Yo lo escribía, el texto, lo hacía como ahora lo hago, y casi nunca se acercaba a lo poco ni a lo mucho que de polla de alma corazón yo le puse, lo hice, como digo, como ahora lo hago, lo escribí y lo lancé al infinito, por ver si me encontraba allí, tan lejos bien solo, y casi nunca fue como yo pensé o esperaba que debería haber sido, porque a la vuelta de la esquina del marrón, de la esperanza, del infinito, el texto siempre vuelve.
Jag.
6_2_2020



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Ética, entonces,


pues algo más allá de la capacidad constructiva/destructiva/esclarecedora del amor elemental, el corazón nunca olvida el lugar donde le dieron porculo.
Jag.
5_2_2020



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ES UNA IDEA


¿Tomas de esos yogures con bífidus activos que te garantizan el éxito y la regularidad al ir al baño?
¿Sí?
Pues así de suelto y suave te deja el pelo nuestro champú.
Jag.
1_2_2020



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La vida se te planta delante con los zapatos embarrados, la voz chillona, impertinente, con canciones desquiciadas que adornan la estupidez, la miseria, la básica injusticia. Es una suerte que todo se esté desgastando desde su momento primero. Es una suerte, y es el único refugio sentir que todo lo que ocurre, no son más que desencadenantes.
Nada es importante. Todo se va encauzando hasta que cada cosa acaba ocupando el lugar que le corresponde.
Jag.
1_2_2020



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DE ESCRIBIR



Cada vez más, la sensación de que no tengo nada que decir.
No obstante, me pongo a ello. Peligrosamente, doy por cierto que todas las demás ocupaciones son estorbos de la normalidad, entretenimientos de lo que quiero hacer, porque
¿y si escribir fuese algo distinto de buscar algo que tienes para decir?
Jag.
27_1_2020



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Tengo con Marie


ordenarme Kondo que. Y
decir lo imprescin.
Jag.
26_1_2020



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La miro despacio,


la piel se le pone
como un charco
lleno de nerviosos
pececillos plateados.
Jag.
24_1_2020



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NO LLORA MAGDALENA


Un giro brusco le diste sin querer a todo esto cuando me trajiste el cuenco de té verde pulverizado a la piedra.
No pude evitar pensar que eres de esas mujeres que se derraman dichosas si es que un hombre les regala un hacha. Y supongo que me abandoné a soñarte mirándote desnuda, callada, en cuclillas, goteando de barro.
Por supuesto que merecías que esforzase el poema, aunque observa lo certeros que estuvimos explorando la infinidad de nuestros matices, tan sólo caminando juntos por la ronda.
Jag.
23_1_2020



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NO QUIERO ACABAR BUCÓLICO


Me despertó un ruido, y me encontré rodeado de maleza. Abierto, tenía encima un libro que no recordaba. Lo arrojé lejos de mi, me puse de pie de un salto y supe que era mediodía. Atravesé unos espesos arbustos, y entre los árboles, mi vista llaneaba sobre minúsculas urbanizaciones y pequeñas acequias. Podría haberme puesto a intentar saber cómo había ido a acabar allí, pero estaba ocupado enteramente en maravillarme por tener todo ese dolor de cabeza para mí solo. El aire estaba limpio y toda esa mierda estúpida que sobre la vida en el campo se le puede ocurrir a un urbanita de profesión liberal barra funcionario. Aburrido y decepcionante y estrecho y miope y conformista y desalmado e ignorante patético orgulloso como un pajarillo que está a punto de morir envenenado bebiendo en una charca de la cantera.
Hablábamos de oportunidades que damos y que recibe la gente. Yo nunca había dudado de que tu drama te ocupa y te hace. Pero en tu entimismamiento se te escapa que todo el mundo tiene su drama propio, que es el que, como a ti, ahora mismo y en todo momento, le ocupa y le hace. Lo he intentado contigo muchas veces, a conciencia, pero no valoras o no sabes dar el paso siguiente. Al final me duele reconocer y verbalizar lo que la peña suelta festiva y tan descarnadamente. Ya tenía comprobado que eres un pobre perro idiota que gira y gira persiguiéndose la cola. Sólo que en tu pobre idiota elección está incluida alguna dentellada a alguien que se te acerca. Como tú, hay personas que no tienen conciencia de lo que puede llegar a construir un encuentro temporal con alguien cualquiera. Personas como tú, con su escuálida y desoladora implicación en lo que hablamos mientras nos encontramos, me hacen pensar, mientras asiento mecánicamente, por qué no estoy ahora mismo leyendo un libro.
Vengo a decir mayormente que estoy harto de tu puta frecuencia vibratoria.
El campo no tiene un fin para alguien que ha nacido en la miseria y vive insatisfecho. Me aburre mortalmente sostener sobre todo tus tontas alegrías. No me llegan, igual que por mucho que te pongas, ni hueles las cosas que a mí me entusiasman. Por eso estoy siempre como adornando mi soledad. Como si no hubiera vuelta de salir al mundo y acabar peleado y rendido con la gente.
En el campo, los silencios del invierno al otoño, tan arruinados porque por dentro no descansan mis ruidos. Me escapo de la gente tan buena y tan normal como tú, y me hago un hogar de paso en mi encierro. Y tantas veces ocurre que hay libros como tú. Con su grosero y vacío engreírse, con su artificio absorbente de impostada emoción que no viene a darme nada, consiguen que me remueva incómodo en la silla, porque echo de menos el viento sin idioma y la luz del sol, tan desprendida. Libros como tú, que hacen que rabie de picor en la cama. Que me lanzan a sufrir por el tiempo en que estoy dándole la espalda a la sencilla, pura y silenciosa luz de las estrellas. Libros como tú, que con su absurda exigencia, a cambio de nada, me están quitando el tiempo y la posibilidad de dormir tan llanamente, y de estar soñando cualquier cosa.
Jag.
21_1_2020



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ESTÍMULOS


Me doy cuenta de que salgo, por descansar, a evadirme un poco de mí, aunque suelo encontrarme con gente que sale a encontrarse consigo misma y atosigarme con su producto. La parte que le pesa y la que le enorgullece, para que yo se las soporte. Cuando transijo, yo me evado de mí, y ellas, ellos, se evaden también de mí.
Salgo a intentar airearme cada cierto tiempo, cuando ya me empieza a quedar borrosa la certeza de que aunque intente darme todo, lo normal es verme malempleado en conversaciones en las que hay de todo menos interés, generosidad, comprensión.
Entonces me sale la risa triste de después de negarme a lo que no quería ver, y me vuelvo a mi encierro, en el que, en realidad, aún en soledad, la mayor parte del tiempo estoy lleno de estímulos.
Jag.
20_1_2020



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REAL


Cuando me pongo
a soñar de verdad,
no eres tú.
Jag.
18_1_2020



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POR LA MAÑANA


Es viernes, recordad
no entregaros
a la escuálida certeza
de que una
de cada cinco cervezas
es un quinto.
Jag.
17_1_2020



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