10 de junio de 2011

QUE EL AMOR NO TE ENCUENTRE DE RODILLAS.

¿Sabes cuánta madera aprovechable y gratuita puedes encontrar en la calle el día que los BcNeta recogen los muebles? Puedes encontrar la que quieras. Si llegas antes que ellos: aglomerado, ocume, listones de todos los grosores, contrachapados y maderas macizas. Es cuestión de SER portátil y pasear esos días y elegir lo que necesitas. Lo que otros han considerado basura, con un poco de limpieza e imaginación, se ha convertido en las estructuras que hacen posible que los mosaicos de esta exposición sean ligeros de transportar y fáciles de almacenar. Se montan y desmontan como los cuadros, con tacos en la pared. Cuando los trabajos tienen unas medidas menos manejables, las imágenes se dividen en módulos independientes que conforman el todo: un puzzle de estructuras de madera recubiertas de cerámica que pueden almacenarse y transportarse en una maleta.

Todo se está moviendo, y nosotros nos movemos con ello. Aunque no queramos. Aunque no lo sepamos. Nadie quiere más gravedad, ni más pesadez. Tampoco más estatismo. Y estaría bien si muchas cosas que nos importan fueran más ligeras, más fáciles de vivir. No es sencillo de conseguir, pero es un esfuerzo que nos dignifica. Lo de hacer la vida más vivible, digo.

Los mosaicos portátiles quieren ser fuertes y ligeros. No quieren ser un problema en esta vida que se está moviendo no sabe hacia dónde. Quieren ser fáciles. Quieren ayudar al movimiento. Si son grandes, se dividen hasta entrar en maletas; si son pequeños, vienen en mochilas. No quieren ser una carga más en nuestro paseo que es vivir; no quieren pesar ni detener la marcha de lo que quiere moverse. Quieren pasear, que a lo mejor así, encuentran algún fin al camino, y no sólo un final. Quieren pasear porque están hechos de paseos.

Los paseos en las noches de los trastos hacen las estructuras de madera, pero ¿sabes cuántas casas se están reformando ahora en las calles de la ciudad vieja? Muchas. Sólo hay que seguir siendo portátil, y seguir paseando tranquilo con tu mochila con libros e ideas, también con tus temores e inseguridades, de acuerdo, pero no la llenes del todo, deja espacio para nuevos tesoros encontrados en la basura.

Se han hecho viejas las paredes de la casa del patrón que empezó de obrero. Se han hecho viejas también las paredes del que nació entre algodón fino. Y con una paciencia más alargada, también se harán viejas las paredes del que sólo heredó trabajo de sus padres. Hay que reformar la casa del que busca a Dios para agradecerle la vida, y hay que reformar la casa del que busca el libro de reclamaciones de Dios. Se mueven las familias, los sentimientos y los apetitos, y habrá que renovar la fontanería, habrá que hacer un nuevo cuarto, ampliar la cocina, cambiar los colores del baño. La electricidad y el descansillo. Pasea tranquilo, que todo se está moviendo contigo. A favor de tu voluntad o a su pesar. Los cascotes de adobe, retorcidas tuberías de plomo, cables viejos, yesos caducos, linóleos, pinturas entristecidas y esplendores derrotados van moviéndose hacia el contenedor de reformas. También las baldosas de cerámica de los suelos y las paredes. Es moverse lento y pasar justo cuando bajan a la calle. Parecían basura, parecía su final, pero no, han encontrado un nuevo fin. Todo se mueve hacia un final, pero por el camino, manteniendo abiertos los ojos del corazón, encontramos muchos fines.

Llené la mochila con un azul celeste en Santa Caterina, un adobe amarillo de los años 40 en Tallers, un estampado rojo y blanco setentero en Poblenou, una filigrana de los años treinta en Santa Anna, y un jaspeado rosa de los 50 en Joaquim Costa. Llené la mochila con salmón sucio del Borne y con cremita de Encants. Los arrancaron de sus casas y nos encontramos en la basura. Los limpié. Los corté con unos alicates. Los inserté en un dibujo y ahora hacemos juntos el camino.

Jose A. González


“QUE EL AMOR NO TE ENCUENTRE DE RODILLAS”
Mosaicos portátiles de Jose A. González.

Tetería Caj Chai, Sant Doménech del Call, 12. Barrio Gótico, Barcelona.
Del 14 de Mayo al 31 de Julio de 2009

EL HAMBRE TAMBIÉN SE COME.



Cuando muchas cosas parecen haber perdido su utilidad y su ubicación en determinados momentos y contextos, y acaban despreciadas, por ejemplo en la basura, una nueva óptica unificadora, con carácter desprejuiciado, dialogante y creativo puede rescatar y reorientar estas cosas “inútiles” y “desubicadas” en un nuevo contexto, en una nueva idea que acepte sus limitaciones y las convierta en base de algo nuevo. No mejor ni peor. Una nueva perspectiva, un nuevo mundo, donde lo que no servía es el principio de una nueva forma de mirar y crecer, de dialogar y vivir.

Pensemos en quienes van quedando en la cuneta o en la basura, igual que podemos, cambiando de óptica, dar un nuevo valor y dignidad a todo aquello que no sirve, y las cosas que eran escombros se transforman en teselas, y maderas viejas en estructuras escultóricas, y ello es posible porque se nos ha ocurrido que podemos hacer una obra artística, y esa obra es un fruto de la imaginación con cualidades redentoras; pensemos en qué contextos podríamos esforzarnos en crear para dar una nueva dignidad y razón de ser, por ejemplo, a ideas desechadas por una perspectiva limitada o malévola o perezosa, una nueva dignidad y razón de ser por ejemplo, a personas que por elección o imposición están fuera de los cauces normales de la producción, de la atención, del amor.



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CÓMO CREAR UNA RED: 100 PÁJAROS VOLANDO.



“Cien Pájaros Volando”. Una obra que se vende en participaciones.

Se trata de un environment de dimensiones adaptables a cada lugar donde se exhibe. Está compuesto por un conjunto de cien piezas independientes de mosaico portátil: cerámicas montadas sobre láminas de madera. Ceñida a unos límites técnicos, materiales y dimensionales, “Cien Pájaros Volando” se concibe como un ejercicio de estilo que presenta, en una obra única, aunque disgregable, cien variaciones sobre un mismo tema.

Se define como un proyecto multi-cliente que se expone en conjunto y que, con sus pequeños formatos individuales, pretende dar facilidades al espectador. Cada diseño está inscrito en un formato A5 apaisado (cuartilla). Son láminas de ocume reciclado y troquelado. Se trabajan en serie y esto, unido a la uniformidad en las dimensiones, permite racionalizar y unificar los precios. La obra se define como multi-cliente porque, a la manera de las grandes corporaciones empresariales (¡) está dividida en cien participaciones que pueden venderse individualmente. Todas distintas en forma y color, pero todas al mismo precio.

El diseño orgánico del conjunto de la obra permite adaptar su montaje a las condiciones y dimensiones específicas de cada sala donde se exponen. El montaje más “formal” es hacer una cuadrícula de 10 x 10 pájaros, que precisaría un muro plano de 150 x 205 cm. Es el montaje más “económico” en cuanto a espacio, pues las piezas se presentan en filas y columnas lineales, como un catálogo o carta de colores. La opción más libre y orgánica es la que se adapta a las condiciones arquitectónicas de cada sala, como una bandada de pájaros que ocupa una esquina, o varias paredes separadas en una misma sala.

Es una obra que adopta modos de las multinacionales, esto es: se vende en acciones, en las que cada participante, con su pequeña aportación, es dueño de una parte del total. Esto, que en el mundo empresarial conlleva una despersonalización en las relaciones, una forma de anonimato, en el caso de “Cien Pájaros Volando” pretende justamente lo contrario. La idea es vender una obra grande (CARA) en cien participaciones asequibles. Además, se busca CREAR UNA RED SOCIO-AFECTIVA alrededor de JagMosaicos. La idea principal que se comunica al cliente es que, con su compra, pasa a formar parte de una comunidad virtual, formada por todos los clientes y simpatizantes de JagMosaicos. Cada pieza está firmada y numerada al dorso. Al entregar cada una de ellas, se toma la dirección de correo electrónico del cliente. Es ese conjunto de direcciones la que conforma y hace efectiva esa comunidad virtual: cada cliente recibirá, a partir de ese momento, vía correo electrónico, información puntual de los sucesivos eventos organizados por el autor.

El mantener los mismos presupuestos técnicos y dimensionales permite que las series puedan entremezclarse entre ellas sin problemas. Cuando se realiza alguna venta, el hueco dejado por el pájaro que vuela puede ser cubierto por cualquier otra pieza de la serie siguiente. Esto permite, además, que, en las sucesivas exhibiciones de “Cien Pájaros Volando”, cada cliente pueda ir ampliando su colección.

UN PROYECTO MULTIAUTOR: EL CURSO DEL DUC.



En 2004 se formó de una manera casi espontánea un grupo de gente que quería aprender a hacer mosaicos.

Formado casi íntegramente por gente con interés pero sin formación artística, los contenidos impartidos incluían conceptos básicos como armonía, contraste y escala cromática, criterios de composición, sketch y boceto, así como el conjunto de técnicas de corte, encaje, pegado y lecheado de las teselas, propio de los mosaicos. El material utilizado (teselas encoladas a láminas de madera) fue casi íntegramente reciclado de la calle.

El grupo era joven, dinámico y cosmopolita. De edades comprendidas entre los veinticortos y los treintailargos, estaba compuesto por trabajadores, viajeros, turistas y estudiantes en año sabático. Procedían de siete países, y sugerí una metodología con un alto componente lúdico. El curso se impartía en el salón de un piso particular en el barrio Gótico de Barcelona, y la distribución de los tempos de las clases se hacía de forma orgánica. El trabajo manual se entrelazaba con brunches y meriendas. Por la noche, cuando ya la clase parecía agotada y el grupo mostraba síntomas de dispersión, hacíamos expediciones de reciclaje entre el Gótico y el Raval, buscando azulejos de colores en los contenedores de reforma, para limpiarlos y romperlos a la mañana. Muy divertido, en suma.

El interés de este segundo proyecto de mosaico está, a mi entender, en que sus límites y condicionamientos, las soluciones que se planteaban para llevarlos a buen fin, sentaron las bases de los mosaicos portátiles.

Para “hacer grupo” (la mayoría de la gente no se conocía entre sí) pensé que sería buena idea plantear un proyecto globalizador, esto es, una obra única hecha por múltiples autores, formando una composición de partes individuales. Se concienciaba al alumno de que trabajaba una parte que el resto de sus compañeros completaba. Al final, se fotografió el conjunto, y cada uno se llevó su aportación como recuerdo. Cada una de estas partes era pequeña, ligera, manejable y fácil de colgar. La idea que vi aprovechable para el futuro era que sumando pequeñas partes manejables se puede componer un trabajo de grandes dimensiones. El poder “disgregar” en partes la pieza final (cada una de estas partes voló a un rincón del mundo) sugiere la idea de facilidad y ligereza en cuanto a montajes y desmontajes, agilidad en el transporte: se pueden hacer, pues, mosaicos para viajeros y espíritus cambiantes.

El carácter lúdico y afectivo que articulaban al grupo y al propio mosaico, condicionó las bases sobre las que se trabajaba, y esto, unido a la temática del trabajo –caminos que se cruzan, formando un circuito sin fin- sugirió la idea de portabilidad, la de una obra única, hecha por un colectivo de autores que la disgregarán en tantas partes como autores, porque cada uno de ellos partirá en una dirección llevándose consigo su aportación. Esta desintegración física toma cierto cuerpo al cierre del curso. Con las señas y teléfonos de cada integrante, se formó una especie de comunidad virtual. Esa era la forma de mantener unido aquel mosaico, mantener cierto espíritu de unidad a través del contacto entre las personas. Ese espíritu de unidad, esa intención de compactar, que funciona como la lechada, que iguala en una pieza (en un mismo lugar y objetivo) los múltiples trozos que se han conseguido en lugares diversos, le ha dado un punto de razón, ha cargado de sentido al por qué hago mosaicos, ha supuesto para mí un verdadero crecimiento personal.

DETALLES CONSTRUCTIVOS Y DE MONTAJE de los mosaicos portátiles.

La peculiaridad de los mosaicos portátiles está en su propio nombre: son fácilmente transportables. Tradicionalmente los mosaicos cubren muros y pavimentos directamente. Esto encarece mucho el proceso, pues obliga al operario a trabajar en la propia ubicación de la obra. Además, una vez realizados, los mosaicos tradicionales pasan a formar parte de los muros, techos o pavimentos que decoran. Con el mosaico portátil, se introduce un matiz para superar esta rigidez: los mosaicos no tienen por qué ser revestimientos que pasan a formar parte inseparable del elemento arquitectónico que cubren. Pueden concebirse como elementos constructivos independientes de fácil montaje/desmontaje. Así, los mosaicos se disponen sobre estructuras de madera que se fijan a las paredes con tacos.
Como se colgaría un relieve escultórico desmontable o cualquier cuadro montado sobre bastidor. Los trabajos de gran superficie se dividen en módulos de dimensiones similares entre ellos, componiendo un mosaico de mosaicos.

Esto permite, en su almacenamiento y transporte, la utilización de embalajes de dimensiones asequibles para el medio de transporte y las posibilidades de espacio del cliente. Esto, unido a la sencillez del sistema de anclaje a los muros (sólo se necesita un taladro, tacos y alcayatas) es lo que permite que pensemos en fáciles montajes, desmontajes, transportes y almacenajes. Un mosaico portátil permite todas las reubicaciones posibles en el caso de redecoraciones, reformas e incluso mudanzas.
Los módulos que componen los mosaicos portátiles, para que sean efectivos, deben combinar resistencia con ligereza. El módulo básico está hecho con una plancha de ocume de un mínimo de 3 mm. de espesor, pero a medida que crecen las dimensiones de estos módulos, la tensión del encolado de las teselas a la madera tiende a combar la superficie, con lo que se perdería exactitud en los contornos y en los enlaces entre módulos. El combado se evita encolando y atornillando por todo el perímetro, en la parte trasera de cada módulo, un bastidor de madera.

Este refuerzo, que contiene el sistema de anclaje a la pared, cumple también una función de protección contra posibles accidentes relacionados con la humedad, manteniendo las teselas alejadas de la pared. Los bastidores reciben doble tratamiento de laca de poliuretano. El grosor de estos bastidores se calcula en función del tamaño global de la obra y las dimensiones particulares de cada módulo, atendiendo a criterios estéticos y necesidades constructivas. La apariencia estética final es la de un relieve escultórico modular.

PARA ESTOS TIEMPOS: POR QUÉ HAGO MOSAICOS PORTÁTILES.



Hay alrededor de los hechos artísticos tal cúmulo de circunstancias transversales, adyacentes, tangenciales, colaterales… tantas circunstancias nada artísticas que están condicionando, caracterizando, potenciando e incluso anulando al propio hecho artístico, que darles la espalda a estos condicionantes es poco menos que actuar de forma irresponsable con respecto al propio hecho artístico.

Ya presentando el primer trabajo de lo que yo quería que fuera una reorientación artística, me daba cuenta de que el concepto de base estaba cargado de limitaciones y lastres. Veía una ley no escrita, una relación directa entre murales mosaicos y pisos en propiedad, parejas estables, trabajos fijos ligados a un único lugar de residencia, decisiones férreas, e incluso vida sedentaria. También, sin saber por qué, lo relacionaba con lentitud, seguridad y peso. En fin, el campo semántico que se me estaba imponiendo en mi pretendido golpe de timón, se me antojaba demasiado limitado. Pensé que, sin negar la posibilidad de satisfacer a este primer campo semántico, digamos, de la estabilidad, que me llevaría a unos tipos de encargo muy concretos, el reto personal y artístico que debía afrontar tenía que diseñarse sobre un panorama que aceptase otras formas de entender la vida.

La gente no siempre toma decisiones férreas con respecto a trabajos, sentimientos y lugares de residencia. Lo inestable a veces es una imposición, la espontaneidad una elección consciente y el movimiento un modo de vida. La gente vive de alquiler, elabora planes vitales siguiendo sus intuiciones, acepta inseguridades y asume los imprevistos; provoca cambios a nivel laboral, sentimental, e incluso en planos filosóficos. Las apetencias van del campo a la ciudad y viceversa. Los apetitos cambian con los vientos y las fases de la luna. Las opciones se multiplican sobre la marcha, pues todo se está moviendo. Y mucha gente que reconoce esto en sus vidas, asumen cierta inestabilidad si la pueden entender como un estímulo, y crean sus contextos vitales en términos de agilidad y ligereza.

El reto pues, era crear un tipo de trabajo que supiese satisfacer también estas últimas opciones de vida. Y es desde estas premisas desde las que hay que valorar los mosaicos portátiles.

¿POR QUÉ HAGO LO QUE HAGO?

Llegué a Barcelona en Mayo de 2003 por una parte, con la necesidad de encontrar y asumir nuevos retos a nivel personal, y por otra, reorientar mi trabajo. De entrada, tenía la suerte de mi parte: ya antes de llegar a mudarme había gente dispuesta a escuchar mis ideas, es más, me conocían de tiempo y ya negociábamos un encargo.

El contexto sobre el que se realizaba este trabajo era el del matrimonio entre una catalana y un marroquí que aún vivía en su país. Querían establecerse en Olesa de Montserrat, y los trámites para legalizar la situación se estaban alargando por espacio de dos, tres años. Parece que los respectivos gobiernos de aquel tiempo no estaban por la labor. Los giros y recovecos de la burocracia estaban poniendo a prueba la paciencia y aún la posibilidad de una unión para la que sólo hubiera bastado el amor. La razón de ser de mi proyecto era el ilustrar y dar aliento y apoyo a ese otro proyecto afectivo que la burocracia se empeñaba en dificultar.

“LAS MANOS DE DIOS”, de 2003, (puedes verlo en http://jagmosaicos.blogspot.com.es/2010/06/las-manos-de-dios-2003.html ) es un mural mosaico de 252 x 444 cm. que quiere dar la idea de un dios mediterráneo pluriconfesional que acoge y bendice la unión. Representa dos manos ornamentadas con un diseño de henna de matrimonio como las que se hacen en las bodas del magreb. Las palmas se muestran de cara al espectador, con los pulgares hacia fuera, escenificando el abrazo con que ese dios sin fronteras acuna la cama de matrimonio.

Fue un proyecto muy pasional. Además de ser mi verdadera ESCUELA DE MOSAICO, donde empecé a cortar, encajar y componer con teselas, además de eso, me encontré con la total implicación de la familia de la futura novia. Todos, de alguna manera, estábamos identificando el buen fin de mi proyecto con el buen fin de las negociaciones entre ambos gobiernos, con la realización de ese matrimonio. Encontré una ayuda inestimable en las labores de producción del material (gestión y transporte), así como en los trabajos de preparación del muro. Su participación agilizó en gran medida el proceso. También sus expectativas agilizaron –y aún aceleraron- el proceso. En cierto modo pesaba el hecho de que estaba probando mi primera tentativa con esa técnica El tempo de construcción de un mosaico es lento por definición: es un mapa de píxeles cerámicos que hay que reciclar, limpiar, cortar, pegar, lechear, limpiar y pulir. En la familia empezaba a cundir la impaciencia, la misma que tenían que dominar alrededor del proceso que finalizaría en un matrimonio legal. Esto mediatizaba su percepción del proyecto. Aquello les estaba pareciendo interminable, y bromeaban: Como la Sagrada Familia, decían. Parece que, con una impaciencia común a ambos procesos, también las bromas adquirían un tono compartido. Con el pasar de unos meses, el mosaico se terminó. El matrimonio, vía reagrupación familiar, se haría realidad unos meses aún más tarde. Dos finales felices que se celebraron en un mismo día, en un almuerzo con amigos: bienvenida al marido y “presentación en sociedad” del mosaico.

La familia seguía haciendo referencias a la lentitud de ambos procesos. La lectura era “POR FIN”. Y no sé si fue alguien de entre los familiares o del resto de comensales que sintetizó, en una broma algo negra, un temor que flotaba en el ambiente y que a mí me dejó claro que los destinos de aquel mural mosaico y aquel matrimonio estaban unidos.

Dijeron:
-Pues si después de cuatro años de papeleos para casaros y seis meses de trabajo en el mosaico, resulta que no os lleváis bien… ¿qué vais a hacer con el piso?

Ese tipo de bromas se hacen como para exorcizar, creo, como para alejar del todo la posibilidad sobre la que se está bromeando. La risa fue general, pero aquello me puso en guardia.


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4 de junio de 2011

Intuiciones.

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¿Hasta dónde debo seguir las intuiciones que me acercan a ti?

¿Hasta cuándo debo ignorar las que me alejan?


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3 de junio de 2011

Cultura, identidad, diferencia.

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En un lado están los que comen cada día, en el otro, los que no pueden.
Ésa es la frontera que tenemos que derribar.


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