30 de enero de 2018
SON DE CIENCIAS, CREO
Pues para empezar el día una amiga me dice que la semana pasada estábamos en nueva (que perfecto con lo del flyer) y que esta semana entramos en llena. Es más, que habrá dos llenas en enero, o algo así. Y que uf con eso. Que afecta no sabes cómo. Que también a ella, que ya te lo digo yo, me dijo. Después me he tomado un té a trompicones, rezando para que encienda el ordenador buenamente, y pueda trabajar en la tarjeta, por lo menos.
Por cosas que me han dicho y por cosas que no me han dicho, he pasado una fabulosa noche de retortijones. La rodilla se me ha levantado más nerviosa, como es lógico, y abrigándome, y asomando la nariz a una rendija de la ventana me he dicho otra vez que ya me gustaría que lo nuestro fuera más sencillo. Que me gustaría o que necesitaría, no estoy seguro.
Después el sol, que no tiene fuerza ni alegría suficiente entre las rachas que llegan, deshilachándose, del vendaval. Y también he pensado en amores que no pueden ser porque no sé imaginarlos, y en facturas o regalos que me llegan tarde irremediablemente. Putos demonios.
Me he abrigado hasta el cuello y he mirado a unos niños que siempre están en el parque a la hora del instituto. Me saludan. Me piden fuego. Me estoy haciendo mayor.
Parece que quiero despistar a la gente que quiero, pero sólo pasa que tengo el corazón grande y desasistido de muchas cosas que considero normales, y normalmente no doy pie con bola.
Después me acuerdo de ti, respiro hondo como si fuese a regalarte un conjuntito de encaje, y se me encoge el corazón, no puedo evitarlo. Se me asoma un poco una lágrima, me digo que no veas qué frío, aunque realmente estoy pensando con la boca cerrada pero qué preciosa eres para mí.
Después sigo por la acera, mirando al suelo, y en realidad me la suda que esto esté quedando tan lineal. Nada, en el vecindario, flamencos escuchando al Barrio y raperos mascando reggaeton. Todo parece perdido, pero no puedo llegar a maldecir nada, porque me acuerdo de las canciones que tú tienes puestas en la tienda, y me desmorono, y me avergüenzo porque no puedo esconderme de que tampoco yo estoy haciendo lo máximo que pueda. Maldita sea.
El perro de mi hermano, que se cruza constantemente. Tengo que cambiar de mano tres veces cada dos metros, y así me resulta materialmente imposible ensoñarte decentemente. Hemos llegado a una zona que no sirve ni de aparcamiento ni lleva a ninguna parte. El perro de mi hermano echa una meadita de dos gotas cada dos pasos, como si quisiera tomar posesión del mundo entero. Hojas de almencino y jacaranda que se están pudriendo en la umbría. Y me gustaría pintarte las uñas.
Después un poco de sol inofensivo. Con este frío es como para regañarle. Escalones. Contenedores diversos y yerbas de todas las clases, de las que no me importa cómo se llamen, que se buscan la vida entre las grietas del asfalto y el hormigón. Pasan coches. Pasa tu furgona de empresa. Pasan las uvas y los acontecimientos. Los que señalamos y los que se nos pasan. Pasan los sucedidos y los que se quedan en el pensamiento.
Y no quiero pensar en tu olor.
Ese que se descubre en el paso de la confianza a la intimidad.
A veces sueño despierto que un dia vas a venir a darme un abrazo largo que en silencio nos lo va a explicar todo.
Pero hoy he pasado de largo. Hoy no voy a pasar cerca, para saber yo solo que en ese momento estás como mínimo así de cerca. Hoy no voy a pasar para escucharte la voz a mis espaldas. Tampoco voy a pasar a decirte buenos días ni buenas tardes con el corazón en un puño, porque no quiero que te sigas confundiendo.
A falta de ese olor sencillo que yo quisiera o necesitaría, estoy viendo que los niños del parque se han puesto hasta los ojos de rezar la Salve. El día se muere, porque hoy he pasado de largo.
Y es como si no me hubiera pasado nada.
Jag.
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28 de enero de 2018
COMO UN NIÑO SIN HABLA
Desde que para mí existes, y sobre todo cuando no te tengo delante, tan desvalido, siento, y tan ingenuamente, admito, no hago más que imaginar diálogos completos contigo.
Sentados y caminados. Basados, tan pobremente, tan a mi sola manera, en esa vocecilla que tienes de pájaro cantando a lo lejos, cuando cruzamos cuatro palabras cualquiera mientras estamos frente a frente. Esa voz tuya que en su momento se abrió paso aflojando costuras, hasta quedárseme instalada tan plácida y tan adentro, por lo visto.
Por seguirte eso que eres y no sé tan ciertamente, por ir ejercitando ese hacérseme agua el alma de tan sólo pensarte, y aún antes de verme caer ensombrecido en alguna alegría o tristeza arbitraria por nuestra probable frecuencia, por nuestra posible sintonía, también me sale fácilmente imaginarme silencios tomados de la mano. Ya ves tú qué certera parsimonia parece que te traigo con mis tiempos.
Sólo decirte que esta mudez viene basada en alguna maravillosa intriga que sin palabras me dejas latiendo, supongo que sin saber, con tan sólo vernos, en alguna zona de las entrañas.
Va a ser que no quiero contigo cosas como de bolero, que quedan bonitas y arrebatadas para quien mira y escucha desde fuera, pero que aseguran sufrires y molestias para quienes viven en la letra.
Yo quiero contigo algo mucho más sencillo, si es posible. Y para nada quiero ponerme este momento a pensar más allá. Para nada quiero amarte yo solo, y ponerme a volar de sobra. No quiero envanecerme, ni embriagarme en planes de caricias antes de que tú me las quieras.
En realidad, ahora yo sólo puedo estar atento a ti como un niño sin habla.
Ahora yo sólo puedo lanzarme a la vida con el alma de par en par por donde soplan tus vientos, con el corazón ardiendo en toda la serenidad que pueda, encendidos los ojos, manteniendo mi calor propio en las manos, y como respirando urgentemente el último aire que hay, a todas partes que voy.
No quiero ir ensayando por mi cuenta nuestras formas, y al tiempo te espero, y no hago más que buscar ponerme ante ti, de tu lado.
Yo sé que en algún momento tú y yo vamos a encontrarnos.
Que ese propio momento nos diga las palabras que nos faltan, cuando tú y yo, frente a frente, nos estemos preguntando, cada cual a su manera, y ahora qué.
Jag.
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26 de enero de 2018
SOY YO, ES DE MÍ
En algún momento de nuestro encuentro de hoy, has tenido que darte cuenta de que ir a verte nunca fue casual.
Que un día que ni tú ni yo tenemos localizado del todo, yo he empezado a pensar en ti todo el tiempo.
Jag.
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25 de enero de 2018
En la noche fría que empieza,
vuelvo agotado, desgastado
de mis andanzas cada día,
de poner voluntad
en la atención
por la buena decisión,
que requiere su tiempo.
de mis andanzas cada día,
de poner voluntad
en la atención
por la buena decisión,
que requiere su tiempo.
Vuelvo, agotado cada día
de ensayar la maestría
del intento,
y mi queja es una nube
que sin querer siquiera
se muere por lloverte.
de ensayar la maestría
del intento,
y mi queja es una nube
que sin querer siquiera
se muere por lloverte.
Y me veo contigo
inoperante, mas te amo
en el instante, en el proceso,
y venga un paso, me digo,
y venga de una vez
la siguiente letra,
y amor madura
en su maestría pura,
y sin besar te beso,
sin querer te amo, y paso,
desgastado cada día,
y se me gira siempre la cara
hacia la luz pequeña
que tienes encendida
en tu trabajo,
tan sola en mitad
de la noche fría que empieza.
inoperante, mas te amo
en el instante, en el proceso,
y venga un paso, me digo,
y venga de una vez
la siguiente letra,
y amor madura
en su maestría pura,
y sin besar te beso,
sin querer te amo, y paso,
desgastado cada día,
y se me gira siempre la cara
hacia la luz pequeña
que tienes encendida
en tu trabajo,
tan sola en mitad
de la noche fría que empieza.
Y no hago nada, y sé
que el paso siguiente
es de buenas noches
con la boca cerrada,
y nunca quiero irme,
mientras digo en voz baja,
¿pero todavía estás ahí,
corazón mío?
que el paso siguiente
es de buenas noches
con la boca cerrada,
y nunca quiero irme,
mientras digo en voz baja,
¿pero todavía estás ahí,
corazón mío?
Jag.
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23 de enero de 2018
AFRUTADO
Es de una aburrida tristeza seca. De una idiota indecisa memoria de tantas veces que supe yo solo tanto que no había de pasar.
Hoy me ha dolido no acercarme.
Hoy me ha hundido morderme las ganas por dentro. Esa explosión que se retrae. Como flores que se cierran. Pájaros cantores tragando saliva por los colores tan bonitos que tenías el sábado. Y la desmayada agilidad de tu sonrisa, tan esquiva.
Me dio por pensar que también será posible alguien de mi talla en tontura. En algún lugar, en algún momento. Alguien que haga rodeos imposibles por saberme pensando en mis cosas, en mi casa, y hacer que sus cosas pasen por mi calle. Alguien que disfrute en soledad de algo bueno y piense, esto me gustaría contigo, aunque no estés de acuerdo del todo, aunque te queden trastos del pasado, y la confianza vaya muy muy lenta, y la entrega siempre parezca algo demasiado lejano. Todo esto, pero contigo, aunque casi nunca hablamos más de cuatro frases. Aunque nunca hayas creído que podían pensarte así, porque nunca te habías imaginado mereciéndolo. Esas cosas fugaces que pasan en las películas malas. Contigo, todas las cosas que deberían pasar cuando yo paso cerca.
Como que las cosas pasen, y el mundo ayude.
Y sí, esa tontura como la mía, la de ponerte así de preciosa, con ese fucsia explosivo de lana y las uñitas en celeste, y los labios en rosa de chicle, y la faldita estrecha, y el pelo visiblemente demasiado retocado para una mañana laborable. Esa sonrisa tuya paseándose en chanclas por mi alma de barro en la tienda helada.
Sí, vestida y amable así, porque sabes que voy a ir a verte dos minutos en algún momento de la mañana del sábado.
Dónde habré puesto los apuntes de todo eso que yo debería decirte. Dónde poner los acentos y sonrojos para explicarme.
Y dónde esas cosas que nunca pasan, mientras otras mujeres preciosas me hablan de mujeres que se maquillan en una motocicleta en marcha. Y cómo hago para acercarme a tí de una vez mientras me van desgranando bromas, promesas, guiños y bravatas. Y muchas risas, y esto sí que es un encuentro, oye, que no me gusta el caviar, ni el coñac, ni el pato, que este mundo es demasiado seco, que tengo el alma pomposa, y ya ves qué barata te salgo.
Mi vida cada vez va teniendo menos forma. No sé qué hacerte ni sentirte. No sé dirigir tu color. No sé dónde poner el aliento, me duelen las rodillas, los lumbares, las ganas.
Y dónde habré puesto los apuntes de darte sin mesura el amor.
Jag.
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ESA CORRECCIÓN
Ya con pensar por la calle que voy a estar en breve cerca de ti para acabar usando una sencilla fórmula de cortesía ante la pequeña luz de tus ojos, que me miran tan fugazmente desde ese ser precioso que eres, ya sólo con pensarlo, mi alma se atorrulla aquí mismamente, y se atabala en los pagos linderos de Francia.
Yo a eso no le sé poner remedio, amor.
Yo, tan pobre, sólo puedo esperar que los astros nos manden a ti y a mí a través de las estrellas un poco de saber entender las cosas del todo con un gesto, con un aire, como yo te encuentro a ti dentro de mí desde hace no sé cuándo, sin palabras, querida.
Que sepas tú quién soy y qué quiero sin tener que echarle cuenta a toda esta ensalada de equivocaciones que cubren con falsa corrección lo que siento cada vez que me encamino a encontrarme contigo.
Jag.
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COMO DIOS
En un plano, repentino o meditado, en que consigo encaramarme a sentirme rey del brillo, príncipe del aroma, mago del efluvio, jefe del divino pegamento, y me siento fuerte como el paso de las estaciones, esto es: sólido, seguro y digno, en definitiva amado de mí mismo, acabo diciéndome convencido por las esquinas que la vida ya por fin se está poniendo las pilas para que me pase contigo algo bien bonito.
Me digo que me amas calladamente durante tu tiempo de trabajo.
Aunque luego no puedo dejar de empezar a temblar con la posibilidad de que suspires y descuides y disminuyas tu eficiencia, provoques rotos, desajustes, accidentes y otras cosas propias del empaque relajado y dulcemente soñador de las enamoradas, y acaben llamándote la atención. Y entonces me digo que NO. Que eso que te provoca males durante las mejores horas del día no es amor.
Entonces, opto por formular la dicha de que me amas, callada o abiertamente, en tu tiempo libre. Eso.
Aunque no tardo mucho en pensar quién me acabo creyendo que soy yo para asaltarte pensamiento, corazón, cuando quedas libre cada día. Que quién soy yo para disponer así de tu tiempo.
Bueno, la cosa es que invariablemente van pasando los días y yo sigo contigo por dentro dale que dale, y me voy dando cuenta de que, más allá de las dimensiones de mi mente a las que yo consiga acceder para evitar acabar subiéndome por las paredes cada vez que te pienso, yo con esto tuyo tan simplemente mío, como Dios como Dios, pues no.
Jag.
17_1_18
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NO LE HAGAS CASO A QUIEN SÓLO PONE LAS PALABRAS
Torció sus letras a la rabia, finalmente.
Cabalga entre la gente en gala de cinismo, pero algo la conozco, y la verdad es que no le gusta perder, me parece.
Por eso a veces, medio oscuramente, ven aquí que yo sé, ven aquí que voy a cuidarte como nadie. Pero nunca entendió hasta cuánto he llegado a aborrecer los coros. Y ahora, que vuelo libre con mis alas de jaula, el espino pierde su flor, y la risa se le troca en baba de veneno.
Con mi desesperanza yo ya tengo más que suficiente.
Y suficiente tengo ya de las visitas que a los postres me dicen tú estás equivocado.
Tú no le hagas caso. Ella cree saberlo todo, pero nunca ha llegado a acercarse a esta lucecita que yo te guardo por dentro. Ya puestos a saberme solo, ingenuamente iluminado en eso, a qué reconvenir el gesto, a qué partir una letra siquiera, por alguien que sólo en su terreno se esfuerza en entenderme.
La vida no es de torres tan altas.
La vida se hace de triunfos sencillos, de pequeñas canciones silenciosas que escucho en mi corazón cuando veo tus ojos cada cierto tiempo.
La vida es pensar en ti, tan simplemente.
Para mi sorpresa, ella juega a no saber que eso no se elige.
Como si nunca hubiera entendido que amar no es un concurso. Que a veces, es una gotita que va entrando, cada vez que llueve, por una grieta, por un descuido, en el corazón de los edificios.
Y amar no es explicarme a nadie.
Amar no es defenderme de nada.
Amar es saber que te miro desde mi cuerpo de piedra, de broza, de hierro y zarza el amasijo. Y por dentro todo el aire de mi mundo. Por dentro mi abrazo respirando despacio rozando tu cara. Por dentro esculcando tu latido a través de las capas de ropa. Por dentro para ti toda mi mesa puesta. Mi despensa, mi respuesta a vivir. Mi paseo por el campo hasta encontrarte. Mis ganas de comer.
Jag.
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15 de enero de 2018
ES PARA QUE
Es amor y ya está, aunque yo sepa que la vida se va acabando. Si es mi última letra, tiene cantar mi mejor caligrafía. Tiene que ser mi letra mejor.
Yo no quiero andarte con prisas ni artificios. Es indigno recorrerte con burdas improvisadas eficacias. No quiero atraerte engañándonos. Sólo quiero escucharte, intentar saber como sea quién eres. Cómo estás. Qué le pides a la vida. Cómo quieres buscarlo. O hacerlo. Quiero vivirte pendiente y esperar, hasta cuando la tengas, tu letra conmigo, si la tienes.
Aunque no dejo de pensar en que algún dÍa mi aliento va a servirte, aunque me enloquece, presentido, un roce de tu cuerpo, yo quiero que todo lo mío para ti sea puro como la primera luz del mundo. Si no para qué.
Sólo el amor nos llega a los sitios adonde nadie entra.
Sólo el amor dice con todas las letras lo que no sabemos o no nos atrevemos a entender.
Sin prisa ni egoísmo, sólo el amor.
Yo sé que tú recibirás lo que entiendas o necesites. Puede que nada.
Yo sé que me darás lo que tú quieras. Y eso será todo.
Si no te atreves, te armarás. Y si no sabes, lo aprenderás.
Todo para que lo que nos pase construya con verdad una vida tuya y mía. No importa si frágil como una llovizna que trae el viento, o colosal como la humedad de un bosque profundo.
En una casa fugaz, en un firmamento que nos resguarda con años que nos pasen, yo he empezado ya, en silencio, a vivir contigo.
Soy ése, desde el relleno de los huesos hasta el mínimo poro que se abre cuando te pienso o te miro.
Si no es puro y sereno, no es amor.
Si no es humano e inabarcable, inconcebible al mismo tiempo, no es amor.
No es amor si no es urgente, tranquilo, desmesurado e ineludible.
Y si no es amor, para qué.
Jag.
15_1_18
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DALE
Es una
fuerza de la naturaleza
que a todas partes
llevo conmigo.
fuerza de la naturaleza
que a todas partes
llevo conmigo.
De entrada pienso
que a ti te vendría
estupendamente.
que a ti te vendría
estupendamente.
No te la quiero dar
por regalada.
por regalada.
No te la quiero dar
porque me sobre.
porque me sobre.
Sólo porque a ti
te vendría
estupendamente,
sí,
lo que oyes.
te vendría
estupendamente,
sí,
lo que oyes.
El orgullo languidece,
el dolor se queda mudo,
poquita cosa
ante su avance
irrefutable im-
previsible.
el dolor se queda mudo,
poquita cosa
ante su avance
irrefutable im-
previsible.
Yo te miré
hace un tiempo
y me dije oye. Pero
luego te vi
de pronto, sin
tener una clara constancia
de a partir de cuándo,
y supe como
que esto no es
simplemente opinable.
hace un tiempo
y me dije oye. Pero
luego te vi
de pronto, sin
tener una clara constancia
de a partir de cuándo,
y supe como
que esto no es
simplemente opinable.
Que me duele el cuerpo
antes y después
de quedarme dormido
tapado hasta el cuello
pensándote.
antes y después
de quedarme dormido
tapado hasta el cuello
pensándote.
Y como que alguna
vocecilla extraña
martillea diciendo corre
ahora mismo, ve
adonde ella, mira
que esto no es
para ti solo.
vocecilla extraña
martillea diciendo corre
ahora mismo, ve
adonde ella, mira
que esto no es
para ti solo.
Y oye, que no puedo
con ella yo solo,
y además, que a ti
y a mi
nos vendría estupendamente.
con ella yo solo,
y además, que a ti
y a mi
nos vendría estupendamente.
Jag.
14_1_18
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A FAVOR
Mi padre se fue sin saber qué tienen que llevar los hombres a la guerra.
A mi abuelo lo señalaron sin que hubiera hecho por destacarse. En los tiempos de la muerte y de la rapiña, él sólo quería la papa con joven dignidad. Sólo quería su flor y su arroz. Mi abuelo sólo tenía ambición por vivir, pero lo señalaron en la calle, en una tapia, y sin darle un beso a mi padre, se marchó a la fuerza para siempre. A partir de entonces, fuego verde y rabia de la que quema por dentro y nada ilumina. A partir de entonces, el dolor, el miedo, la angustia. Mi abuelo echó peonadas descargando arroz de camiones del Gobierno, y un dedo de mala idea lo señaló. Esto lo sé por mi tío el que hizo libros, y también por un hombre que en la calle me preguntó de quién eres y me habló. Ese hombre tenía una huerta y una tienda, y vivía en tu calle, antes de que hicieran la casa de mi amor.
Durante un tiempo me han acostumbrado a que podía hacer las cosas yo solo. Pero más de la mitad de las veces, he mirado mis manos vacías y sólo podía ver esperanzas. En estos días, me he mirado mis manos vacías y sé que estoy lleno de algo. No es cuestión de dejarlo todo confiado a las esperanzas. No sé. Siempre he querido ver las cosas bajo la luz de la verdad. O mejor: siempre he querido ver las cosas desde la luz que la verdad irradia desde dentro de ellas. Verlo todo desde su verdad. Y la verdad es que nunca he creído que las manos vacías sean para poner la cara y llorar. No. A mí me ha llegado un poco del fuego verde y la rabia que quema por dentro y nada ilumina. A mí me ha llegado un poco de dolor, de miedo y de angustia. Pero no. No es de eso de lo que yo estoy lleno.
Igual que los campos arden para que se abran paso los bosques, las familias crecen. Avanzan. Suspiran, supuran, se desangran, agonizan, pero avanzan. Crecen. Mi padre nació y vivió sin ese beso. Igual que yo nací y vivo preguntando sin respuesta. Y avanzo, y conmigo mi familia crece. Y sin respuesta, mis manos no están vacías.
Yo tampoco sé qué tienen que llevar los hombres a la guerra. Sé que hay mucho que duele. Sé que hay montañas de grito, agujeros profundos de miseria, sé que hay cielos enteros cuajados de nubes cargadas de rencor. Y sé que la vida la están haciendo los injustos para los ignorantes. Todo lo sé sin que nadie me haya dado respuesta. Pero lo más bonito del día sucede porque te veo. Y tan sólo pienso en buscar cosas que a ti y a mi nos den vida. Mi padre no pudo contarme qué tienen que llevar los hombres a la guerra. Pero mis manos vacías no quieren llenarse de esperanzas ni de esas respuestas. Quieren dejar atrás todo eso, no quieren llenarse de canciones de gritos reprimidos. Mis manos vacías quieren ir contigo. Cargaré con todo lo que tenga por dentro, pero yo quiero ir contigo al amor.
. . .
. . .
No te conozco, y me he equivocado muchas veces. Tantas, hasta llegar a dudar si llevaba conmigo lo que un hombre tiene que llevar al amor.
Sólo sé que te pensaba desde nuestros tiempos sin palabras. Una época de viajes cortos, de hechos que se iban oscureciendo hasta estos dias, en que te veo desde otro modo. No sé. Como que despierta de golpe el bulbo enterrado de la flor de la salvación.
No me hace falta ni mirarte. Te pienso y ya está claro el día. Te pienso y ya tienen una medida mis hechos.
Aún descalzo, cualquier paso que doy en algún sentido, yo siento que me está acercando a ti.
Y es voraz y sedienta la incertidumbre, pero pónganse piedras en mitad del camino, pónganse bosques de espino al fondo de precipicios lado a lado, enciéndase la luz hiriente de todo lo que te desconozco, llore la vida todo lo que den sus ojos y caiga el mundo en sombras, que a tientas anegado en lágrimas, mi corazón ha de encontrar de tu corazón la mano.
Estoy ya en camino. Doy un paso, escribo una letra, y ya se me dibuja otro. Con las dudas, con las faltas, con las manos vacías, yo voy a poner mi verdad en la vida. Salgo con ella a buscarte. Al amor, las mujeres y los hombres, sólo tienen que llevar amor.
Jag.
12_1_18
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LA PRIMERA LETRA
Ayer nuevamente, nos cruzamos en tu calle. Las cuatro manos ocupadas, y nos salieron, tímidas y apresuradas, dos sonrisas de buenos días.
Noté en el aire una alegría imperceptible que estaba haciendo titubear a la crudeza del invierno en la mañana.
En un latido me arrebató lo preciosa que me pareces siempre, y un paso después volví la cara, tan sólo por quedarme un poco más contigo, hasta más verte.
También habías vuelto la tuya, y los coches aparcados se estaban reblandeciendo, intercambiando sus colores a nuestro paso.
Y así te alejabas poco a poco, vete a saber en qué irías pensando mientras me dejabas indefenso, descubierto y caminando hacia mis cosas, abrigado solamente con la primera letra de tanto que tenemos que decirnos.
Jag.
11_1_18
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Hoy pasé por tu calle
tan sólo por andarte cerca.
Te vi de espaldas,
pasé de largo,
la barbilla en el pecho.
pasé de largo,
la barbilla en el pecho.
Con el corazón atenazado,
escuché tu voz,
que se me alejaba
saludando a otra gente.
escuché tu voz,
que se me alejaba
saludando a otra gente.
Qué frío hacía en tu calle,
y qué lejos
me veo de saber
lo que tengo que hacer
para que juntos
trabajemos un aroma.
y qué lejos
me veo de saber
lo que tengo que hacer
para que juntos
trabajemos un aroma.
Jag.
9_1_18
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8 de enero de 2018
SINRAZÓN DEL CANTOR
Yo no sé qué son las palabras que te canto. Yo no sé si poema, si explicación, para ti, para mi, de por qué, de cuánto, desde qué, desde cuándo, de sobre cómo y para qué. Pero sin razón te he visto, y sin razón se me abre el grifo, y con esa música acompaño este haber nacido al vivirte atento.
He escuchado por ahí que de lo que abunda el corazón, hable la boca. De cualquier modo, hable de lo que hable, haga o no haga, coma o no coma, en la tempestad, en la primavera, en la luz de la verdad, en el misterio, todo lo tengo lleno de ti.
Yo no quiero nada apresurado.
En algún momento sabrás que vivo unos tiempos de muerte. Tiempos de saber que, sin reírle las gracias, tampoco hay que enfrentarse a ella. Yo pienso que más bien será, como con todo, brindarle su respeto, estás aquí, te he visto, la casa la tengo hecha un desastre, te acompaño en la visita, te acompaño hasta la puerta cuando tengas la bondad de marcharte.
Y por acompañar a la muerte, no se me ocurre otra cosa que caer en la cuenta de cuánta vida. Y tú estabas ahí, tan cerca desde siempre, ahí tan de lleno en lo que siempre he querido, tan bonita en lo que se te ve, tan precioso para mí lo que escondes. Tu luz tan pequeña, con tanto calor guardado. Y tanto silencio que canta la vocecita que sale de tu tormenta. Y de pronto tanta vida, niña. Y por tanta sinrazón, mujer sin conocerte, ya te amo.
Escuché también de un soldado la nobleza. Que no hay que ayudar tan símplemente a la muerte, sino perseguir y celebrar la victoria. Y también en eso estabas tú. A saber en qué estarás pensando cuando tu corazón se viste de diario. A saber si no tendrás asignados los alientos en amores que no conozco. Si no serán para mí los vinos espumantes de tus tiempos de gozo. Aún así, en ese debatirme mano a mano con lo incierto, porque amar no se trata de vencer, hasta en ese perder yo te amo.
Porque es nobleza más allá de los soldados. Ya vinimos a este mundo con la señal de los derrotados. Nacemos, empezamos a caer y qué nos queda. La victoria es un momento, la derrota una semilla que tarda. Y amar es vivir en el fuego. Arder y consumirme, hasta el último día, amando lo que amo.
Y si todos los días hasta ése último son de frío, con mi sólo arder yo te amo.
Llueve. Estarás trabajando.
Tan callado, sin que lo sepas, he nacido para ti. Y te acompaño. Te hago lo mejor que puedo, con hambre y sin peso, sabiendo tanto de eso que en mi corazón abunda, infeliz como un pájaro que canta, llameante como un campanario, asomándose a mi boca, poniéndose en mis letras, mientras llega el día venturoso en que por ti sepa de ti que algo bueno me encuentras y lo quieres.
Para mientras, porque Dios nos juega y la Ciencia se equivoca, mi corazón no tiene cosa mejor que mirarte y seguir la sinrazón del cantor. Y sólo porque te amo, te amo.
Jag.
8_1_18
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EN TODAS PARTES
No sé a dónde voy
y lo quiero saber contigo.
y lo quiero saber contigo.
El primer paso del camino
que nos encuentra,
no tiene que parecerse al paso
que ya daremos en compañía.
que nos encuentra,
no tiene que parecerse al paso
que ya daremos en compañía.
Así que te busco hoy,
otra vez tan nuevamente.
otra vez tan nuevamente.
Al tomillo y al romero,
¿dónde estás?
¿dónde estás?
Al pino, al algarrobo,
¿quién eres?
¿quién eres?
Esparto, esparraguera,
que quiero ir contigo.
que quiero ir contigo.
Lavanda, enredadera,
dime tu nombre,
con tu corazón, con tu alma
puesta en la boca.
dime tu nombre,
con tu corazón, con tu alma
puesta en la boca.
Mi amor en mi montaña pequeña,
respiro tu aire, atropellado,
camino mejorana y encina,
espino hasta la cima, y espero
andando piedra y beso,
tus manos de verdeo.
respiro tu aire, atropellado,
camino mejorana y encina,
espino hasta la cima, y espero
andando piedra y beso,
tus manos de verdeo.
Y en todas partes tus ojos,
del invierno el airecillo,
que miran a mi alma
con flor de olivo.
del invierno el airecillo,
que miran a mi alma
con flor de olivo.
Jag.
7_1_18
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ES COMO LA POESÍA
Inocente, aún ingenuo. De necesitado, ofrecido, generoso, me acerco, como quien no sabe.
Algo que me arrebata me da la vida en lo poco que te veo, te huelo. Un dolor, una alegría. Tan siempre, te intuyo, aquí dentro, te siento.
Y de vida por ti muero, niña hermosa. Y como buscando la poesía, te busco, mi animal pequeño, de mi talla de piel del mundo que tenemos que construir.
Tan inútilmente denodado, escribo una y otra vez cuánto debo hacer por que me mires. Y tan sin saber quién eres como el saber del querer que te quedes conmigo. A mi lado, quiero decir, a mi dentro. Escribo cuánto sudor, de cuánta lágrima sobre el barro va a hacer falta para que tu mano se digne a caer en la cuenta de que ante ti me presento yo entero, pero que no suelo ser exactamente así como cuando hago lo imposible por estar un segundo más a tu lado. Qué va. Aunque tampoco te voy a decir que soy mejor, mi idea es que sin artificios ni engaños, tú le acabes diciendo que sí a alguna de mis cosas, y a partir de esa explosión, empezar juntos a hacernos unas esperanzas contundentes de que tú y yo somos para vivir una buena propuesta. No sé. Como un buen ejemplo entre tanta gente que se asocia de algún modo, para que con las almas los corazones se elaboren respuestas antes de que empiecen a llover las preguntas. Yo te veo, y ahí estás tú. Aunque, ay amor, tan fácil que me esquivas.
Como cuando la poesía, todavía me siento algo solo imaginando cómo nos acordaremos, cintura con cintura, tus ojos y mis ojos metiendo entre paréntesis un trozo pequeño de firmamento infinito en el que parece que no pasan grandes cosas. Y sí, cualquiera va a acabar diciéndonos que la gente somos más y menos que la poesía. Pero tú no les hagas caso, porque eso es mentira y es verdad, a mi modo de no saber nada. Más bien yo creo que lo único que importa es que sepamos para cuándo crees tú que vas a estar lista para que tus labios y los míos junten las orillas de nuestro río diminuto. Yo te veo de lejos viéndome temblar, pero que sepas que aunque no te haga movimientos bruscos, en eso de nuestros besos, yo ya he empezado por mi cuenta. Y voy a continuar hasta que se confirmen o me hagas claros signos de desprecio, por ejemplo apareciendo del brazo de un sicario rompepiernas, momento en el que muerto de amor descalabrado, me apartaré, pues cuando estoy solo, yo tiro las faltas.
Para mientras todo se desata más ostensiblemente, esperemos que sin violencias de terceros, tú podrías ir buscando el momento de decirme cuándo, si es que lo sabes lo contemplas. Dime nunca o dime acaso, con las hojitas de menta de tu boca, o dime bueno, perdóname un momento, ya sabes cómo son estas cosas.
Como con la poesía, yo te digo, mi alma querida, despegado de mi costumbre, cada día doy grandes rodeos para hacer lo posible para cruzarme contigo. El probable camino de tu casa. El azar aventurado de tu mirada en la calle, desquiciada o soñadora, tu andar cansado, furioso, suplicante. Rodeos para cruzarme con tu vida de estar ese momento sola, y soñar tontamente que vas a darme alguna pista de que me dejas poner en ese trozo un dedo mío, un aliento, una palabra que de verdad te sirva.
Como con la poesía, tan perdido e inocente, yo te pienso y me digo dónde estarás. Y me muero por hacernos las ganas. Me muero por vivirte, porque sólo así es como funciona.
Como con la poesía, para encontrarme contigo, pongo tan en cuestión mi vida, que me veo de repente en parajes tan extraños, en verdades amargas y tan dulces de otro idioma que no entiendo por ahora.
Como con la poesía amarte con todo porque tú eres tú, y con todo, saber que todo puede estar equivocado. Y morirme de amor de raíz, que me deja limpio y vacío de todo, y caerme desde el cielo, enterrarme ante tus ojos.
Mientras pasa la cosa, mientras florece o se precipita, yo sólo te puedo tener buena letra. Y no redactar prisa, ni artificio, ni engaño. Buena letra de quien soy honestamente, y a ver la palabra que eres para la frase que a mi vivir se le ocurre.
Ay amor, por qué me despertaste tanto. Ay amor, por qué me enseñaste de nuevo que siempre florece la vida. Ay mi poesía, tan cerca de mi calle, tan sencilla, tan amable. Tan amada de mis ojos. Por qué volviste sin querer a traerme tanto amanecer a mi limbo oscuro.
Ay mi amor, mi llave, mi poesía con tu nombre. A quién tendría yo que rezarle por que se desaten esos nudos, tempestades. A quién rezarle para que entiendas tu mitad en el lazo de nuestros labios nuestros ojos. A quién, ay mujer.
Como buscando la poesía, mientras tanto, echo la vida en el intento de encontrarnos. No voy a saber qué decirte cuando estemos frente a frente, lo presiento. Y mis conocidos, mis hermanos, cuando me vean van a decir pero tú qué estás haciendo aquí.
Sí amor, así más o menos, ya sabes, mujer. Como la poesía.
Jag.
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VITAMINA
Pues estaría bien
estar ahora contigo
celebrando por todo lo alto
sentados lado a lado
de nuestra artesanal alegría,
atravesados rebeldes
contra lo malo,
tendidos confirmando
que en los zapatos
no nos han dejado nada, tanto
que a sonrisas de manzana
los lustramos, mujer.
estar ahora contigo
celebrando por todo lo alto
sentados lado a lado
de nuestra artesanal alegría,
atravesados rebeldes
contra lo malo,
tendidos confirmando
que en los zapatos
no nos han dejado nada, tanto
que a sonrisas de manzana
los lustramos, mujer.
Jag.
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Dos mitades
El camino
en el que nos encontraremos
está hecho de dos mitades.
Voy a ir y volver,
una y otra vez,
pasando por tu puerta,
haciendo mi mitad,
hasta que me gaste.
una y otra vez,
pasando por tu puerta,
haciendo mi mitad,
hasta que me gaste.
Hasta que sientas,
como yo siento,
que quieres
la luz,
el aire
que obtendrás
haciendo la tuya.
como yo siento,
que quieres
la luz,
el aire
que obtendrás
haciendo la tuya.
Jag.
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Esta tardenoche
te he visto de perfil
de lejos, arreglando
una estantería de la calle,
estabas preciosa, y el cuerpo,
entre alegría y llorera, casi
se me descompone.
de lejos, arreglando
una estantería de la calle,
estabas preciosa, y el cuerpo,
entre alegría y llorera, casi
se me descompone.
Llegué después a casa,
temblando con la idea
de que si sólo por verte de lejos,
cada día estoy dando con gusto
forzados rodeos a mi vida,
qué camino no habré de tomar
si me llega contigo
el tiempo de los besos.
temblando con la idea
de que si sólo por verte de lejos,
cada día estoy dando con gusto
forzados rodeos a mi vida,
qué camino no habré de tomar
si me llega contigo
el tiempo de los besos.
Jag.
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4 de enero de 2018
Cuando te dije
la primera vez
te quiero,
era mi flor más hermosa,
metida en una maceta.
te quiero,
era mi flor más hermosa,
metida en una maceta.
La riego y la cuido
cada día con el sol
y con la luna.
cada día con el sol
y con la luna.
La llevo despierto
como mi flor soñada.
como mi flor soñada.
Aunque no pueda crecer
como las flores
que riegas y cuidas
en la tierra de tu campo.
como las flores
que riegas y cuidas
en la tierra de tu campo.
Jag.
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PEQUEÑOS ANIMALES QUE NOS MIRAN DESDE LA MALEZA
Avanzo entre nubes pensándote, y en días salpicados encuentro el aliento de ponerme delante de ti. Con esas ganas de vivirte en lo que pueda, te saludo, y en una mano el ansia, en la otra la cautela y el miedo previsible a que te sobre mi corazón asomado a la boca. Normalmente queda todo muy correcto, por mi parte y por la tuya, me parece. Todo es un juego fresco y susurrante de gorriones que se refrescan en una fuente. Algo se me ilumina desde que entro por tu puerta, a pesar de que todo se resume en buenos días, y gracias, y no se merecen, y sonrisas y amabilidad como apresurada de la venta al detall. Y tu cuerpo pequeño tan quietecillo entre tantas vitaminas. Y tu voz, que me acaricia sin que lo sepas.
Cuando nos despedimos suelo irme temblando como el andar inseguro y maravillado de un potrillo negro lustroso con un lunar en la frente y la placenta colgándole en la grupa. Porque algunos días consigo tragarme los nudos de todo lo que tengo por decidir, y me invento alguna palabra o un gesto mínimo que te diga que cómo estás quiere decir de mi ansia por que estés bien, mayormente, que buenos días no significa ay qué buenos son los días en general precisamente, sino más bien al mismo tiempo dos cosas:
1- Ay, qué buenos son los días que consigo atreverme a dar un paso hacia ti, y
2- Qué buenos deseo los días contigo, si te viene bien, a partir de ahora.
Pero todo esto, de sencillo es tan complejo, ya lo sabes. Lo poco que ayudaría de entrada mi simple temblor. Lo poco que sirve para nada el no saber dónde meterme cuando sé que te tengo ahí de cerca hablándome de cualquier cosa en un espacio cerrado.
Todo difícil y sencillo como pedirle a los cielos que un día digas mi nombre con tu voz de pájaro. Tan razonable y desquiciado como que un día vas a entender sin explicación este morir de ganas de ir contigo de la mano por ejemplo a un paseo por el campo. Y que los vientos y las plantas y las piedras nos sugieran lo que debemos decirnos por el correcto desarrollo de nuestras naturalezas, que las aguas y los pequeños animales que nos miran desde la maleza, nos susurren la canción justa para que tú y yo nos encontremos de algún modo en algún momento articulados. Tan sencillamente lo deseo, y tan ingenua, sin saber nada, esta oscuridad mía intenta pasos nuestros en la clara mañana. Quererte como los niños chicos quieren. Quererte sin andar estudiando quién eres, qué das, qué quieres. Qué tenemos que romper, qué construiremos. Quererte tan porque sí para siempre en este momento fugaz hasta el final de los tiempos.
Esos pequeños ojos que nos miran, curiosos y asustados, desde la maleza, saben mejor que nosotros de lo que quiero decir cuando hago un movimiento raro y tú te escondes en cualquier cosa; esos pequeños ojos saben perfectamente y sin palabras que amarte es añadirle una lógica desde nosotros a la fuerza de los vientos, que amarte es ayudar con honestidad a la temperatura de la tierra, con tus manos y las mías, amasando a besos un pan que serena el curso de los ríos, el llorar de los mares por la luna, y la fruta maravillosa que nace de las grietas de los cataclismos.
Y cómo va a ser nuestro abrazo, no puedo evitar preguntarme constantemente. Mas el incendio debe callarse en mi pecho, por ahora.
Debo acercarme a otras cuestiones ajenas que también responderían a alguna pregunta tuya.
Y ya está bien. Para qué alargarme poniendo banderitas en el hambre que te tengo, si ya está escrito el quererte como un niño chico.
Jag.
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2 de enero de 2018
SOL EN UNA HABITACIÓN REMOTA
A pesar de que se me ha ocurrido pedirte a la vida, yo no dejo de pensar que algunas veces me da miedo empezar a hablarte, y no me siento preparado para empezar a probar tu silencio.
Aunque he sabido siempre que hay que salir a buscar las cosas que van a ocurrir, no hay que hacer nada, en realidad. No hay que ser nada, en realidad, y no es por la intención que todo florece o se precipita. Yo, de entrada, no dejo de pensarte, tan inútilmente, con toda esta pobreza y música lamentable que a veces se me ocurre. Fíjate.
Yo sé que tú sola ya eres el amor.
Yo lo sé sin tener que conocerte de nada. Eso se sabe desde el nerviosismo indescriptible que me revoluciona los líquidos que viven en la oscuridad de las entrañas, pugnando por salir.
Mi vida ya mejora porque digo tu nombre. Mi vida ya se alegra por saber que tan mínimamente eres alguien para mí.
Y sé que tú sola ya eres el amor, y sé que la vida entera es un fogonazo colosal que ya no recordamos, y que está de más ponerme a ofrecerte qué ni cómo ni cuándo. Eres el amor ya sola, y para qué me necesitas entonces.
Pero yo no puedo evitar deducirme o proyectar lo poco que podría haber de mí en alguna habitación remota de la casa de tu alma, o debajo, al menos, de la alfombra de tu pensamiento.
Tú sola eres el amor, y yo no quiero romperlo, no quiero molestarte ni estar de más en eso. Pero no tengo fuerzas para evitarte.
A pesar de que cuando, antes de irme, después de habernos dicho lo justo amablemente, tus ojos se zambullen en el tapiz de tu pantallita, y tus dedos eligen algo demasiado alejado de mí, y te empeñas en poner todo tu corazón en artefactos que escupen decenas de papelitos fosforescentes, a pesar de eso, yo no dejo de decirme que no quiero inventarme tu timidez, que no quiero acabar trastabillándome otra vez en el desaliento, para acabar otra vez hundido e inoperante en la desidia de un presente que, espeso y hastiado, se me ha quedado a comer sin que lo haya invitado.
A pesar de lo que ves, a pesar de lo que no ves ni piensas, yo solo soy el amor.
Yo lo sé, y tú y yo, de entrada, ya tenemos sin esfuerzo el infinito regalo.
Yo quiero vivir. Y no puedo evitar pensar constantemente en intentar saber hasta cuánto seríamos capaces de construirnos.
A pesar de lo que ves, a pesar de lo que no ves ni piensas, yo no hago más que intentarme guapo, o audaz, o curioso. O cercano, o gracioso. Yo qué sé. Algo apetecible. Algo.
No hago más que intentarme para ti. Algo que consiga alzarte los ojos, y decirte con todo que estoy aquí, así de cerca, o así de tuyo o así de para la vida y para ti. Así como alguna vez en la vida, en una oración o en un descuido, acabamos pensando con un temeroso susurro que algo así podría alguna vez estar y ser aquí, así de cerca, así de nuestro o así de para la vida y para nosotros.
A pesar de lo que ves, a pesar de lo que no ves ni piensas, no hago más que intentarme para ti. E intento ser o hacer lo que no sé todavía para que de alguna manera te parezca vital y bueno, incluso urgente, ponernos ahora mismo, en donde podamos, a hacernos la alegría.
Aunque he sabido siempre que hay que salir a buscar las cosas que van a ocurrir, no hay que hacer nada, en realidad. No hay que ser nada, en realidad, y no es por la intención que todo florece o se precipita. Yo, de entrada, no dejo de pensarte, tan inútilmente, con toda esta pobreza y música lamentable que a veces se me ocurre. Fíjate.
Yo sé que tú sola ya eres el amor.
Yo lo sé sin tener que conocerte de nada. Eso se sabe desde el nerviosismo indescriptible que me revoluciona los líquidos que viven en la oscuridad de las entrañas, pugnando por salir.
Mi vida ya mejora porque digo tu nombre. Mi vida ya se alegra por saber que tan mínimamente eres alguien para mí.
Y sé que tú sola ya eres el amor, y sé que la vida entera es un fogonazo colosal que ya no recordamos, y que está de más ponerme a ofrecerte qué ni cómo ni cuándo. Eres el amor ya sola, y para qué me necesitas entonces.
Pero yo no puedo evitar deducirme o proyectar lo poco que podría haber de mí en alguna habitación remota de la casa de tu alma, o debajo, al menos, de la alfombra de tu pensamiento.
Tú sola eres el amor, y yo no quiero romperlo, no quiero molestarte ni estar de más en eso. Pero no tengo fuerzas para evitarte.
A pesar de que cuando, antes de irme, después de habernos dicho lo justo amablemente, tus ojos se zambullen en el tapiz de tu pantallita, y tus dedos eligen algo demasiado alejado de mí, y te empeñas en poner todo tu corazón en artefactos que escupen decenas de papelitos fosforescentes, a pesar de eso, yo no dejo de decirme que no quiero inventarme tu timidez, que no quiero acabar trastabillándome otra vez en el desaliento, para acabar otra vez hundido e inoperante en la desidia de un presente que, espeso y hastiado, se me ha quedado a comer sin que lo haya invitado.
A pesar de lo que ves, a pesar de lo que no ves ni piensas, yo solo soy el amor.
Yo lo sé, y tú y yo, de entrada, ya tenemos sin esfuerzo el infinito regalo.
Yo quiero vivir. Y no puedo evitar pensar constantemente en intentar saber hasta cuánto seríamos capaces de construirnos.
A pesar de lo que ves, a pesar de lo que no ves ni piensas, yo no hago más que intentarme guapo, o audaz, o curioso. O cercano, o gracioso. Yo qué sé. Algo apetecible. Algo.
No hago más que intentarme para ti. Algo que consiga alzarte los ojos, y decirte con todo que estoy aquí, así de cerca, o así de tuyo o así de para la vida y para ti. Así como alguna vez en la vida, en una oración o en un descuido, acabamos pensando con un temeroso susurro que algo así podría alguna vez estar y ser aquí, así de cerca, así de nuestro o así de para la vida y para nosotros.
A pesar de lo que ves, a pesar de lo que no ves ni piensas, no hago más que intentarme para ti. E intento ser o hacer lo que no sé todavía para que de alguna manera te parezca vital y bueno, incluso urgente, ponernos ahora mismo, en donde podamos, a hacernos la alegría.
Jag.
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