26 de julio de 2019

UN LIGERO ESCOLLO



Algunas veces, como hoy, me he sorprendido diciéndome esto te lo guardas o te lo callas, porque lo que sale de uno, no siempre importa por lo que en sí es, sino por lo que se puede hacer con ello. Quiero decir, no tanto el qué es, sino el fin a que pueda dedicarse, la lectura que quedará en los otros y el uso que puedan hacer de ella.

Algunas veces, como hoy, me he dicho: lo que me duele a mí, no tiene que dolerle a los demás.

A veces me he visto cargando a los demás con lo que a mí me pesa, y me he sentido avergonzado, no por lo que pasan a saber, sino por el peso inútil con que les cargo. No tengo derecho a eso.

Por eso me digo que, pensando en lo que a mí me pesa, estaría bien encontrar un mecanismo que me aliviara sin tener que cargar a los demás. Y entonces empiezan los escollos.

Por mucha vuelta que le dé, es así, escribiéndolos, por mi gusto, por mi equilibrio o por mi salud, como he aprendido a descargarme mis pesares. Puede ser que no los resuelva, que no les dé fin, de acuerdo, pero sí es cierto que cuando los veo escritos, como poco, ya los veo como con una distancia, como si estuvieran más lejos y fueran más pequeños. Como si puestos en el papel fueran menos asfixiantes que cuando están dentro de mí, no sé si me explico.

Aún así, cuando he escrito barbaridades, y he pensado en quienes habrían de leerlas, un poco antes de enseñarlas, con más o menos convicción he pensado que a nivel personal, podría buscar otro modo. Y me he puesto a pensar en qué modos tendrá la gente para domar sus pesares.

Qué quieres que te diga. Quizá soy un puto impertinente acomodado, pero por todas partes me encuentro gente que canaliza fatal sus pesares. Lo normal es que repriman sus frustraciones según en qué sitio (en el trabajo, en las negociaciones de la vida social, con gente que están en proceso de relación), y las dejen salir en tromba en los contextos de intimidad. Quiero decir, la mierda que acumulamos, se la hacemos pagar a quienes están lo más cerca posible de nosotros: a quienes nos quieren. La gente abollada en la calle, solemos trompar con todas nuestras fuerzas en casa. Y a veces, por lo de la confianza, no sentimos que tengamos que reparar ni pedir perdón, pero la verdad es que vamos abollando a gente que nos quiere, y que no tenía culpa de nuestro pesar, seguramente. Eso lo he probado en los dos lados, y me parece que eso es mucho más mierda inhumano que encerrarse en un cuarto, joder vivo al mundo en dos o tres hojas de papel, y advertirlo en un encabezado. Qué quieres que te diga.

Escribo y no tengo que pedir perdón. Es la hostia.

Mejor aún, tengo por dentro de todas las clases de mierdas, pero enmudezco, y las voy convirtiendo en pequeñas o largas notas que después, respirando, voy poniendo en orden. Mientras lo hago, siento que soy alguien menos escandaloso que el becerro medio, que proclama su pesar a los cuatro vientos, como un puto niño de teta ensimismado. Cuando ya lo veo hecho, quiero decir, escrito, siento que le he dado una forma respirable a mi intento, y me veo como una persona digna. Por lo menos, respetuosa con el medio.

Por otra parte, no creo que sea gratuito que haya acabado articulando mis interminables mierdas en el modo escrito. Por un lado, tengo verdadero pavor a colaborar con la sinfonía y estertor del becerro medio. Nunca he querido ser ellos. Que se pudran. Nunca me he creido y nunca me ha servido cuando acaban pidiendo perdón. Es cierto que vivo en su mismo mundo de mierda, pero no voy a colaborar con ellos.

Si he acabado escribiendo, es porque he visto cómo, quienes escriben, sobrellevan sus mierdas. Y me ha servido. Qué digo, me han ofrecido una alternativa al berrido y me han colmado.

Hoy he ocultado un texto en el que estaban en carne viva mis rencores y frustraciones, mi honda decepción, mi falta de esperanza. Me he dicho que no quiero dejar escrito, tan inútilmente, el dolor.

A lo largo del día he sabido que ocultar eso es darme a mí mismo la espalda. Dejar de hacer algo que me hace quien soy, y que además es el mango con que medianamente me propongo manejar mi parte de mundo.

Con todo mi respeto, escribo porque no tengo nada que ocultar. Leer o no leer, es libre, y no tengo que pedir perdón por ello.

Jag.
27_7_19


Este texto se escribió como presentación en FB de otra entrada del blog: 
"(PARA HUMO)". 
Pueden acceder a esa entrada en el link:
https://hambredejag.blogspot.com/2019/07/para-humo.html?m=1

(PARA HUMO)



En la fiesta de los treinta, de los cuarenta y los cincuenta, he comprobado que eres de fiar. El palo sobre el que me apoyaba para caminar venía de una retorcida raíz alargada. No llegaba del todo bien al suelo, y no me apoyaba lo que debería.

Lo que sientes no es un argumento para nada. Nunca ha servido, acuérdate de cuando me decías ay lo bueno que eres, sólo falta que me gustaras un poquito. Después acabas con uno que después del magreo sólo se le ocurría hablarte de baloncesto y cosas por el estilo. Pero así son las cosas. Ya sabía yo entonces que tus fans iban a dejar de pegar motazos y se iban a dejar crecer la barriga. Que todavía te faltaban unos años para que la vida misma te sacara la mayor parte del jugo, y en los días de descanso de los niños, tuvieras tiempo y sorpresa para acabar suspirando por un artista. Anda que vaya tela.

En este pueblo se ríen de lo raro, recelan de lo brillante y descansan de lo comprometido, frecuentemente. No creo que la revolución empiece aquí. Doy largos paseos silenciosos en los que me encuentro con perros que no se preocupan de recoger las mierdas de sus dueños. Esto está llenito de mujeres que están siempre a punto de atropellarte. Ahora lo más amoroso que hago es escribir en una biblioteca en la que a casi nadie le gusta leer. No sabes la pobre fuerza interior que da eso. Constantemente tengo la impresión de que nunca va a pasar nada, y cuando voy a mi paso normal llego demasiado pronto a los sitios, caminando por calles llenas de cosas que ya he visto antes. Por eso acabo pensando más de la cuenta. Me aburro y me desespero por lo que desde siempre sabía, pero siempre hace un tiempo estupendo para ir a comerle el coño a la mujer que amas. Los emprendedores afilan los cuchillos y se cargan de humor para cuando quiebre otro. Hay calles con nombres de facha, pero en mayo huelen a azahar, y a nadie le molesta nada. Todo es desesperante y casi todo lo bueno ocurre por enchufe. La injusticia la tienen bien domesticada y sabe a quién tiene que morder y en qué momento será más eficaz. Es simple y mediocre lo que comúnmente llaman alegría. La llevan con correa, y le quitan el bozal cuando se acercan los días que sale la Virgen.

Hay momentos en que no puedo sostener lo que normalmente soy o me pasa. Algunas veces no tengo fuerzas para ver ni si yo mismo estoy de mi lado. Entonces casi siempre me acabo cruzando con algo de bondad condescendiente que casi nunca se entera de nada. Es esa cercanía casi obligada, que hace casi imposible que puedas estar tranquilo rumiando solo alguna resolución o tentativa. La intención me llena de ternura, pero la realidad me colma de miseria. Me resisto a que lo que me duele a mí acabe doliéndole a los demás.

Luego están las hijas de alguien, que están siempre a punto de decirme usted, y también están las señoras de alguien, que tampoco es que me tengan del todo en cuenta, aunque cuando hablamos están despreocupadas y distraídas colocándose los elásticos de las bragas. Estoy vaciado a la fuerza, exprimido desde dentro, y siento que desde que nací estoy en una edad muy mala.

Jag.
25_7_19




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19 de julio de 2019

AHORA MISMO EL BORDE TEMBLOROSO DE SUS PÉTALOS



Se ha perdido y se busca niño hermoso por sorber queriendo los labios mínimos secretos pétalos que yo quiero, por haber sacado a conciencia la chispa incontenible que tiene su madre, la misma gracia que se le escapa igual de sencilla cuando alguien saca un tema que no entiende demasiado, y ambos, él y ella, te plantan delante esa sonrisa cálida como un desengrasante perfumado de albaricoque con efecto calor. Se ha perdido y se busca ese niño hermoso porque deja igualitos los brazos indecisos cuando el terral está apretando. Se ha perdido y se busca con insistencia ese niño hermoso que inocentemente se pone siempre delante del hombre que soy y necesito, y como una pegatina de cuerpo entero, me deja detrás, me corta los gestos y me borra las razones. Y hasta aquí todo bien.

A pesar de tanto que me estorbe, busco a ese niño hermoso que me oculta, porque me libra de ser falso austero, fanfarrón inconsecuente baladinador. Ciertamente, aunque alguna gente me va a ver ridículo, yo lo he perdido, y lo busco porque es lo único bonito que ha sido mío y he tenido siempre, claro. Y porque creo que es el único rezo que me sé, y porque es lo único que me sirve ahora que llevo unas horas que he vuelto sin querer a pensar en cierta mujer constantemente, y me he visto como doblegado a la hermosura que ella tiene y pone en las cosas que hace, y verme arrojado a sentir tan torpe y arrebatado que ella y yo encontramos el momento de poner la mano en todo lo que palpita, ponernos perdidos de besos y alargarnos en el juego de hacernos charquitos de sudor en el cuerpo y lamerlos con toda la paciencia, tan suavemente.

Jag.
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UNA TAZA DE CALDO QUE MUERDE



Yo ya no quiero pensar nunca más en lo que una vez te dije que tú tenías tan pegado en la silla. Yo ya no quiero vivir más tan constantemente desahuciado entre el pasaje del ilusionado y la calle del imposible. Que te mordería hasta ordeñarte las sonrisas ya no es algo noticiable. Aventurar que el día menos pensado vas a saber que la solución de algo tuyo pasa por que yo te encuentre reunidos algunos puntos sensibles que te hagan derramarte sin culpa ya no es argumento aceptable, me parece. Pero te he visto un segundo más callada de la cuenta. Te he sentido mordiéndote algo por dentro, agitando cansada las ramas flexibles del árbol de la tristeza. Estabas preciosa con el pelo cubierto de esas hojas, pero me he dicho fulminante ni se te ocurra volver a desear que esa mujer caiga en la cuenta de que eres una simple persona digna de que con un afecto mínimo le toquen al menos el brazo desnudo en verano. Nada más, como siempre últimamente, me he dicho. Nunca más, como lógicamente imaginarás, y me clavé salvaje los dedos en la palma, la palabra en la lengua sin sangre, y seguí mirándote con la cabeza agachada a una distancia suficiente. Yo sé que para cosas como esta no nos han dado la vida, y si es así, para qué la queremos. Yo sé que la vida está hecha de muchas cosas imbéciles que le dan base al mundo de los imbéciles y les mantienen los pezones duros y brillantes los dientes. Yo sé que la vida está hecha de cosas valientes que nunca van a llegar a nada, pero que sostienen la vida de los valientes, aunque los mantenga hundidos, y sostienen la vida de los imbéciles, aunque éstos nunca se vayan a dar cuenta. Yo sé que la vida no es para verte así de triste, y continuar imbécil adelante. Yo sé que la vida es valiente y qué mierda importa el vómito que me trague, la maravilla que se me escape de los poros del alma, mientras tú vienes a saludar para quedarte desde el principio con los brazos colgando, como suspendida en una épica que no concibes. Yo maldigo mi certeza de que ya no queden rastros de suspiros que seguir al paso de la tormenta, pero te siento cuando te tengo delante, y se me clava por dentro ese regusto melancólico que te viene tan grande, y tierno me estremezco, y te pienso sucio, y de rabia me voy corriendo a darme un burdo y sencillo consuelo, y al final, en ese inútil desfallecer con tu nombre que se repite susurrado en la boca, me he mordido fuerte la rodilla pensando que tú también echas de menos los días en que de lejos mirábamos juntos al amor, que era como una taza de caldo humeante que no nos atrevimos a llevarnos a los labios.

Jag.
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12 de julio de 2019

UN LIGERO IMPREVISTO EN EL CIELO LIMPIO


Después de todo,
confesarte ahora
que no había contado 
con el vuelo de tu vestido.
Jag. 
9_7_19


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6 de julio de 2019

DIGAMOS QUE MANZANILLA TIENE LO JUSTO DE INTERNAUTA


1_Te vi, y supe que mañana no me acordaré, que no habrá nada que contar, porque tengo poder en la impresión de que se me ha pasado la edad de que tú y yo nos abracemos con gusto o con ansia. Bueno, a ver me explico, yo te miro y sí que me lanzaba a darte de besos en todas partes hasta delante de gente que me va a preguntar pero tú qué estás haciendo. No me malinterpretes, que preciosa y digna de amabilidad sí que lo eres un rato. Lo que quiero referir exactamente es que a mí a estas alturas pues se me enciende sin remedio el piloto, y se me viene delante cuánto estúpido sofoco y aplastante ridiculez he tenido que ir pagando cada vez que me he visto enamorado. De eso, uno fácil no se recupera. Eso era.
2_Alguna gente me dice espabila que la vida pasa, y yo no sé hasta qué profundidad o lejanía o extensión o amplitud están entendiendo lo que me dicen. No sé hasta qué punto su frase es un fruto mínimo recolectado de su experiencia vital, o si no es más que una estúpida frase hecha para darse un lengüetacillo en el ego ya que estoy débil y delante. Menos mal que nunca suelo hacer caso de esos arranques de sabiduría irreflexiva.
3_La gente se cree joven hasta el Instituto. Después empieza a bufar y a sacar pecho por cualquier mierda. El cambio llega por pistas: el abandono y la decepción (que dependen de lo que invertimos en los otros), y el cara a cara con la altura verdadera de quiénes somos cada cual (que de eso no hay quien se sepa esconder). Y luego ya sí. Luego sólo los tontos (es decir, una gran mayoría) se niegan a admitirlo. Cae por su peso, como todo en la Naturaleza. Tarde o temprano se descubre que no hay nada que cure la desgana. Luego viene un mínimo repunte de ridícula dignidad antes de enfilar la empedrada cuesta abajo del burdo simple grosero precipitarse sin más. Para quienes todavía tienen tiempo de pensar, pues en diversas tallas y colores, la enfermedad, que te pone un tiempo en la fila de los probadores, que en realidad es la muerte.
4_La carne más aburrida y frustrante en la que yo haya echado mis besos. Hay que ver cómo se pone uno a buscar amor en algo que le está apagando casi desde el principio las herramientas y destellos de querer vivir, Dios mío. Fue conseguir alejarme de ella y decirme: a partir de ahora, si tiene menos tetas que yo, lo nuestro va a ser amistad como mucho. Y me la suda cómo suena todo esto.
Jag. 
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