ESTILO ZAFIO CON GRANDES AJOS DE ORO
Bueno, todo empieza con que no tengo un plan de hacer algo demasiado largo en este momento, ya sabes, algo que cuando des click a ver más se te tropiecen las canciones y te ralenticen las descargas. Todo empieza en que me huelo la necesidad de volver a lecturas que me ayuden a fijar un estilo algo zafio aunque salpicado con frecuencia con grandes ajos de oro. Ya sabes, evitarme lo de siempre, no sé si me llego a explicar.
En los últimos estertores de la academia me dijeron eres como
muy flexible voluble maleable
o algo por el estilo.
Por la consideración elemental que les debo de siempre a compañeros y maestros, en ese tiempo me dejaron pensando.
Poco después, cuando ya empezaba con la costumbre de recomponer la risa después de tanto morder el polvo, de repente un día empecé a pensar sin trabajo qué cojones van a decir éstos de lo que yo sea o vaya a dejar de ser. Qué conocimiento profundo podrían tener estos apoltronados de la remota posibilidad de mi capacidad de remonte, vuelo, planeo, caída lastimosa del intento de ser del alma y del cuerpo de mi persona, si todo el mundo los está viendo tan todo su tiempo ocupados en chupárselas con natural constancia dedicación los unos a los otros, vigilando de mantener cerrados los límites de su corraleta, no vayamos a entrar ni yo ni tantos otros, a sus reuniones secretas, en las que se reparten los pedazos de limosna los importantes.
Estoy solo, y en eso de estar solo desde esta perspectiva específica, aunque no dejo de ver cómo la mísera soledad que me dio un tribunal, me abrió a tantas otras miserias y soledades, ahora sé que no es el tema ni el lugar, ni momento de extenderme.
Mi plan tan corto, apenas me da para darme a mis decisiones y poco más. Tan pobre para la vista apresurada, tan rico soy, que siempre entiendo mezquinos los alcances de mis sueños. Eso no me evita ver con desgana dolida cómo se me pudre casi la nobleza ofrecida, el brillo de lanzarme generoso hacia delante confiando en que nadie de entre a quienes les duelo acabe desmejorado en su honra y por mí avergonzado.
Antes me decía valiente.
Ahora me digo valiente idiota.
Ahora sí, mi futuro es mío, y no es porque no lo quiera nadie.
Sólo quiero dar un paso en la calle que me acerque a encontrarte.
Mucha gente que ni me huele, ya está diciendo ya estamos.
Mucha gente que ni me huele, ya está especulando mis heridas, tentando la rima de mis gracias.
La gente a la que en realidad qué coño le importo, rechinan los cuchillos brillantes sin caer en la cuenta de que casi siempre han cagado en sus casas. Me van a mirar con furia miope y tendré sus caricias de condescendencia rosada, sin caer de verdad en la cuenta de que, entre ellos y yo, yo soy el que fui a sus casas con mis especias, yo soy el que sacaba los temas para limpiar las pieles muertas. Que yo soy el que fue, y que nunca me escucharon. Pusieron un hielo en mi vaso, en la chimenea una rama, una mano relajada en mi hombro y taparon mi fiebre con diapositivas y manjares.
Después cuánto amor y estropicio. Después qué te apuestas y hay que ver. Después, todo después. Como antes y como siempre. Después todos menos ellos cargaron con las culpas.
No fue el Gobierno el que nos agrupó en las casas.
No fue el Gobierno quien dijo tú y tú os vais a calentar para siempre el mismo lado de la misma cama. Os vais a besar de verdad tan sólo cuando todo esté limpio. Os vais a empapelar hasta que descubráis que la felicidad no tiene ni puta gracia. Y vais a rendir culto al vacío esplendor de lo razonable. Vais a sonreír cuando venga la plaga, vais a obedecer cuando cante la tormenta. Os mantendréis abrazados y no preguntaréis de dónde sale ese humo de algo verdadero que están cocinando para otros en otra parte.
Y todo eso son ellos, y no soy yo.
Con todas mis faltas.
Yo soy el sabor, aunque apenas puedo tener un plan corto. Algunos días me despierto y me estoy abrazando, y sólo se me ocurre que puedo pensar en nada y en libros. No hay perspectiva ni pared ni techo ni ventana. Sólo hay un dibujo de aliento que hace el frío. Es como un aire tímido que dice que viene a salvarme y se queda sin fuerzas de pronto.
Entonces me centro en mi enfoque. Hablar de cosas pequeñas que no importan a nadie. Hablarlas para mí, y si la gente es más lista que aprovechen sus ejemplos. Tengo que tirar adelante, que no tengo primera ni segunda residencia. No sabes el partido que le saco al amor que me prestan. De ahí saco aire suficiente para iluminar incluso con serenidad y dulzura mis hechos principales. Y todo con un estilo zafio con grandes ajos de oro.
De todos modos, no puedo evitar iros diciendo desde ya que no nos vamos a amar los unos a los otros cuando por fin abran las puertas. Y ahora escupidme y decid que estoy oscureciendo la frente de las niñas y de los niños. Pero podríais fijaros en la fidelidad que le guardáis a que todo vuelva a ser como antes. Salud. Vacaciones.Thermomix. Paz de proximidad, Democracia de la de siempre, que mi chico me saque Derecho, y que todos estemos siempre unidos y cortemos juntos los plásticos de las latas de cerveza que ahogan a las pobres tortugas, y adelante con la cobardía y viva por siempre el vuelo controlado.
Como una lágrima que se seca.
Como el pelo recién cortado.
Quizá es que no sé dejar de sentirme tirano en eso de hacer mi vida sin vergüenza ni disimulo.
Quizá te pienso sin planteamiento, y me abrazo y me olvido del tema, y ardo.
Quizá te pienso, y en ese pensamiento me miras y pierdo para siempre el dominio.
Quizá, de todos modos, voy viendo que se me muere la diversión que yo quería en este enfoque, y por eso, mejor aprovechar el momento de callarme. Si la cosa no tiene gracia, no es plan. Y para qué seguir entonces con la misma mierda de siempre.
Jag.
12_5_2020