Mirar y ver, oír y escuchar
son distintas ventanas de la casa de tu alma.
En ella conviven tres que,
en acuerdo o en disputa
las van abriendo y cerrando:
poder, saber y querer.
Al vaivén constante de sus caprichos y sus lógicas
hay que añadir el tino o la desazón del visitante,
buscando la fachada en la que hallar
respuesta.
.
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