que nos dibujan
muecas de desazón y alegría,
enredos que nos salvan,
enredos que nos marcan,
nos elevan,
nos poseen. Enredos todos,
deseados e inevitables,
escribiéndonos la partitura
del despreocupado silbido
que entonamos alegremente
en el paseíto que damos
entre el agujero del que salimos
y el agujero al que vamos.
.
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