Muchos
de entre quienes leen van a pensar que este comentario es de mi edad,
y supongo que están en su derecho, que la verdad es una casa con
muchas ventanas, y esa es a la que ellos se asoman, para ver desde
fuera lo que hay dentro, o para ver desde dentro el trozo de calle
que les toca fuera. La verdad es que este texto no tiene edad. Somos
cada quién y cada cual los que con conciencia, en determinado
momento, llegaremos a entender que nada más nacer crecemos y nos
levantamos, con ayuda primera, y con decisión y con acierto, con
equivocación nos hacemos un traje, un espíritu, una razón, nos
hacemos valerosos y pedimos, nos dejamos hedonistas y clavamos
banderas en la zona del conformarnos, sí, todo lo que quieras, la
dura verdad, la mires desde una ventana temprana o desde una ciega
atalaya, es que nos gastamos. Nos gastamos. La vida, a quien
preguntes, le parecerá brevedad programada o sufrimiento que caduca,
al fin, y para dudas y aclaraciones, dirigimos nuestras preguntas a
Dios, con todos sus nombres, y ya nos puede llegar respuesta, ya, que
de la factura del desvanecerse, ni teniendo el papel delante se
libran, ni en el teatro ni en la vida, ni el actuante ni el
apuntador. Llamadme cenizo, pero no lo digo yo solo, aquí se gasta
hasta el gato, por muchas siete vidas a las que se aferre, en los
manuales del Barroco se llama vánitas, en el flamenco es bulería
por soleá.
Y fíjate
tú, que me cunde la noche de tormenta en pajearme por mi decrepitud.
Y me da por pensar si no será la memoria lo primero que se dará el
trastazo en mi vida que renquea. La memoria, tú, que me mire una
mano, la derecha o la tonta, la siniestra o la lista, da igual, que
me la mire y no tenga siquiera la conciencia ni las palabras para
reconocerla, para nombrarla como mía. La memoria, tú, la
conciencia, oye. No puedo dejar de pensar, ahora que puedo, en
semejante horror. Para qué querría entonces la sangre y el resuello
sino para un vano mantenerme en pie, alimentándome porque me lo den,
sin saber siquiera que para levantarme lo necesito. Para qué querría
entonces el corazón si no lo siento ni lo tiento, para qué querría
caminar sin camino, para qué querría suspirar sin anhelo. Sí, hoy,
porque aún puedo, me ha dado por pensar que mi pensar, mi sentir
incluso, un día se acabarán. Y pensando y sintiendo hoy enmedio del
imaginarme en ese descacharrarse, he sentido, he pensado con toda la
alegría y todo el dolor en tantas cosas que hoy, sin esfuerzo ni
avería puedo pensar y sentir ufano como partes del llorar y del reír
que le dan cuerpo a mi vida. Y podría lanzarme de cabeza, ahora que
aún tengo luz, a señalarlas, a darles hoy a cada una su denuncia y
su homenaje, a darles forma de queja o de satisfacción, en el
intento patético de jugar a los dioses y dejar todo mi mundo
consignado. Pero porque aún siento y pienso, he pensado y sentido
que no, que hoy tengo toda esta vida y la amo. La lloro y la río y
la amo. Y esforzarme hoy en dejar por escrito lo que puedo perder y
añorar, es indigestarme por lo que no he comido, es hipotecar mi
presente en buscar vacuna para la incurable dolencia que nos promete
el futuro. Es de locos. No, es de tontos. Sentir y pensar se me
ocurre que hoy son un privilegio que voy a usar sin mesura mientras
buenamente pueda. Voy a sentir y a pensar con todo lo que soy,
haciéndole todo el honor que pueda a la vida, aún habiendo
imaginado la certidumbre fatal de que sentir y pensar son dones
preciosos que se me van a ir por el sumidero. Y aún así, torpemente
humano sí que soy, y me da por maltratarme minimamente en ese por si
acaso. Me da por pensar y sentir necesarios testamentos mentales por
si este debatirme coloca mis huesos y mi piel simplemente, en un
devenir de ni sentir ni pensar, ni saborear ni padecer, dejado de pie
sin postura, con los ojos abiertos sin mirada, dando pasos sin
decisión en un mundo que se encuentra de pronto, por pura pena o
humanidad, como obligado a sostenerme en la vida, como ofrecido a
reeducarme en el simple aprender a pedir un vaso de agua, con el que
prolongar hasta la venida de las tinieblas mi pura supervivencia en
eso, en lo que me quede.
Ahora,
todo chulo, puedo simplemente poner puntos y aparte. Decidir.
Respirar. Relajarme. Huir de la fatalidad incluso, mientras pueda.
Vivir mi vida, como he dicho en tantos párrafos. Y amarla. Amarla
porque siento y puedo y porque tengo ese amor.
Y fíjate
que ahora, con todo esto encima, por dentro y alrededor, fíjate que
ahora me da por escribir lo que te amo. Y el amor no se escribe, pero
me salen letras para toda tú, mientras te llevo conmigo a todas
partes, sin haberte pedido permiso, todo el día desde que te
conozco, pues me levanto cada mañana con una canción luminosa
intemporal con tonadas de raíces profundas que se entrelazan dios
qué locura. Y como las canciones que no se te van de la cabeza, ya
puedes hacer cualquier cosa, todo el tiempo contigo, sin estar. Y me
tocas, tú no te asustes. Y ahora que aún puedo, te pienso y te
siento y no quiero ni pensar en toda esa vida que se pierde
especulando acerca de funestos desenlaces. Te pienso, te siento y te
amo naturalmente, y es sencillo: tú existes y yo tengo ese amor.
Fíjate tú que escriba lo que escriba y tenga entre manos lo que
tenga, a mí sólo se me ocurren ahora esos besos ilógicos que de mí
recibes a las tantas. Todo lo repentinos e inexplicables que tú
quieras, esos besos traducen torpes la vida mía que te piensa y
siente, y yo espuma gazpacho colina de la hamburguesa perfume de
arrebato licuado a mil por hora. En fin, amor, ya vas sabiendo que
soy así, y peor.
Torpemente
humano, si dedico una línea a sentir, a pensar en testamentos
mentales, si alguna vez todo se precipita sin remedio, y el mundo,
por lo que sea, se empeña en que sin sentir ni pensar yo tengo que
mantenerme vivo, por favor, que alguien me salve la dignidad de
ahora, la de entonces, y me reeduque en esto que te pienso y te
siento. Quiero que me reeduquen hasta volver a ser el que soy ahora.
Que me lleven a encontrame contigo por primera vez, nuevamente. Que
me pongan a escuchar por primera vez, nuevamente, el “Dummy” de
Portishead como mínimo. A eso y a ti os siento deseables en mi vida
nueva. Si me mantienen vivo después de perder la memoria, el
resuello del corazón, que por favor me reeduquen hasta parecerme a
este que te ama.
Jag.
Gràcia _4_oct_2015
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