Hola, es éste mi poema.
Abrázalo y deja que te abrace.
Es muy sencillo, somos tú
y yo frente a frente
en una mesa. El poema tú,
el poema yo, y la mesa,
el poema.
¿Lo quieres? ¿Sí?
Tuyo es.
¿Lo quieres? ¿No?
Tuyo es.
Porque en realidad,
si no es por ti o por mí
el poema para qué.
Vale, quedamos los tres
en que tuyo es.
Tan huérfano,
brillante, desfallecido.
Tan fracasado
equivocado.
Tan certero con
su dedo breve
en tu húmedo
punto íntimo,
tú no me digas.
Es vida que
te mira me mira
desde la mesa.
Deja tus dudas, para
qué las quieres.
No son sólo las emociones
de quien escribe. Son
también las de quien lee.
Las tuyas. Entrégate
como en mi poema
me entrego yo.
Este poema es
contigo ahora.
Vale, yo lo hago
pero tú lo haces
porque él se hace.
Ya me entiendes,
todo esto
no es para explicarlo.
Un poema es
lo que te llevas
cuando lo dejes.
Ya no es mío
ni tuyo.
Es muy suyo.
Es como
que va consigo mismo
de la mano.
Aunque no sabe dónde.
Estamos perdidos.
Por eso el poema
me parece.
Es un encuentro,
es un desencuentro.
¿Cómo quieres tú
que sea? Ven,
desnúdate, yo
te sugiero te lo pido.
Como yo,
en mi poema.
Es que si no
para qué tanto
tiempo solo con
la barra espaciadora
con el Enter
dale que dale
me parece.
Jag.
26_4_21
.
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