Ella redactó bien en la noche de las chicas sin fin.
Me mojó, con sus dedos en saliva, los dos
cristales de las gafas. Sí, es verdad que puede que esto no sea más que un
burdo y elemental intento de juego desapasionado, al nivel más ínfimo con
respecto a la posibilidad de comunicar algo, pero ya ese rato, a pesar de que
para mí no sea más que un paseo ocioso fuera del torrente estelar, ya le da un
tono, un referente a mi partitura, que sólo quiere acercarse, en lo posible, al
océano de amor que da estructura y compone el universo.
Un destello pasajero quizá, pero es luz y
energía. Es calor puntual. Es comunicación sin palabras ni barreras.
Puntualmente es posible todo. Las puertas
se abren instantáneamente, como un parpadeo. Y el amor es un aroma, una pista
en la niebla.
No hay tiempo ni espacio para planes. No
tenemos fuerza para darle casa a nuestros nombres en la memoria. No tenemos
anécdotas para el recuerdo. No tenemos futuro. Pero instantáneamente, he tenido
la poderosa percepción de que, con su dedito mojado en saliva, avanzando hacia
mis cristales, han acabado encajando todos nuestros entrantes con todos
nuestros salientes.
.
Más que un "dedito", entiendo que fue un "delito"
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