24 de agosto de 2020

POR AQUÍ TIENE QUE VENIR LA MÁQUINA


Escribo sobre lo que tengo, lo que veo, lo que entiendo y lo que no. Escribo sobre lo que quiero y lo que no, escribo sobre lo que puedo, y quiero escribir sobre lo que no puedo escribir, ya ves. Escribo sobre lo que soy, en cierto modo, porque si no es sobre eso, para qué escribir, nunca saldría de lo extraño, y por otro lado, escribir sobre lo que soy, nunca se termina, porque es escribir sobre quien voy siendo, que es como tener una huertecita que no tengo, e ir cada día a preguntar, que es cansado y nunca recoges nada, pero de pronto mira. Escribo sobre lo que soy, porque escribirlo y darlo a leer a la gente le pone a lo que soy un aire generoso, y nunca me deja alejarme de lo humilde.
Escribo para decir esto ahora, porque no veas tú la de planteamientos. Es como entrar en un solar con la arenilla y empezar de un lado para otro por aquí tiene que venir la máquina y hacer un sótano y dos depósitos, y unos cimientos poderosos para sostener toda la casa hermosa que quiero que vaya subiendo por el aire de encima. Al final te lías de entusiasmo con la arena, y no entra la máquina y casi nunca es tan sencillo, pero de pronto un día frustrado enmedio del solar, te das cuenta de que aunque no has construido nada todavía, quien eres ya tiene su sótano y sus depósitos y sus dos plantas con ático desde los que lanzarle besos al mar. Al final esa impresión te dura dos minutos, pero por esos dos minutos, uno sigue todo el tiempo. Quiero decir, más bien, la de planteamientos que escribiendo puede uno poner sobre los sinsabores, los rajones dolorosos y los golpes de suerte de la puta vida, la de intentos que todo el mundo tiene que tener al día para hacerse una simple persona, la de vueltas que pueden darse sin parecer que estés haciendo nada de provecho, y de pronto alguien lee dos letras cuatro párrafos como quien dice, y ya se hace una idea de que eres tal y que estás un poco, y tan alegre se lo compone y tan olímpico te lo suelta. Yo debo decir que me sorprende ese desparpajo y que me colma de vergüenza la vagancia. Que leer no puede ser tan atrevido sin trabajo, me parece. Pero claro, quién soy yo para meterme en lo que la lectora el lector se exijan para comprender y para hacerse. El de la arenilla que está todo el día con la máquina que nadie ve, y ése, tres de cada cuatro son una chalaúra.
Jag.
5_8_2020


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