24 de agosto de 2020

UN REBROTE DE NORMALIDAD


Ya han publicado el listado de artistas a los que el CAAC compra obra para paliar los efectos de la crisis COVID.
La verdad, no sé para qué vuelvo, tan ingenuamente, a presentarme a concursos/convocatorias diseñados para gremios herméticos. Supongo que, a la vejez, la necesidad te lanza con toda la inocencia, a llamar a la puerta de los cenáculos de toda la vida, buscando atención, que siempre hace falta.
No me han seleccionado, y aunque también contemplo la posibilidad de "no dar la talla" con las propuestas que ofrezco, cuando compruebo que la mayor parte de artistas seleccionados son seguidos por CAAC en Instagram, y además ya están presentes en listas de adquisición de años anteriores, pues, sin ánimo de poner en duda la calidad de esos artistas/obras, yo no dejo de preguntarme por qué convocan un concurso-compra para ayudar "al sector", si ya tienen tan claras sus preferencias. A mi me parece que es lo que estoy viendo desde siempre: justificar el dinero público que se destina a la familia.
No es que para mí sea una sorpresa no ser NADIE cuando hay convocatorias públicas. Siempre que me he presentado, he comprobado que me faltaba algo importante. Aunque siempre he pensado que lo que, dentro de los límites de la honestidad, se me pedía desde esas convocatorias, yo lo satisfacía con creces. Pero entonces, ¿qué es "lo importante" que faltaba?
"Lo importante" en este país, en las convocatorias oficiales que cumplen con los estándares de ecuanimidad y transparencia, queda disfrazado y legalizado, por ejemplo, en la entrevista personal. Nadie lo dice, pero ahí, en lo subjetivo y lo no cuantificable, es donde los jurados evaluadores tienen un espacio de margen para hacer valer la arbitrariedad o los compromisos que han adquirido, bajo cuerda, sus jefes. Esas decimillas de los baremos, que no son negociables, son "lo importante". En algún concurso público, con los números en la mano, he cumplido con creces el baremo de puntuación por publicaciones, el curriculum académico, el artístico, aporto experiencia probada en el puesto solicitado, y después me han puesto un cero en la entrevista. Y aquí estoy, tan libre de explicaciones y tan sueltecito de cargas.
Cuando era más pipiolo, yo me echaba las culpas y me deshacía en lamentos. Me preguntaba en qué he fallado, en qué he fallado, vaya tela. Ahora, miro a quienes sí lo han conseguido, y comprendo de qué está rellena la supuesta meritocracia de este país. Me lo callo.
Cuando estaba allá, no era nadie. Cuando estoy aquí, tampoco. Algunos no tenemos NUNCA nada que conservar. No tenemos más amparo que nosotros mismos.
Todo me suena a lo de siempre, y todo está dentro de lo normal. Esa normalidad, que es como una capa fina y transparente de normalidad, que se superpone a la normalidad de antes, lo único que hace es darle fuerza a la normalidad que les conviene a los de siempre.
Creo que la nueva normalidad sólo va a ser posible coincidiendo con la extinción de las putas abejas. Supongo que para entonces sí que podemos esperar cambios sustanciales. Paciencia y perseverancia.
Jag.
31_7_2020


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