31 de agosto de 2021

AQUÍ MI DESAYUNO

 

Hola, feliz lunes.


Me doy cuenta de que últimamente no hago más que compartir recuerdos: textos que me nacieron en momento oscuro o venturoso, memes de risa floja y tonta para sobrevolar lo duro, lo estúpido, para abrir una ventana nueva por la que sacar como poco la nariz y respirar algo de fuera, o algo de lejos, o algo distinto de lo de uno.

Me doy cuenta de que ya es muy de vez en cuando un poema que me diga pues mira qué sorpresa. O qué bien. O qué gusto. O toma ahí.

Me veo como desfallecido para seguir con ilusiones. Sin pulso para jugar al enamorado. Sin fuelle y sin paisaje, como una mantequilla sin pan decente para hacer su viaje.

Me digo que de tan decepcionado sólo puedo ser decepción. Y que entonces vaya chalaúra asomar la nariz al mundo, que para decir lo mierda y no aportar nada, pues para qué. Por ejemplo, entrar en Facebook: algo tan facha, tan superficial y manipulado. Tan alejado de lo que una persona decente desearía. Para qué.

Ya paro. Vuelvo al redil social y mantengo el protocolo. Qué estás pensando. Personas a las que quizás conozcas. Consigue tu insignia ahora.

Aquí mi desayuno.

Tanta queja, y no puedo dejar de agradecer el contactar con gente en un suspiro, en una broma, en un desliz.

Alguien te habla de un libro, y el libro te encuentra su sitio. Yo digo que ese alguien es tu gente. Y por eso uno se sigue asomando.

Jag.
9_8_21


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