31 de agosto de 2021

NO TE SABES LOS TRUCOS


Me hago mayor. Muchas cosas que antes me pasaban por dentro de manera inexplicable, referidas a alguna persona del paisaje, que ni rozaba, a algún atisbo de bonanza en el aire, que no sentía necesidad de nombrar ni de compartir con nadie más que con un escrito desmañado que acababa sepultado bajo un rayajo o una pintura, muchas cosas que me venían y se quedaban en mí revolucionadas un tiempo justo, a esas cosas, con otra edad, yo las llamaba amor.
No es que haya perdido las ganas o las fuerzas de querer. Es que ahora ya sé que no voy a nada, y sé, cuando voy, en qué suele acabarse desvistiendo todo, y ahora me va dando tiempo a respirar antes de lanzarme a envanecerme de saber quién soy debajo de una lluvia, o saber qué siento con un extraño aliento aquí sentado al lado. Ahora veo los mismos bailes, y los días buenos siento compasión por esas cosas que bullen en la vida. Es como una simpatía en la comprensión de la desgracia. Los días malos ya presiento el rencor hacia mí mismo, por dejarme llevar otra vez por un olor que pasaba, por una temperatura tan frágil, y lanzarme otra vez, como cuando más joven y más tenso y más pujante, hacia lo equivocado.
Una polilla blanca cruza silenciosa y diminuta la negrura de la noche. Ahora siento igual que antes, y sé que no voy a tener una estantería de madera clara como tiene la gente para dejar tranquilos en ella lo que sienten. Ahora siento como antes, y mantengo los labios apretados porque sé que yo no tengo casa adonde ir.
Jag.
27_8_21

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