26 de julio de 2020

GALLETA MOTIVADORA


Estimado librito bilingüe de William Carlos Williams, me dirijo a usted con todo respeto para comunicarle que esta mañana conseguí olvidarme de escribir un poemita en el que una mujer suficientemente deseable me decía
Te hiero como amigo,
yo pienso que ese olvido vino motivado por mi reticencia a soltar en el mundo una combinación de ideas de dudoso ingenio y escaso provecho para el lógico crecimiento de la vida en sus buenas maneras. Debo decir que dejar de escribirlo ha sido uno de los acontecimientos que he podido vivir en mi pueblo en este día de hoy sábado. El otro acontecimiento ha sido el conseguir sacarme, tras denodado esfuerzo, sin elementos punzantes, con la sola acción de la lengua diestra, un trozo de cebolla de ensalada del hueco de una muela. Esa labor me ha llevado largos minutos de la tarde, durante los cuales me ha sido prácticamente imposible mantener claras mis ideas para la práctica de la especulación filosófica. Debo añadir, estimado librito bilingüe de William Carlos Williams, que no es que me sienta holgadamente satisfecho a nivel espiritual, económico-social-relacional, erótico-festivo-emocional en este pueblo desde nunca, pues la felicidad está fuertemente anclada y enquistada en lo puramente material, y la remota posibilidad del rozamiento con el puro éxtasis que hace trascender al hombre, aquí sólo puede medio aproximarse en el rudimentario intervalo entre la manifestación cultural religiosa y la simple drogadicción. Todo excesivamente ajeno a mi apetencia y sintonía.
Es verdad, estimado librito bilingüe de William Carlos Williams, que porque la poesía está muriendo en todas partes, está más que nunca viva la poesía, pero todo, para mí, está entrando en un confuso y peligroso derrotero.
Yo creí que la vida era una pequeña alma, compacta y pura, que en la niñez empezaba a rodar cuesta abajo por una montaña de polvo de nieve, y conforme bajaba, se iba abrigando y haciendo cada vez más grande con lo que por el camino de nieve se iba atesorando, hasta llegar rodando a descansar al valle, en el que pausadamente un sol de primavera al verano descubría el alma pura que se había echado a vivir, como un río, desde la cumbre, pero qué va. Voy viendo que más bien lo que yo creía un alma pura era una albóndiga de carne picada más o menos compacta, con un volumen y densidad que te dan de nacimiento, bajando por una accidentada montaña pedregosa. A cada giro voy notando cómo voy desprendiéndome de una parte de mi esencia, que era yo todo, y con eso que se queda desprendido entre las piedras, veo que voy perdiendo redondez, con lo que el rodar, cada vez me está pareciendo más dificultoso, llegando a convertir los tropiezos en saltos de catástrofe, y el simple evolucionar hacia el llano en maltrechas violencias que me hacen pensar que más de mí quedará en la accidentada cuesta inclemente que lo que llegue al descanso. Así que ya ve, estimado librito bilingüe de William Carlos Williams, en qué va a quedar el negocio de contarle el logro de reprimirme por la mañana un poema atontado y malevo.
Jag.
19_7_2020


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