6 de julio de 2020

TAMBIÉN BANDAS DIAGONALES EN LA ROPA


Vale que todo es una trampa de la mente. Vale que lo que ves o sientes delante no es delante, ni lo que ves o sientes detrás no es detrás. Vale que todo es como una fábula epiléptica redactada sin objeto ni orden ni sentido. Vale porque te paras y respiras y te dices así que todo esto era para esto, y que es lo mismo que decir, así que al final no hay examen sorpresa. Vale que uno ya no tiene que esforzarse en el refugio del pasado mejor, sintiendo en el rincón más insospechado de la nevera, que uno como yo hereda de sus padres, más que nada, la vida ultrajada. Vale que uno conoció la zona de confort en los artículos de los suplementos dominicales. Vale que entonces, a uno le llega el momento de esforzarse por parecer ante sí mismo alguien que sigue el curso de los días con ganas, con buen espíritu y constancia. Vale que cada uno lo intente en el momento en que le venga el pálpito de que de pronto sentirte vivo te exija ese punto de voluntad y esfuerzo, vale que cada cual ponga la manera y el grado que pueda y se le ocurra. Vale todo, yo ya lo sé, llegado el momento, pero a ver qué nombre se le pone a descubrirte odiando que ahora se pongan de moda entre los jóvenes exactamente las mismas gafas doradas que ya aborrecías en los ochenta, y que pretendidamente salían entonces a la venta para satisfacer tu gusto y el de todo el nicho de mercado que compartías con toda la muchachería de tu generación, que formábais aplastante mayoría pujante abarrotando las filas desorganizadas de hermosos cuerpos esperanzados que guardaban cola para comerse el mundo, y que han ido cayendo, poco a poco, o han ido dejándose caer, en las cosas más diversas.
Jag.
2_7_2020


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