Si hago eso que te digo, si lo hago entre algo y un poco, y veo que queda pobre apresurado, o lo hago, lo escribo digo, entre algo más extenso e insistido, quiero decir, mejor pensado o bien sentido, y aún así, todo lo algo o lo poco, e incluso lo más, queda apenas en un afán de papel anegado que no me lleva ni a ser para mí un buen amigo, si lo hago, eso que te digo, lo escribo, quiero decir, y por escribir no gano para mí ni consigo ni para ti ni para nadie ni tanto así de tanta humanidad y de luz y anchura que leí con la nariz pegada al cristal de lo hermoso que leyendo me dieran, si lo hago y nada de eso yo consigo, y ni aún sabiendo que no se escribe para conseguir, yo no puedo menos que de vergüenza marchitarme, y florecer arrugado como una papa vieja que hunde los bastos rayajos de sus luces precipitada en la sucia pobre tierra que ocupa de prestado. Y decirme para qué tanto para tan poco, para qué tanto rumio para malversar el intento de la vida en tanto cauce equivocado. Mejor, me digo, que llegue lo último y me queme, quiero decir, que me borre como pista falsa hacia un sendero sin salida, y que mi ceniza en el suelo se amore con la arena, que yo desaparezca, quiero decir, y que si hubiera algo del revivir que tanto se aventura, que el mío fuera un vuelo, un suspiro callado que despierta encendido, me lo pido hambriento de su fuego, de su calor perdido, de su espacio que anhelaba. Y que así se eleve mi torpe intento de siempre y de ahora, quiero decir, el de animar y ofrecer lo que nadie espera, y dejarlo regalado a los vientos, confundido con los aires torbellinos que arrancan polvos muertos de la tierra, y me lleve a perderme en la nada disgregado, como un festival de alientos que boquea y finaliza dándole algo de más color al país.
Jag.
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