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Pienso con amor indefinido en tu delgada fiereza, y mientras trabajo suspiro por el instinto afilado que pones en la marca de tu terreno. Y avanzo con frialdad, postergando las soluciones a tus rugidos, a las meadas que me vas dejando en los rincones del alma.
Y entonces, de improviso, la tenaza me dibuja un corte único, preciso y valiente que hace que la pieza encaje instantánea, con un corte que me viene natural, con toda la fuerza y la humildad de lo que es como es, sin más.
Sin remedio, me asalta una resistencia a pensar que entre nosotros no hay hilos que nos van a mantener acordados, formando algún tipo de compañía.
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Muy bueno...los rincones meados del alma...
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