Escribir
descarnado es vivir con el hueso al aire. Todo bien alejado de la seguridad y
el calor de los restos del recuerdo del seno materno. Lo bien que estábamos,
aunque luego todo fue luz y lloro y sangre y mierda. Y retos. Y fines.
Tentativas y golpes. Y aprendizajes sin saber para qué. Y vengan ensayos para
componer tu canto a la vida. Y mantente guapo y positivo. Constructivo.
Tolerante. Como a tono con la felicidad generalizada y deseable. Sociable.
Asimilado. Nutriente, acogedor y educado. Como capado desbravado impersonalizado,
a salvo de ser quién para atreverte a plantear siquiera la peste que echa todo
esto. Yo no elegí vivir para acabar en el pelotón de los descarnados. Tampoco
en el montaje de los demás. Todo es falaz. Todo es un intraducible me cago en
la hostiaputa desde la óptica budista. Todo es imbecilidad después de haberte
puesto a tontear con el nirvana. Todo es mísero cuando cae el telón, pero eso
sí: esencial. Descarnado, como ya he dicho. Un chiste sin gusto, sin mensaje y
sin gracia. Y una risa que parece que se han dejado olvidada mientras
descargaban un sucio contenedor en el polígono. Un calor de cajero. Una
amabilidad de funcionario a las doce. Una fe de sonoras palmetadas en el pecho,
y escándalos cada tanto por la rectitud y el orden, y moretones en la frente.
Toda la vida blandiendo el machete, penetrando en la espesura. Haciendo caminos
que no llevan a ninguna parte. Abriendo por delante, y cerrándose de matorral
por detrás, a los dos días. Nacemos para no tener casa. Nacemos para hacerle
los coros a la explosión primera. Y venga adelante con el farolito, con tus
míseras luces. Descarnado. Y ahonda en el hueso hasta desnudar también tu
espíritu. Y nada. No es vacío, no es posibilidad. Es nada. Ese es el chiste.
Por eso hay Liga y política cultural. Por eso hay ONU y Tinder. Por eso hay
sueños y retos y constructo social. Por eso hay una idea de salud mental. Por
eso hay religión en todas partes, y arquitectura económica y tramoya
espiritual. Descarnado y adelante, con el farolito y el machete, persiguiendo
ilusiones. Colgándote de los rumores de la selva. Construyendo futuro en las
promesas de una piel de tu parte. Jadeos y susurros. Alegrías impostadas.
Lloviznas. Adelante cada cual, y a ver qué se saca de diseccionar una lenteja,
en el justo momento previo a empezar a germinar. Y adelante con buena cara.
Adelante como un buen vecino que disimula con los de arriba y esquiva a los de
abajo. Adelante hasta desentrañar la puta estúpida ignición primigenia. Me
duelen las articulaciones por saltos que di hace tanto que no recuerdo. Donde
ponía compañía era miedo a la verdad. Donde ponía conciencia era un mostrarse
banalmente fuerte. Donde ponía amor era un porno con nombre y apellidos. Donde
ponía constancia era costumbre. Donde ponía fe era cansancio. Y fines por
inercias. Soy un conglomerado molecular desapegado de su casta entera. Hoy
pincho. Hoy me pudro. Hoy no tienes que cargar conmigo. Me dicen que siempre
tiendo a hacerlo bonito. A más de una y de uno les sale lo entrañable a mi
contacto. El abrazo, y esa euforia del bien. Hoy es allá cada cual y no hagas
por sostenerme. Y aún así, aquí mi alegría. Aquí mi postura. Lo que de mí la
gente conoce. Todo el día con lo justo en el corazón, con lo noble en el
espíritu, ofreciéndome. Todo el día con el amor en la boca y en el intento, aún
sabiendo que la vida es de todo lo demás. Tengo que avanzar para que mi calor y
mi aliento mantengan bello y encendido este teatro. Tengo que escenificar la
belleza. Creer en el Arte. En la poesía de las cosas. Tengo que hacer a
conciencia una buena letra para mi historia. Que mire el gobernante y se sienta
avergonzado. Que miren mis maestros y lo vean todo, en su desnudez y vestuario,
y nunca se decepcionen de las horas que echaron conmigo. Que miren los inteligentes
y sonrían buenamente. Que sepan los buscadores que no construyo con pena. Y
performar mi vida, que soy ejemplo para los niños. Adelante con la desesperación
que es la única fuerza que depende de mí solo. Adelante. Hacia la oscuridad
tranquila, sin alardes y sin sabor. Adelante descarnado. El hueso al aire.
Adelante y ahonda que hay más. Ahonda en tu espíritu. Adelante y de los pies a
la cabeza, ahonda en el amor, hasta que lleguemos, descarnados, a la nada.
Jag.
15_12_16
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