ni se acaba. Es un gas,
un fluido, una melodía esencial que rodea
y da cuerpo a todo.
Quienes celebran su inicio no lo entienden, traicionan
sin querer su principio dando la bienvenida
al que siempre estuvo.
Quienes lloran su adios lo malversan. Más
convendría ubicar correctamente nuestras lágrimas,
lamentando a las pesonas,
que son las únicas que se desgastan,
las únicas que se despiden.
Son ellos,
los que creen ver que se va,
los que pierden las ganas,
los que pierden las fuerzas. Se caducan,
se rompen, se corrompen los acuerdos, y el amor sigue,
aunque le hayamos perdido la sintonía.
.
24 de febrero de 2015
20 de febrero de 2015
JUGANDO AL ESPACIO
A veces, a ciertas horas, te imagino mientras tienes a tu gente acostada. O lejos, tienes a tu gente lejos, alejándose o de camino, e imagino que en la casa pones las luces bajas y te estás calentando las manos, te estás tomando un té, o te estás tragando una culpa, digiriendo lo que sigues sin comprender del todo, lo que con desgana mantengas de los tiempos en que fuiste la novia la amante la señora de. Y a lo mejor no estás cómoda del todo, a lo mejor tu corazón se inquieta, trabajoso, a lo mejor no sabes qué hacer con los pies, a lo mejor no te hallas en la ropa de estar en casa, en la ropa que casi nadie ve, y acabas suspirando, y deseas que algunas cosas fueran de otro modo, y mandarías todo a la playa, poniendo los pies en el sofá mientras sonríes porque nadie te ve, porque el deber te ha dado un respiro y lo correcto, a esas horas, no te puede molestar.
Tú soplas, das un sorbo y lees. Y seguramente te ríes, protestas y hablas sola. Te rascas al descuido, mueves la cucharilla mecánicamente mientras ansías, proyectas, divagas con lo que mereces. Sé que a esa hora la respiración se te está ralentizando, como despidiéndose prudentemente de los intentos que has plantado por ahí, de las rutinas del día. Sé que la casa tiene a esa hora un silencio blando contenido, como una serenidad, y tú puedes permitirte especular, desear callada, entrecerrar los ojos, hacer ritmitos con los dedos sobre la mesa, sobre una pierna, mordisqueando brevemente una galleta. Todavía conservas ese pequeño brillo que te mantiene digna, honesta, constante. Todavía sabes de las sintonías de tu belleza, de tus magnetismos que no se apagan, creo.
A esas horas la noche está callada en tu escucha, y se mantiene en vilo, como la soberbia y densa fertilidad de una jungla oscura sin brisa, a tu alrededor. No sé acerca del tacto de tu cara. Nunca te he visto sonreírme, y sería como de póster, como de tonto fantaseo el aventurarte caricias. La noche es opaca aquí, en mi lado, y todo es demasiado inconsistente como para imaginar anidando en mí una palabra tuya. Pero sé que ensueñas y te muerdes los labios, sé que encuentras consuelos en el sabor que extraes de una cadenilla, sé que a pesar de la generosidad de tus alientos, a veces sueñas con tenerlos bien ubicados. En orden. Como volviendo a casa. Y entonces a veces fiesta, a veces alegría y la vida es un potrillo tambaleante sobre la hierba fresca, mullida y al sol, en el viento frio. Entonces a veces se te pone extraño el estómago y de repente piensas que quieres a alguien de un modo que sólo entendéis si evitáis explicároslo.
Yo no sé, aquí solo, si son fiestas, si son tragedias. No sé, cuando miras, de los metros de tus ojos, de los hectómetros de tus caricias ni de los kilos herzios decibelios de mi presencia en ti, allá donde estás. Pero sí sé, enfangado en una ciencia improbable, que algunas veces besas lo tuyo con una intensidad extra, que no le corresponde. Yo me veo, yo me imagino, me hallo absurdamente acomodado en el mínimo torbellino de ese beso, en el mínimo rozar de tus labios en tantas caras que no conozco, en tantos anhelos tuyos que no veré.
Y estarás en tus cosas, las que mereces, las que cargas, las que pides, las que repartes, y el mundo se estará durmiendo lentamente, pero yo sé de ese fuego que va contigo y no conozco. Yo sé de la fuerza que pones, yo sé de la valía que tienes. Sé de tu manera prudente, sé de tu explosión callada, la que sabe de lo absurdo que es detenerse en alegrías y tristezas. Sé que te abrazas, se que a veces no te explicas el modo, sé que a veces no entiendes el grado, pero se va acabando el día y acabas respirando más lenta.
Y yo mientras, me huelo un hombro, imagino que alguna nota mínima estoy compartiendo con los perfumes de tu piel, a estas horas. Y todo se va apagando, ahí en ti, aquí en mi, y como último hilo del día, tarareo alguna canción que te gusta, mientras me muerdo tantas cosas burdas que tengo, que te hieren, que te molestarían, y pensando como tonto, en soledad, en componerte un bonito escaparate para que no salgas por pies con tan sólo pensarme, pues a lo mejor ocurre que al mismo tiempo que haces todo, sin bajarte de tu intensidad, pues ocurre que me estás leyendo. Incluso, por qué no, a veces ocurre que sin buscar me has encontrado. Te sientes entonces, imagino, en una pequeña alegría que no pesa demasiado. Y haces click antes de acostarte.
Entonces sé, en mitad de mi ciencia improbable, que en la habitación de al lado algo bulle a mi favor, mientras se muerde los labios. Puede ser sólo una pobre cosecha sin fruto, pero sé que mi vida va bien.
Te escucho moviéndote y a mi ya me basta. Sentir que te mueves, sentir que algo te mueve, es lo mínimo que pasa cuando está pasando algo.
.
Tú soplas, das un sorbo y lees. Y seguramente te ríes, protestas y hablas sola. Te rascas al descuido, mueves la cucharilla mecánicamente mientras ansías, proyectas, divagas con lo que mereces. Sé que a esa hora la respiración se te está ralentizando, como despidiéndose prudentemente de los intentos que has plantado por ahí, de las rutinas del día. Sé que la casa tiene a esa hora un silencio blando contenido, como una serenidad, y tú puedes permitirte especular, desear callada, entrecerrar los ojos, hacer ritmitos con los dedos sobre la mesa, sobre una pierna, mordisqueando brevemente una galleta. Todavía conservas ese pequeño brillo que te mantiene digna, honesta, constante. Todavía sabes de las sintonías de tu belleza, de tus magnetismos que no se apagan, creo.
A esas horas la noche está callada en tu escucha, y se mantiene en vilo, como la soberbia y densa fertilidad de una jungla oscura sin brisa, a tu alrededor. No sé acerca del tacto de tu cara. Nunca te he visto sonreírme, y sería como de póster, como de tonto fantaseo el aventurarte caricias. La noche es opaca aquí, en mi lado, y todo es demasiado inconsistente como para imaginar anidando en mí una palabra tuya. Pero sé que ensueñas y te muerdes los labios, sé que encuentras consuelos en el sabor que extraes de una cadenilla, sé que a pesar de la generosidad de tus alientos, a veces sueñas con tenerlos bien ubicados. En orden. Como volviendo a casa. Y entonces a veces fiesta, a veces alegría y la vida es un potrillo tambaleante sobre la hierba fresca, mullida y al sol, en el viento frio. Entonces a veces se te pone extraño el estómago y de repente piensas que quieres a alguien de un modo que sólo entendéis si evitáis explicároslo.
Yo no sé, aquí solo, si son fiestas, si son tragedias. No sé, cuando miras, de los metros de tus ojos, de los hectómetros de tus caricias ni de los kilos herzios decibelios de mi presencia en ti, allá donde estás. Pero sí sé, enfangado en una ciencia improbable, que algunas veces besas lo tuyo con una intensidad extra, que no le corresponde. Yo me veo, yo me imagino, me hallo absurdamente acomodado en el mínimo torbellino de ese beso, en el mínimo rozar de tus labios en tantas caras que no conozco, en tantos anhelos tuyos que no veré.
Y estarás en tus cosas, las que mereces, las que cargas, las que pides, las que repartes, y el mundo se estará durmiendo lentamente, pero yo sé de ese fuego que va contigo y no conozco. Yo sé de la fuerza que pones, yo sé de la valía que tienes. Sé de tu manera prudente, sé de tu explosión callada, la que sabe de lo absurdo que es detenerse en alegrías y tristezas. Sé que te abrazas, se que a veces no te explicas el modo, sé que a veces no entiendes el grado, pero se va acabando el día y acabas respirando más lenta.
Y yo mientras, me huelo un hombro, imagino que alguna nota mínima estoy compartiendo con los perfumes de tu piel, a estas horas. Y todo se va apagando, ahí en ti, aquí en mi, y como último hilo del día, tarareo alguna canción que te gusta, mientras me muerdo tantas cosas burdas que tengo, que te hieren, que te molestarían, y pensando como tonto, en soledad, en componerte un bonito escaparate para que no salgas por pies con tan sólo pensarme, pues a lo mejor ocurre que al mismo tiempo que haces todo, sin bajarte de tu intensidad, pues ocurre que me estás leyendo. Incluso, por qué no, a veces ocurre que sin buscar me has encontrado. Te sientes entonces, imagino, en una pequeña alegría que no pesa demasiado. Y haces click antes de acostarte.
Entonces sé, en mitad de mi ciencia improbable, que en la habitación de al lado algo bulle a mi favor, mientras se muerde los labios. Puede ser sólo una pobre cosecha sin fruto, pero sé que mi vida va bien.
Te escucho moviéndote y a mi ya me basta. Sentir que te mueves, sentir que algo te mueve, es lo mínimo que pasa cuando está pasando algo.
.
19 de febrero de 2015
18 de febrero de 2015
Ella me ha quitado
amargo cataclismo
lo más grande que haga en esta vida
ella me quita la parte concreta de la pantalla
ella me quita multitudes manifestándose.
Ella me quita héroes
me quita la vida digna
la solución del gran problema.
Ella me quita el Arca de Noé
los peces pequeños que nadan con los tiburones,
me quita el mayordomo de un mendigo
ella me quita el canco.
Ella me quita Cordelia, Pequeño Lemon
ella me quita confianza,
la palabra que se escribirá en un papel blanco.
Ella me quita la inocencia y la culpabilidad
un pequeño estudio sobre el aplauso
ella me quita lo que rezaron los buenos
por las almas de los malos.
Ella me quita el pan del mañana
me quita mi vecinita
me quita la agilidad de la justicia
la planta que encontró un hombre, me ha quitado.
Y ass metal, también.
Me ha quitado el terremoto
los libros que empiezo a leer al revés,
me ha quitado cuatro preguntas
el hombre que se desangra en una cuneta
el fuera de juego posicional.
Ella me ha quitado el auxilio
mi equipo de baloncesto en la play
me ha quitado el escritor vago.
Ella, ella fue
la que me quitó
las pibas que juegan en mi liga.
Ella me quitó el espíritu de Felipe.
Ella fue.
Ella me ha quitado todo eso
y se ha quedado con menos de lo que debiera.
Pero yo la quería.
.
lo más grande que haga en esta vida
ella me quita la parte concreta de la pantalla
ella me quita multitudes manifestándose.
Ella me quita héroes
me quita la vida digna
la solución del gran problema.
Ella me quita el Arca de Noé
los peces pequeños que nadan con los tiburones,
me quita el mayordomo de un mendigo
ella me quita el canco.
Ella me quita Cordelia, Pequeño Lemon
ella me quita confianza,
la palabra que se escribirá en un papel blanco.
Ella me quita la inocencia y la culpabilidad
un pequeño estudio sobre el aplauso
ella me quita lo que rezaron los buenos
por las almas de los malos.
Ella me quita el pan del mañana
me quita mi vecinita
me quita la agilidad de la justicia
la planta que encontró un hombre, me ha quitado.
Y ass metal, también.
Me ha quitado el terremoto
los libros que empiezo a leer al revés,
me ha quitado cuatro preguntas
el hombre que se desangra en una cuneta
el fuera de juego posicional.
Ella me ha quitado el auxilio
mi equipo de baloncesto en la play
me ha quitado el escritor vago.
Ella, ella fue
la que me quitó
las pibas que juegan en mi liga.
Ella me quitó el espíritu de Felipe.
Ella fue.
Ella me ha quitado todo eso
y se ha quedado con menos de lo que debiera.
Pero yo la quería.
.
17 de febrero de 2015
15 de febrero de 2015
Tengo miedo a la muerte.
Y eso a pesar de que sé que durante toda la vida
han ido muriendo cosas en mi. Partes insustituibles y hermosas,
tesoros que me hacían caminar pleno de orgullo por la vida y que
perdí para siempre, ademanes puros, gestos que hicieron de mi un ser
bello y fuerte y que empezaron a languidecer, a ennegrecer hasta
convertirse en una costra, en un estorbo. Murieron mis intenciones,
las que me convertían en un animal beneficioso para el mundo. Murió
mi limpieza, murió cuanto había de verdad en mi. Murió mi
apreciación de lo bello, de lo justo, de lo útil. Murió la
conciencia plena de todo lo que iba muriendo en mi, murió mi pena
por esas muertes, mi sentimiento de pérdida irreparable. Murió mi
deseo de abandonar los duelos.
Todo
eso y más ha muerto en mi. Y sin embargo, aún me siento solo, miro
a los niños pequeños por la ventana y siento ese mismo miedo
ancestral a mi muerte última, esa muerte que destroza alguna vez el
sueño a todo el mundo.
.
Miro atrás
y veo claramente que hace diez años yo era mágico. Todo
parecía casar con todo, como si mis losas fueran pequeños
engranajes que habían estado buscándose y entonces –hace diez
años- se encontraran.
Lo
recuerdo con un sabor dulce y emocionado. Lo recuerdo y veo imposible
que todo aquello haya ido a parar a lo que hoy soy.
En
mi entusiasmo llego a pensar que a lo mejor dentro de diez años miro
hacia aquí, al que soy ahora, y me veo mágico.
Y
me recuerdo con un sabor dulce y emocionado. Una lástima que nadie
pueda anticipar el recuerdo, una verdadera lástima que hoy sólo
pueda tener la magia que tuve hace diez años.
.
14 de febrero de 2015
MIS AMORES
La mujer
que tengo en el corazón
asiste
impasible a la pugna
que
mantienen
la mujer
que tengo en la boca
con la
mujer
que
tengo en la mente.
.
10 de febrero de 2015
TONTERÍA
A pesar de que
no te conozco demasiado
imagino muchas
veces que estás sentada a mi lado,
tú mirando al
frente pensando en tus cosas,
yo como
robándote un ligero roce con el codo,
notando con una
alegría simple que por tu lado llega menos frío,
y ya ves, me
paso el tiempo medio ahogado
de un algo que
no sé manejar, como siempre, otra vez,
disimulando con
una ligera tonada falsamente descuidada en los labios.
Que sepas,
hermosa, que aunque no te miro,
te he acabado
viendo,
graciosa sin
quererlo,
portentosa,
fascinante sin saberlo,
y yo no sé qué
hacer ni decir con toda esa belleza
que mantienes
como recatada y que me convierte de improviso
en algo poco más
o poco menos
que un tonto
impresionable. A pesar
de que voy de
advertido por la vida. Lo que
me quedará por conocer de mí,
Dios,
aventuro.
me quedará por conocer de mí,
Dios,
aventuro.
Y todo esto me
lo he encontrado sin más,
ha pasado, ya ves,
ha pasado, ya ves,
a tu favor o a
nuestro pesar,
habida cuenta de
que a mi amargo entender
tu vida tendrá
ya repletas todas sus estanterías,
imagino, pues total,
imagino, pues total,
quién soy yo
para imaginar un poco más
de atención que
la educada, quién soy yo
para aspirar a salvarte, a servirte
para aspirar a salvarte, a servirte
de compañía
siquiera, intentar
que no te sientas sola del todo,
que no te sientas sola del todo,
un día de frío
de cada tres.
No sé qué
enfermedad oculta,
no sé qué dios
caprichoso y cruel me anima a pensarme siquiera
como mueble
sábana cubierto aldaba descansillo
de la puerta de
tu casa. A veces me levanto y con las claras
del día me
visto me enjuago los ojos ante el espejo
y me veo y te
veo sin imagen, sin recuerdos, sin anécdotas,
y todo empieza a
presentárseme básicamente complicado,
y te pregunto
pero tú quién
eres, que me llamas sin querer,
y me miro y no
dejo de preguntarme
pero tú quién
eres para llamarla, aunque sea sin querer,
y me lavo los
dientes y medio me arreglo la barba
y me miro a los
ojos muy cerca, muy cerca y digo
ahora no voy a
parpadear, y quien se ría pierde,
y los mosaicos
esperándome, que no hay ningún duende
que me los haga,
pero sigo mirándome al fondo
de los ojos,
despacio, sin prisa, preguntándote cosas
sin parpadeo de
por medio, a ver si alguna vez
me entero de una
vez, y cierro todo lo que puedo el plano,
apuro toda la
profundidad de campo y me veo
como el torpe
boceto apresurado de una hoja temblorosa
colgando de una
rama remota de un árbol que tienes
escondido
olvidado en las profundidades de tu bosque,
y a fin de
cuentas, de no parpadear a veces
se me escapa una
lagrimita y al final nadie gana,
a fin de
cuentas, empate.
Y acabo
manejándome con prisas a pesar
de mi pretendida
búsqueda de la serenidad, y a veces
todo es
demasiado ruido, a veces incluso rabia, desazón, vergüenza,
hastío,
incertidumbre, dejadez, resignación, amargura, conformismo
y todas, todas
esas cosas que uno debería poner en orden alfabético,
en un tierno
suspiro, antes de tirar de la cadena. Y depende del pellizco
con el que me
haya levantado, pues a lo mejor saco tiempo
para hacer un
textito,
para poner un
disco que imagino que te gustaría. Yo
me digo que todo
llega en el potaje celestial, que uno tiene
que mantenerse
en su sitio, hacer lo debido y honrar la vida, esto es,
ser mejor que
estar,
encontrar lo
pertinente en el paisaje de lo deseable,
mantenerte
honesto en lo que sientes
y amar,
amar, por encima
de todas las cosas, que a eso venimos,
para eso estamos
y así nos prolongamos.
Uno nunca es
demasiado mayorcito
para acabar
cayendo en ciertas cosas.
Después, ya en
la calle, con el frío,
con el gorro
calado hasta las cejas, camino de mis prisas,
de mis ansias,
de mis hambres, me voy diciendo
qué importa, si
apenas vamos a vernos a golpe de click.
No es con
silicio, por mucha alma que le ponga,
como podría
aspirar a un solo beso tuyo.
Lo único que
queda,
para terminar de
rematar esta faena irreal
en la que
contigo me he encontrado,
es reconocer
abiertamente, delante tuyo,
que cuando voy
para el estudio intento pasar siempre por calles soleadas,
por sitios en los que la gente sonríe y no dice palabrotas,
y me abrigo de
más porque te he notado
ciertos
comentarios con frío,
y como y bebo
con interés una dieta más equilibrada,
e intento estar
más guapo, más amable con la gente,
como un pájaro
que embellece sus mejores plumas por si miras,
un pájaro que
se exhaustiva en su nido por si vienes.
Yo supongo que,
aunque tú no te enteras,
el mundo ha
ganado algo.
En fin, todo
esto no deja de redondear ante mí mismo
la sensación de
que sin tocarte
te llevo dentro
adonde voy,
que no lo sé
siempre, y aspiro tontamente
a que nos
ayudemos a trazar los itinerarios.
Sí, no te vayas
a hacer una idea equivocada:
Soy así. Y
peor.
Y ya sean las
calles de mierda,
ya huela la
gente a rosas,
he nacido.
Y voy a morir
solo. Eso
lo tengo clavado
por dentro desde chico. Ya puedo
quitarle la
jáquima a la oscuridad. Sé
que te has visto
en mi post, y ya
no quiero saber
cuánta gente más
se ha visto en
mi post. Simplemente
me he preguntado
cómo
no me traga la
tierra, cómo
no me volatilizo
en el aire.
Aquí me he
encontrado de repente, expuesto desnudo,
temerario y
mascullando como puedo
la torpe idea de
que te amo. Ya ves qué tontería.
Yo sé que el
amor es Dios y sé
que está en
todas partes, bajo todas las formas posibles, sé
que el amor te
ve, te lleva dentro
cuando te alejas
del WiFi. Sé
que el amor está hecho mayormente
de todas las pamplinas que me invento,
de todas las pamplinas que me invento,
el amor son
todas las pomposidades que aborrezco
y acabo poniendo
por escrito, sé que
el amor son
todas las inseguridades,
vaguedades
indefiniciones que me dejan
desvalido
delante de la gente.
Todo eso es el
amor. Y más,
conforme van
llegando las ideas,
y que no falten.
Y así, ya ves,
te he
construido, despertando
con alguna
cancioncita tuya en la sesera,
y me levanto
solo, y acomodo el cuerpo
a seguir de
vacío, y como mucho me he hecho un café
me he hecho un
textito que raramente ayuda
a dejar algo en
claro y así,
pasan y pasan
los días. Y yo me acabo diciendo
si estas son las
cosas a las que puedo aspirar,
si estas son las
cosas por las que debo vivir agradecido,
continuar
adelante, como el monólogo final del Cyrano,
indesmayable al
desaliento, elevándome por sobre la mugre
y avanzando con
paso seguro y sin queja
hacia una
especie de zona de exclusión del deseo.
Como la sala de
espera de un lento desfallecer
hacia la
indiferencia, hacia un vivir sin ruido,
sin
entorpecimiento para los demás.
Y acabo llegando
al estudio,
después de
recorrer toda la playa, y todavía
me escucho
haciéndome preguntas. A mí,
que quería
construir mi vida a base de afirmaciones.
Sigo adelante,
me cambio de ropa, y me pongo
a entretener con
trabajo manual el enervante asedio
de mis pobres
respuestas, que son
vampiros albinos
que se queman con el solecito de febrero.
Y el amor está
en todas partes,
como si fuera
Dios, y pienso en ti sin fe.
Y el amor está
en todas partes, aquí, en mí,
mascullando
negruras, sobreviviendo
con arrebatos de
aceptación y euforia,
y está en ti,
dondequiera que estés,
calentando el
motor, construyéndote tu nuevo día, sabiendo
a tu manera que
el amor está en todas partes,
como si fuera
Dios.
Y yo sé que es
Dios.
Y sé que es
pus,
y luego un poco
de sangre.
.
8 de febrero de 2015
Estoy haciendo un hueco
con tu forma
entre mis libros,
los ajados y subrayados,
los que beso y muerdo de amor, de ansiedad,
los que llevo a todas partes.
entre mis libros,
los ajados y subrayados,
los que beso y muerdo de amor, de ansiedad,
los que llevo a todas partes.
Los que he leído mil veces,
los que esperan mi momento para ser leídos.
los que esperan mi momento para ser leídos.
Estoy haciendo
un hueco con tus maneras
en lo que entiendo
que es la vida.
un hueco con tus maneras
en lo que entiendo
que es la vida.
No vaya a ser
que todo
se nos precipite para bien.
que todo
se nos precipite para bien.
.
6 de febrero de 2015
5 de febrero de 2015
Dormir contigo
y levantarme contigo después,
desayunar,
ir contigo al trabajo,
compartir los éxitos y las dudas,
las cargas, los anhelos. Sentarme a tu lado
y frente a frente, en pocas,
menudas palabras
decirte me da la vida
vivirla contigo.
Ahí,
donde estés.
.
La vida te la sirven tibia,
para mantenerte en tu sitio, es decir, en el sitio que ellos tienen para ti, es decir, desganado, acomodado, conforme. Pero la vida es UNA, y no me canso de decirlo, porque como cada momento es único, y lo que sientes y dices, pues como que se está actualizando, pues nunca me estoy repitiendo, en realidad. Las palabras pueden seguir siendo las mismas, pues somos más que nada unos pobres y limitados bichos moldeados por nuestras propias convenciones. Pero no nos engañemos. Todo es intensidad.
Y con intensidad y constancia nos deslizan su tibieza, fíjate. Nos dejan caer en la certeza de que lo normal es "normal", es decir, sujeto a costumbre, cómodo, a medida, en fin, mediocre. Para mantenernos en lo que viene siendo un cero grados, ni frío ni calor, y que acabemos construyendo dentro de esos márgenes nuestro sentido de la vida, del amor, de la dignidad y de la felicidad que merecemos.
Pero si la vida es UNA, y se nos escapa, ¿quién puede permitirse titubeos? ¿quién puede vivir esperando sin saber qué y avanzar ciegamente hacia no se sabe cuándo? Nadie.
No hay nada más intenso que el simple vivir. Lo normal es irrepetible, y que no nos diluyan la palabra. Que no nos la desbraven ni nos la amaestren.
Beuys decía que todo hombre (y mujer), con conciencia, es un artista. Creo que se quedó corto. Creo que toda mujer y todo hombre, con conciencia, son esa mujer y ese hombre, pero sabiendo cada cual que no hay nada más profundo, extenso y maravilloso que pedirle a la vida. Nuestra normalidad.
Da igual que hagas cruasanes, esculturas de mármol.
Da igual que le eches pulsos a la enfermedad, que friegues suelos.
Dan igual tus himnos o tus pedos.
Recupera, dentro de todo eso, la grandeza y la maravilla que te corresponde.
Disfruta tu normalidad.
.
Y con intensidad y constancia nos deslizan su tibieza, fíjate. Nos dejan caer en la certeza de que lo normal es "normal", es decir, sujeto a costumbre, cómodo, a medida, en fin, mediocre. Para mantenernos en lo que viene siendo un cero grados, ni frío ni calor, y que acabemos construyendo dentro de esos márgenes nuestro sentido de la vida, del amor, de la dignidad y de la felicidad que merecemos.
Pero si la vida es UNA, y se nos escapa, ¿quién puede permitirse titubeos? ¿quién puede vivir esperando sin saber qué y avanzar ciegamente hacia no se sabe cuándo? Nadie.
No hay nada más intenso que el simple vivir. Lo normal es irrepetible, y que no nos diluyan la palabra. Que no nos la desbraven ni nos la amaestren.
Beuys decía que todo hombre (y mujer), con conciencia, es un artista. Creo que se quedó corto. Creo que toda mujer y todo hombre, con conciencia, son esa mujer y ese hombre, pero sabiendo cada cual que no hay nada más profundo, extenso y maravilloso que pedirle a la vida. Nuestra normalidad.
Da igual que hagas cruasanes, esculturas de mármol.
Da igual que le eches pulsos a la enfermedad, que friegues suelos.
Dan igual tus himnos o tus pedos.
Recupera, dentro de todo eso, la grandeza y la maravilla que te corresponde.
Disfruta tu normalidad.
.
4 de febrero de 2015
LO QUE TENGO EN MI INTERIOR
- Unos auriculares de RENFE.
- Una bobina de hilo negro (con aguja).
- Un borrador con forma de cerdito (verde, desmontable, en una bolsita transparente).
- Una bolsa del Día (grande).
- Una bolsa del Carrefour (grande).
- Una bolsa para baguette (sin impresión).
- Un bote metálico con los andosques de dibujo.
- Dos bolis de propaganda (de cli-click).
- Un boli negro (de capuchón).
- La cabeza de Darth Vader (de plástico, caricaturizada).
- La cabeza de un guerrero de X´ian (de terracota).
- El cargador del móvil.
- La cartilla de La Caixa.
- Un cepillo de dientes de viaje.
- Una chapa rota de Seward (FEEL HAPPIER THAN EVER).
- Un cuaderno A4 espiral de folios blancos.
- El cuaderno A4 espiral “Parlem-ne” (completado), encuadernado con alambre al cuaderno A4 espiral “Música”.
- Cuaderno A5 “Void” (hecho a mano, grapado, para esbozos).
- Cuaderno A5 doble sin título (hecho a mano, grapado, para esbozos)
- Un DVD de la biblioteca: “Looper”, de Rian Johnson.
- Un DVD de la biblioteca: “Llamando a un ángel”, de Pancho Rodríguez, Héctor Rodríguez y Rodolfo Guzmán.
- Un DVD de la biblioteca: “Nadie es perfecto”, de Joel Schumacher.
- Un DVD de la biblioteca: “Ok Garage”, de Brandon Cole.
- “El ruido y la furia”, de Faulkner.
- El “Enquiridión”, de Epicteto.
- Un estilógrafo negro de 0´8.
- Una etiqueta de cartón redonda (con una salamandra).
- Un frasco de tinta de estilográfica (negra).
- La funda de las gafas (cerca / lejos).
- Una funda de paraguas de viaje, conteniendo un mazo de pinceles mini.
- Una lasca de piedra con forma de corazón (encontrada).
- Una madejita de cordón negro encerado.
- Un marcador celeste.
- Un marcador negro (punta rectangular).
- Un marcador negro (punta redonda).
- Un marcador negro de 0´2 (indeleble).
- Un mechero (no funciona).
- Un metro de tres metros (metálico, extensible).
- Una navaja de electricista.
- Un pastillero de aluminio pintado (dos Dolocatiles y un Termalgin).
- Una pinza metálica negra para abocetar.
- Un Pilot azul de 0´5 (roller).
- Una regla de corte (40 cm).
- Un rollo de cinta adhesiva ancha.
- Un rollo de cinta adhesiva de papel.
- Un rollo de cuerda de transporte.
- Una tarjeta de memoria de 16 Gb.
- Una tesela de cerámica blanco mate (2´5 x 1 cm, aproximadamente)
- Un ticket del Caprabo.
- El “Vampir”, de Joann Sfar.
- El “Wabi Sabi para artistas, diseñadores, poetas y filósofos”, de Leonard Koren..
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