Me doy con la lengua en la parte trasera de un incisivo inferior. Una y otra, una y otra vez. Me he descubierto como un filo nuevo, y estoy ahí, dándole y dándole, como el que afila un poder oscuro. Al mismo tiempo, pienso que una chica como tú es de las que te acaban dejando. Aparte de conocerte menos de lo justo, de no saber si tienes treocuatro novios, o peor aún, uno solo, aparte de eso, si una chica como tú está soltera, a no ser que muestre una evidente patología mental o sea la hija de un mafioso, tiene una cola de veinte, entre desquiciados y gente poco cuidadosa con la tensión, tersura, uniformidad y temperatura constante de su propia piel.
Si a pesar de esto, el Destino se muestra generoso en sus delicadezas, y determina una excepción en el orden natural, esto es, una chica como tú se fija en uno como yo, con el ánimo encendido por tomarse algunas exclusividades, si ocurre esto, digo, una chica como tú, con el correr de los días acaba sabiendo que no bastan tormentas de lujuria ni océanos de comprensión para convivir con ese ser que yo tengo.
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