y mi vida social se basa en llamadas de amigos y amigas que consiguen sacarme de mi pasmo natural y me arrastran fuera del agujero. Cuando no ocurre algo así, el resto del tiempo es del estudio a la biblioteca. Hay días en que el ocio se me reduce al camino entre un lugar y otro. Luego, dormir, y al día siguiente igual. Si no fuera por las panaderas, libreras, cajeras de supermercado, bibliotecarias y fruteras que hay por todos mis trayectos, con mi modo de vida, conocería a cero chicas. Va por todas ellas este escrito. A veces, con sólo un bon día consiguen que vaya uno por Barcelona con un andar más vaciloncillo.
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