15 de julio de 2014

SÁBADO

Vengo del taller, he dado dos vueltas y me han dado las tantas. He acabado en la playa, no he cenado, no tengo un duro y me miro las manos, que las tengo vacías, abiertas mirando al cielo, con los dedos como sosteniendo invisibles volúmenes carnosos. Uso todo el día resina de poliuretano de color marrón. Se me ha quedado marcada, pegajosa y tenaz, con alarmante evidencia, de los dedos a los codos.

El aire de la noche es como el caldo que sale de una fruta al sol. Los chicos y las chicas comparten sus tatuajes y yo no tengo agenda para esperanzas ni para desprecios.

A la luz de la luna, mirándome los brazos, he tropezado con el perfume de un suspiro resignado, mientras me digo que ya está bien:

-Yo me voy pa la casa. Con estas manos de mierda, no me va a querer ninguna.


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