Ella
no te lo dice, pero yo me enardezco e ilumino, y floto y exploto por las
palabras que le quiero. Tantas y tantas palabras para restituirle su sitio,
para esplandecer su nombre. Su nombre, Dios, ay cómo, si sin esfuerzo ya tengo
cuatro nombres que me dan la vida. Cuatro nombres que me sostienen y comandan
el arrebato y el sentido de todo, por delante y al lado de todos los posibles
nombres de Ella. Sí, Ella. Ella.
La
que nos parió y nos dio teta y se aprendió nuestras cuentas para ayudarnos con
los deberes. La que empieza la alegría cuando nadie cree en ella. La que nunca
se cansa, y estira su límite y no se rompe nunca. La que siempre encuentra
palabras de cariño en la tormenta, porque provee y dispone. Y reparte y cantan
los pájaros, y alimenta todo y a nadie le falta. Como palabra de Dios, como
viento libre y campo sin puerta.
Sí,
Ella, la luz del mundo. La comprensión. La esperanza y la paciencia. Ella, la
cara, el gesto, el cuerpo y el campo del bien. La que nos sostiene. La que nos
regala sin cuenta aliento y compañía verdadera. Ella. La del máximo cuidado.
La
que tiene en sus manos el amor que le sale por los poros. Ella. La que nos
recuerda que tenemos que honrar el amor del que estamos hechos, que tenemos que
proclamar como un himno esa materia preciosa de la que venimos.
Ella,
que siempre da con la tecla. La que tiene siempre calor y canciones para cuando
estamos tropezados y abatidos. La luz que clama ante el horizonte en sombras.
El ejemplo de que nada puede desfallecer. La esperanza de que todo se
renueva y nada está perdido. Sí, qué más tengo que decirte, que tengas tan
cerca, que de grande y profunda te contiene. Es Ella. Y sin embargo,
a Ella
la matan
con
destemples, con desagradecimientos, con miradas frías. La matan con no te da
vergüenza del arroz pasado. La matan con eres muy guapa de frente. Con no te
pongas eso y no te quites tanto. La matan con estás estupenda todavía y no
vayas sonriendo así como así. La matan con una paga semanal y con sueldos de
desesperación. La matan con esto está soso y dónde está mi tenedor. Con todas
sois iguales y a ti no hay quien te entienda.
Y
sí, también la matan con sangre normal y corriente, la matan porque era mía, y
porque son todas unas zorras y ya sabía yo. La matan conocidos que la pierden
en casa, y la matan desconocidos que la encuentran en descampados. La matan con
otra de veinte. La matan con cuchillos brillantes, con oídos sordos, con las
manos sucias y los besos sin pasión.
La
matan con soledad, con frío, con apatía.
La
matan con deber. La matan porque la usan y la tiran. La matan con sigue con tu
vida, que nunca me has querido, con ya no me gustas como antes, y con ella sí
que se lo pasan bien los niños. La matan con tienes la casa hecha un desastre y
por qué te has hecho eso en el pelo. Con a ti te parece que yo no tengo mis
propias preocupaciones mientras tú hablas por los codos.
La
matan con la cadena corta y con la lengua larga.
La
matan con la sangre gorda y con la letra menuda.
Y
Ella sufre y llora, aunque sonría delante de la gente. Y le pesa lo injusto
aunque no la despeine.
Ella
lo entiende todo junto de la mano. Ella lo querría todo sabio como la tierra,
el agua, los pájaros y los cereales. Todo justo como el viento y la semilla,
como la mano, la risa y la carne que se rebela contra todo lo frío. Ella planta
las piernas poderosas y el corazón amoroso para que se vaya lo feo. Ella pone
su río para que se limpie de una vez por todas lo tonto, lo creído, lo
miserable, lo cobarde ensimismado que mantiene al mundo desvelado y cojo,
malversado, arrogante, equivocado, injusto, ignorante y sin esperanza
descreído.
Qué
más quieres que te diga de Ella, en este día precisamente, como en otro día
cualquiera mientras tengas días. La tienes todo el día. La tienes todo el día
delante en todas partes, la tienes toda dentro aunque no te des cuenta. Si
estás en el mundo es porque Ella lo quiso. Si hay mundo es porque Ella se puso
a aprender a hacerlo con lo poco que tenía. Qué más puedo decirte para que
entendamos que la música de todo esto es por Ella, para que comprendamos que
sin Ella nada de esto tiene sentido.
Entérate
y recapacita que lo bello viene de su mano. Que en su corazón guarda el impulso
y el mecanismo. Entérate y recapacita que nunca es tarde para hacer honor a la
verdad. Que nunca hay tiempo perdido.
Piensa
y siente como Ella te ha enseñado, piensa y siente y sigue el curso natural del
polen y de las galaxias. Ama, ama y corresponde. Ama y haz dignos tu día y tu
lugar.
Ama.
Y ama extenso y profundo, que en el amor está el sentido.
Ama,
que en el amor estamos igualados.
Jag.
8_3_17
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