noche y estamos tan separados. El aire húmedo templado, como un caldo que olvidaron del banquete, es un manto callado espeso, con agujeros por los que se cuelan los grillos.
Un cabrito blanco diminuto berrea débil, como un punto de espuma desamparo, bajo la luz de una bombilla tartamuda en mitad del vacío completo de un hangar despejado interminable, como para fiarte.
La mujer champán y la mujer gaseosa se desentendieron de todo, y hasta confundirse se hermanaron con la mujer cerveza caliente.
Anda que ir de persona, me dije riendo de repente triste y seco, enmedio solo en la noche negra, en la que todo está desesperado, de tan perdido, de tan lejano desde siempre.
Jag.
5_11_2020
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