Uno está dibujado al carboncillo. Le rozan, queriendo y sin querer, sus mujeres. Le difuminan, le borran, le rehacen, su familia, sus valores, sus trabajos, sus taras y sus jefes.
Uno está empezado al carboncillo. Todo sigue, y promete, y luego todo se moja y se arruga, y con belleza te figuras un desastre.
Uno es de carboncillo, y lo sabe, y uno no se quiere fijar todavía, a pesar de que tantos quieren tenerlo en un marco.
Pero uno sigue sin que lo fijen ni lo firmen, no vaya a ser que todo su dibujo esté a punto de mejorarse.
Jag.
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