FUI HUYENDO Y ACABÉ ENCONTRANDO
Aunque tengan mejor fama los inconformes que los desesperados, los inquietos que los cobardes, huyendo llegas más lejos que buscando.
Está mucho más en juego quién eres cuando huyes que cuando buscas.
Buscar, en una lectura sosegada, posterior, puede verse como un autoengaño, como una ambición del intelecto, que siempre opina e interpreta por su cuenta lo que necesitas tú.
Huyendo no tienes sosiego para opinar ni interpretar. Estás en contacto directo con la pulsión de la vida, pues se junta lo más lógico con lo más irracional: igual que no hay que pensar para vomitar lo podre, te apartas de lo que quema y abandonas lo que pincha.
Cuando huyes, está mucho mejor definido lo que quieres dejar atrás, básicamente porque no puedes dejar, por la urgencia, nada pendiente de tu decisión, con su movimiento espeso.
A pesar de que, tanto huyendo como buscando, puedes tener igual de incierto el destino, mientras huyes tienes fugazmente la poderosa sensación de que da igual lo que ocurrirá, mientras no ocurra lo que quieres dejar, que da igual qué harás con lo que sea que te encuentres, porque huyendo, más que buscando, sabes que desde el primer paso, ya lo estás consiguiendo.
Jag.
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