Hace algún tiempo yo pensaba, sentía, creía que lo importante era que lo que uno ama esté cerca y esté lejos. Cerca por razones obvias, aparte del calor y del roce deseado, por tener a diario pistas de que el paraíso está aquí, ante nuestras narices, y por sentirte a gusto y realizado en el amor, que da forma a los que aman, al tiempo que se da forma a sí mismo, y al tiempo que se da forma al amor, se forma el camino del amor y blabla y blabla. Que lo que amas esté lejos, pues es importante para que no perdamos la perspectiva de que hay un camino del amor, de que tenemos cosas que nos sobran y cosas que nos faltan hasta llegar al amor, y ese camino que tenemos que hacer, a su vez, nos hace a nosotros en la limpieza de lo que nos sobra y en el anhelo de lo que nos falta, y en el movimiento que provoca ese anhelo, pues acabamos atravesando el desierto ardiente, el abismo insondable y los muros de silencio que te separan de ese amor. Otro tema aparte es que, cuando encuentras ese amor, vete tú a saber en qué momento está. Da igual, los amores avanzan porque después de atravesar el desierto ardiente y blabla, para los amantes cualquier cosa es una tontería.
En fin, que lo que amamos se mantenga lejitos nos acaba ennobleciendo. Tenerlo todo a mano nos acaba llevando al envanecimiento y a la pereza: el primero porque acabamos creyendo que el amor nos corresponde por derecho, la segunda, deducida del primero, nos acostumbra a vivir el mundo con tibieza, pues se nos transparentan los retos y teñimos lo maravilloso de normalidad, quiero decir, de banalidad. Un corazón sin desafíos acaba dormitando en la miseria, pues a fuerza de no ejercitarlos, los músculos se le acartonan y los huesos se les vuelven quebradizos. Somos humanos, ni más ni menos. El Tao dice que el carro avanza gracias a los huecos entre los radios de sus ruedas. Lo que nos falta para vivir nos ha hecho necesitar de la poesía y de mucho más, y todo ese artificio y postureo con que adornamos el mero hecho de prolongar y mantener la especie, en realidad nos caracteriza y nos desarrolla como tal. Cuando todo nos viene dado, acabamos con la capacidad de decisión del polen. Y casi con la misma consciencia.
Ese debatirme entre el lejos y el cerca en el amor, el valorar su importancia, pues eso yo lo pensaba, lo sentía y lo creía hace mucho más que algún tiempo. También han pasado decisiones y renegociaciones conmigo mismo. Han pasado despedidas y gozosas celebraciones. Ha pasado demasiado. Ahora la propia palabra “importante” me pone de los nervios. En realidad uno es un corpúsculo integrado en una fórmula química colosal que se está dando constantemente. No puedo aspirar a ver, con un mínimo de certeza, un sentido que explique ese sistema químico porque está en evolución y porque formo parte de él. Lo que yo pienso, o siento o creo como importante, no le importa nada a ese sistema químico, pues llevará adelante su desarrollo a mi favor o a mi pesar. A ese sistema que me contiene se la trae floja mi idea del amar y del ser amado. Todo lo que pasa es natural. Si algo nos parece justo o injusto, atinado o impertinente, si nos parece necesario o cruel, es sólo porque estamos juzgando a ese sistema. Y todo juicio es interesado (subjetivo, irreal) y egoísta. Con patética candidez nos erigimos en centro y estandarte de la realidad. Como si lo que pasara, pasara para nosotros. Pero la naturaleza de las cosas es imparcial. A pesar de todo, seguimos juzgando, obcecándonos en esa equivocación, como un juguetito al que le queda cuerda y sigue funcionando, sin avance posible, contra una esquina. Las cosas van pasando y nosotros las vivimos a salto de mata, siguiendo impulsos parciales de reacción. Por eso llego a creer que nada es importante. De alguna forma, me quiero quitar del ansia de ganar y del sufrimiento de perder. Más bien es quedarme en el gusto por el deporte en sí, que ya lleva implícita la aceptación serena de que a veces se gana y a veces se pierde.
Y a pesar de saber todo eso, a pesar de la certeza descarnada de que el devenir avanzará en tu favor y a tu pesar, me resisto a vivir en el desengaño, en la indolencia o la amargura. Nada está en mis manos, sólo mi ilusión de decidir. Nada puedo resolver, salvo mi espíritu de resolución. Sigo pensando, sintiendo y creyendo. Sigo amando, y me da igual si eso es sólo la reacción puntual de un corpúsculo integrado en una fórmula química colosal. Sigo amando, y me la trae floja si el sistema que me acoge no lo entiende.
Te veo muy poco, te pienso siempre y te escribo ahora, y sé que el camino del amor está ya aquí, en mí, y también atravesando el desierto ardiente, el abismo insondable y tus muros de silencio. Está hecho y está por empezar. Yo sabía, como un tonto, que en el camino del amor las personas no son indispensables, porque el amor nos contiene y con nuestra suma va construyendo sus avatares. Pero después de todo, tú estás cerca y estás lejos y sé que nada es importante. Estoy en el camino del amor, y me despido de mis pertenencias. Es gracias a ello, gracias a ti, que renazco pobre, maravillosamente vacío y humano, buscando con mi lamparita el paraíso en la tierra. Y han pasado decisiones y renegociaciones conmigo mismo. Han pasado despedidas y gozosas celebraciones. Te miro y el amor te celebra desde mis ojos. Y si veo, al final, que después de todo el amor se regenera, atravesando los hastíos y los desengaños, veo que te miro y me veo, y sólo pasa un tiempo. Y eso es como si no hubiera pasado nada.
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Querido Jose,
ResponderEliminarMe encanta tu texto...me ayuda relajar de mis tonterias, de mis ansias de constantement pensar de si hago bien o mal en mis emociones porque realmente no importo mucho en este fórmula química colosal.
"Importante" no debe temerte...es lo que coges como importante es lo que es importante. La etimologia de la palavra es llevar (portar) dentro (im). Importante simplemente nos muestras las imagines que nos lleva dentro...y realmente, si cogemos solamente parte de la imagen del "fórmula química colosal" nos atamos a una ignorancia que nos impede ver mas.
Mientras pegamos a la idea de que "nuestras" imagenes patheticas son importantes y en muchos casos creamos que hemos visto todo, que nuestras importantes imagenes son todo. Nos impede ver que todo tiene un razon: un hoja cayendo, un corazon abriendo, un vaso que cae de la mesa de un boracho, un idea que entra en un mente, etc etc...todo viene de leyes universales de la material que nos rodea que esta en constante cambio.
Y entonces nada es importante, pero Todo es importante. Creamos que importante debe ser las cosas grandes, las grandes amores, y obvidamos una mirada, una sonrisa a una desconocido en la calle.
En la caverna de Platon, se ven solamente las sombras (nuestras imagenes parciales) y llego a un momento en lo cual algien sale de la caverna y ve la luz, la totalidad...pero, que hace depues? Que hace un pulmon cuando esta llena de aire? Se regresa a su mundo de sombras, porque no hay más opcion, pero ahora ve con un poco más de comprehension (prender - take, com - with) del corazon si puede recordar (pasar por el corazon otra vez)...
Entonces el camino de vacio interna, es intentar no dar tanta importancia a estas imagenes fracturas nuestras...para encontrar lo que supongo que no es imagen del fórmula química colosal(a pesar que parece que es muy dificil sino imposible y a veces pienso que es tan simple como un juego de niños) y entramos por segundas a la eternidad y experimentamos la totalidad.
Mientras cuando estamos en la caverna, en el mundo, debemos entender que no somos nada, y, a pesar de esto, todos nuestros actos importa en cantidades infintesimalmente pequeñas, a todo. Es el efecto del butterfly - otra cosa mariposa!
El camino talvez es la Trinidad...es poder acercarnos a nuestros essencia real (amor) dentro de nosotros, connectar con otros con amor, y unir al Universal Amor.
Creo que el camino es lo del medio, de ir y venir entre la luz y las sombras, caminando con amor, haciendo lo que hacemos (lo que sea) con amor para purificarnos tanto hacia que convertirnos en Amor por momentos de eternidad.
Tan simple y tan dificil.
No sé si será por que estudié química o porque la química me estudió a mi pero, a decir verdad, me importan un comino las razones y me quedo con el resultado: el relato me ha encantado...
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