y en el pie siembras una habichuela, un tomate, un rosal, y por donde va la caña, va la habichuela, va el rosal, el tomate.
A mis pies habían dejado clavado un dolor largo y duro, desde la tierra al cielo, y por ese dolor subía yo, y no me despegaba.
Y de ese subir sin saber apartarme del dolor, tú me salvabas.
Jag.
17_8_21
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