28 de agosto de 2014
RECORTES
Érase una vez un usuario que quería trabajar en los ordenadores de la biblioteca pública. Ofrecían gratuitamente algo que él no podía permitirse: internet.
Además de mantener correspondencia con sus contactos, repartidos por todo el mundo (como casi todo el mundo), este usuario estaba interesado, necesitaba,
trabajar en la difusión de sus trabajos,
compartir sus pasiones (que, curiosamente, eran también sus trabajos, y los de muchos conocidos suyos),
y por qué no, enviar currículums, con la esperanza
de que sus dones, sus habilidades técnicas o sociales
sirviesen a otros, y así,
sirviesen al usuario para pagar el alquiler, los gastos básicos,
una cerveza con los amigos,
dos conciertos al año,
tres comidas al día.
Pero llegaron los gobernantes y decidieron
que para salir del agujero, lo mejor
era acomodarse en él.
Y recortaron.
Recortaron, sobre todo en
posibilidades de gente que de otra forma no podría,
libertades de la gente, en general,
en fin, y sin querer extenderme en la amargura,
recortaron en cifras, para maquillar el presente, y disfrazarse así, de buenos trabajadores, de buenos gestores.
También recortaron, creo, en su propia percepción y sensibilidad hacia la situación de las cosas, porque
¿No saben Historia?
¿No saben que si volvemos hacia atrás, volvemos a edades previas al Libro?
¿Y si perdiendo el Libro, cogemos el Palo, los usuarios?.
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