20 de septiembre de 2014

ESOS DÍAS

Pues estoy en esos días en que me acuesto tarde, me despierto temprano, y en el tiempo de enmedio no he dormido demasiado.

Estoy en esos días en que te pienso, tan desconocida y tan de mi familia, tan de años luz abismos de distancia y tan de piel parecida, corazón de mi talla.

En esos días en que no te vas de mi cabeza, ni dejas de dar saltitos soltando risotadas sin voz en mis silencios.

Esos días en que los líquidos los huesos las carnes los tengo revolucionados, y todo se arrebata se sublima se desbarajusta, se mueve se aquieta, se enardece se tranquiliza a la vez y sin sentido mientras te pienso.

Días en que despierto buscando papeles en blanco, y todo está tan bien colocado en mi malestar completo, que te pienso y me río en voz alta hasta acabar aceptando la escondida posibilidad de lanzarme a besar lo primero que tenga a mano. La funda de las gafas por ejemplo.

Admitiré pues, que estoy en esos días en que, mientras te pienso, ver crecer un texto que me va gustando no es más que dar aliento a lacitos floripondios parches componendas, que me hacen una casa a medida en los barrios periféricos de la vida real, mientras avanza la mañana.

Y a pesar de que entiendo desde una parte muy mía que sin haberte tocado ya sé que tu alma me sienta como un guante, tengo que aceptar la posibilidad de que en el peor de los casos yo no soy quién, y tú a lo mejor no eres nadie, como para que nos pongamos juntos a escenificar delante de la gente pasiones epopeyas, o compartamos anécdotas planes sencillos de la mano, siquiera.

Estoy, en fin, en esos días en que Facebook lo solucionaría todo diciendo que es complicado.

A ver, chica, es que es de cajón que mejor que pensarte y ponerme a escribir, mejor que admitir en un poema que te estoy haciendo sitio por dentro y ponerme a besar lo primero que encuentre a mano, mejor que todo eso, hubiera sido todo más sencillo si me dejo de historias y te beso a ti.

Detrás de ese beso, observo que estarías tú. Y ya está bien de dárselo todo a la poesía.

Te pienso, y a todo eso que me sale mientras te pienso, y sin conocerte demasiado, ya sé que le ganarías tú en textura, temperatura y corazón.


¡Y dónde va a parar! Ése beso sí que sería una solución.



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