Algunas veces, como hoy, me he sorprendido diciéndome esto te lo guardas o te lo callas, porque lo que sale de uno, no siempre importa por lo que en sí es, sino por lo que se puede hacer con ello. Quiero decir, no tanto el qué es, sino el fin a que pueda dedicarse, la lectura que quedará en los otros y el uso que puedan hacer de ella.
Algunas veces, como hoy, me he dicho: lo que me duele a mí, no tiene que dolerle a los demás.
A veces me he visto cargando a los demás con lo que a mí me pesa, y me he sentido avergonzado, no por lo que pasan a saber, sino por el peso inútil con que les cargo. No tengo derecho a eso.
Por eso me digo que, pensando en lo que a mí me pesa, estaría bien encontrar un mecanismo que me aliviara sin tener que cargar a los demás. Y entonces empiezan los escollos.
Por mucha vuelta que le dé, es así, escribiéndolos, por mi gusto, por mi equilibrio o por mi salud, como he aprendido a descargarme mis pesares. Puede ser que no los resuelva, que no les dé fin, de acuerdo, pero sí es cierto que cuando los veo escritos, como poco, ya los veo como con una distancia, como si estuvieran más lejos y fueran más pequeños. Como si puestos en el papel fueran menos asfixiantes que cuando están dentro de mí, no sé si me explico.
Aún así, cuando he escrito barbaridades, y he pensado en quienes habrían de leerlas, un poco antes de enseñarlas, con más o menos convicción he pensado que a nivel personal, podría buscar otro modo. Y me he puesto a pensar en qué modos tendrá la gente para domar sus pesares.
Qué quieres que te diga. Quizá soy un puto impertinente acomodado, pero por todas partes me encuentro gente que canaliza fatal sus pesares. Lo normal es que repriman sus frustraciones según en qué sitio (en el trabajo, en las negociaciones de la vida social, con gente que están en proceso de relación), y las dejen salir en tromba en los contextos de intimidad. Quiero decir, la mierda que acumulamos, se la hacemos pagar a quienes están lo más cerca posible de nosotros: a quienes nos quieren. La gente abollada en la calle, solemos trompar con todas nuestras fuerzas en casa. Y a veces, por lo de la confianza, no sentimos que tengamos que reparar ni pedir perdón, pero la verdad es que vamos abollando a gente que nos quiere, y que no tenía culpa de nuestro pesar, seguramente. Eso lo he probado en los dos lados, y me parece que eso es mucho más mierda inhumano que encerrarse en un cuarto, joder vivo al mundo en dos o tres hojas de papel, y advertirlo en un encabezado. Qué quieres que te diga.
Escribo y no tengo que pedir perdón. Es la hostia.
Mejor aún, tengo por dentro de todas las clases de mierdas, pero enmudezco, y las voy convirtiendo en pequeñas o largas notas que después, respirando, voy poniendo en orden. Mientras lo hago, siento que soy alguien menos escandaloso que el becerro medio, que proclama su pesar a los cuatro vientos, como un puto niño de teta ensimismado. Cuando ya lo veo hecho, quiero decir, escrito, siento que le he dado una forma respirable a mi intento, y me veo como una persona digna. Por lo menos, respetuosa con el medio.
Por otra parte, no creo que sea gratuito que haya acabado articulando mis interminables mierdas en el modo escrito. Por un lado, tengo verdadero pavor a colaborar con la sinfonía y estertor del becerro medio. Nunca he querido ser ellos. Que se pudran. Nunca me he creido y nunca me ha servido cuando acaban pidiendo perdón. Es cierto que vivo en su mismo mundo de mierda, pero no voy a colaborar con ellos.
Si he acabado escribiendo, es porque he visto cómo, quienes escriben, sobrellevan sus mierdas. Y me ha servido. Qué digo, me han ofrecido una alternativa al berrido y me han colmado.
Hoy he ocultado un texto en el que estaban en carne viva mis rencores y frustraciones, mi honda decepción, mi falta de esperanza. Me he dicho que no quiero dejar escrito, tan inútilmente, el dolor.
A lo largo del día he sabido que ocultar eso es darme a mí mismo la espalda. Dejar de hacer algo que me hace quien soy, y que además es el mango con que medianamente me propongo manejar mi parte de mundo.
Con todo mi respeto, escribo porque no tengo nada que ocultar. Leer o no leer, es libre, y no tengo que pedir perdón por ello.
Jag.
27_7_19
Este texto se escribió como presentación en FB de otra entrada del blog:
"(PARA HUMO)".
"(PARA HUMO)".
Pueden acceder a esa entrada en el link:
https://hambredejag.blogspot.com/2019/07/para-humo.html?m=1
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