23 de mayo de 2020

Día 67 del confinamiento,


ES PORQUE SÍ SE PUEDE
Da igual que guste o no guste las veces que me expongo. No les cierro ninguna puerta a quienes ahora piensan que de eso se trataba.
Es verdad que no acaban llamando, y por tanto se alejan con opaca alegría de acabar comprendiendo.
Pero qué puedo hacer. Yo supongo que no tendría una casa tan grande si todas si todos se pusieran a llamar y aceptarme la silla, un vasito de agua, cómo te va, qué haces esta tarde.
Al corazón sí le gustaría que pasaran esas cosas, y estiraría tanto y podría parir sin romperse todo eso a la vez hacia dentro, y habría casa, y pez, y agua, brazo y mano para todas y para todos. El caso es que la mayor parte del tiempo estoy así más bien solo, y me dedico al ciego especular con el aroma que tus pétalos te dejan en el vestido.
Ya ves, todo de espaldas a como la gente normal se pone a construir el mundo. De todos modos, aunque todo lo mío tenga mala foto y buena sensación para el fracaso, yo me estoy alimentando a base de bien con las chispitas que por mí sueltas a escondidas por los rincones de tu casa.
Me lo dice una emoción inútil que no me abandona, y que me da misteriosamente las fuerzas para vivir contigo en esa casa invisible que haces con tu suspiro mientras borras tu rastro. Me siento amado, y los dos sabemos cuántas miserias suciedades de la vida estás conmigo derribando cuando pones tu dedito a funcionar.
Por esa suerte de intimidad que me da tanta comida, yo me siento liberado de tanta gente que no pueda entender estas cosas. Contigo aquí no les tengo tiempo de ocuparme, y me da más bien lo mismo cualquier cosa que les pudiera molestar de este sucio poemita.
Jag.
19_5_2020


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