Con la lengua en punta, mirándome al corazón, mi hermano me dijo que ya no tenía las ilusiones de antes.
Aún así, seguía jugando con sus cosas, rebelde, dolido, maltratado y ajeno a que todo se pone un día a conspirar por tu bien.
Tú reinas en tu mundo. Y yo miro en tu dirección, invento la medida, la
pasión de tu bocado y pongo vanas melodías en tus desvelos.
Yo
no sé qué hacer. Por todas partes trayectorias y sabores, ventanas a
las que asomarse. Argumentos de peso. Y anhelos, esperanzas que caen
sobre mis hombros. Pequeñas luces que miran y susurran:
-Desde aquí parece un corazón.
Jag.
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