20 de abril de 2016

Tú me conoces

menos a mí
de lo que
yo te conozco a ti, pues
yo soy el enamorado.

Y el enamorado
es el tonto que
duele en dos, pues
se desvive en sí y en ti.

Yo te conozco
más a ti
de lo que tú a mí, pues
soy el enamorado, es decir,
viviendo por los dos,
yo hago o no,
y como poco, decido,
mientras tú te limitas
a responder o no.

Como mucho reaccionas
a lo que yo hago,
a lo que te digo. O no.

Te conozco, sí, a ti,
más que tú a mí, pues
el enamorado es el sabio
que amando a su amada,
y amando a su amor,
ama, pues,
dos veces.

Te conozco, al fin, a ti
más que tú a mí, pues
mientras tú, negando una vez,
te das por satisfecha, yo estoy
afirmando la dulzura del aire
mientras te sueño y caigo, reconozco
la acritud de la tierra al despertar.

Te conozco bien, pues
cayendo y volando te soy el mismo
y doliendo y gozando
en uno te vivo. Mientras
tú callas por ti,
yo enmudezco
por los dos.


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