Si el mundo me parece una construcción perversa para que siempre ganen los mismos, si la vida la veo como una amalgama de ingredientes improvisados, sin un plato pensado, en una cocina sin sentido, si todo es un perseguir ingenuamente una razón que no es posible, si vivir, finalmente, es apañarnos como podamos, hacer la mejor lectura de lo que nos pase, de lo que nos dejen hacer, lo que sepamos ver o nos encontremos, si todo es tan vestirse para un evento al que realmente hemos llegado sin que nos invitaran,
¿Por qué tendría que ordenar esas cuentas en una novela?
¿No sería, siguiendo ese orden, como hacerles el juego a esa raza de perversos corrompedores que nos tienen la vida encajonada en esos sostenes que nos ahogan, esos zapatos que nos aprietan y las correcciones que nos tienen echadas a perder nuestras ansias de algo más fresco y más abierto que esta mediocridad de nacer y buscarte un puestecito en el Estado y morirte con ropa por estrenar y amores por satisfacer?
Jag.
8_9_21
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