No dejo de pensar que, visto desde
cierta óptica, me estabas esperando. Que algo hermoso a lo que yo
podía asomarme, tenías escondido en lo profundo.
Soy el último interesado en dignificar
con falsos ropajes las cosas que me dan la vida. Es por ese intento
por observarlas en una medida justa que no te veo desde la alevosía,
aunque tampoco desde el puro azar. Ahora se me ocurre que sólo
querías preguntar y guardar la ropa, igual tu actitud era el
resultado de un descuido, de una laxitud inocente, y realmente no
contemplabas la posibilidad de que a mí me superase la belleza de tu
callada quietud ahí mismo, a apenas dos pasos del sincero interés o
del puro atrevimiento.
La cosa es que te encontré de pie,
inmóvil, en aquel lugar tan poco adecuado a la conspiración
romántica, te pregunté algo que no recuerdo, y por respuesta sólo
obtuve una sonrisa callada. Así que ahora no sé de qué parte de ti
o de mí mismo viene ese sentirte tan bonita y frágil allá, al lado
de la nevera de los helados, sonriendo sin plan y temblando sin frío.
De tan rápido, a veces todo pasa casi instantáneo, y para mí no
fue empezar a pensar un quizás cuando ya me vi catapultado hacia el
deseo, abierto a lo que fuésemos imaginando. No sé a ciencia cierta
de dónde vino esa urgencia, la necesidad de que yo diese un paso de
más y tú uno de menos para que te alcanzase en aquella baldosa fría
y me pusiese, con devoción, a recogerte uno a uno los besos que se
te estaban derramando de la boca, que me estabas poniendo el suelo
perdido de amor inesperado, niña.
¡Ay, qué alegría!
¡Ay, qué desgracia!
El amor llamando a tu puerta cuando ya
ha entrado hasta la cocina,
y tú diciendo con esas botas,
con esos modos,
con esos harapos.
¡Aguanta, corazón, no me tiembles
entre paredes de gotelé y azulejo sevillano!
Olvida los quereres de fritanga y
abandona los palacios de aglomerado.
Entrégate.
Entrégate ahora mismo,
Entrégate ahora mismo,
pobomm, pobomm,
ábreme la compuertas de la sangre y
vámonos,
vámonos por ahí lejos a dibujarnos
abrazos.
La vida iba básicamente así, linda,
placentera, mientras conversábamos a mano. Y aunque el amor no se
siente extraño en ningún acuerdo, aunque no se detiene ante las
minucias del decorado, todos sabemos que es una planta muy suya, que
viene cargada de frutos para probarnos. Y estábamos así, sin trabas
ni preguntas, con las manos en caricia, con los pies dulcemente
encajados, cuando noto que con los aires lindos que te salen del
cuerpo, viene el nombre de él.
Sí, él. ÉL, cómo podría llamarlo, el
corazón que no siente, ese dolor necesario. Todo iba tan bonito, tan
tenso e inspirado, que no supe ver sino la impertinencia del que,
aunque viva mínimamente en ti, entraba en nuestro momento sin haber
sido invitado. Y qué quieres que te diga, tan bien que me sentía
con el sentido común relajado, no esperes de mí hospitalidad, pues sólo tú tienes por costumbre su
visita, en el recuerdo o en el acto, y aunque haga ingentes esfuerzos, créeme, por mantenerme en la senda de las formas, bajo la luz que me impone esta situación, yo no puedo dejar de pensar:
-¿Qué pinta éste en el
centro de nuestros besos, metiendo la nariz en nuestro abrazo?
Supongo que, razonablemente, debería
calmarme y atender las razones del sabio. Ése que, dando vueltas y
vueltas, mirando al infinito cielo estrellado, nos trajo la certeza
de que el Hombre es un universo en chiquitito, y el Universo es sólo
el Hombre disgregado. Supongo que sólo tengo que calmarme y pensar
que ÉL es una parte de mí que a ti ya ha llegado. Supongo que
debería disfrutar, pues, de lo que ya tengo sembrado en ti, y no
sufrir por los hilos sueltos que te dejo, no sentir que los desperdicié, ni ambicionar lo que el otro te
está recolectando.
El caso es que de repente, como
traicionando la dulce inercia del beso, veo que te me separas un
tanto para decirme:
-Dime que esto no ha pasado.
Y yo iba a responderte, aunque viese con claridad que no era el momento de ponernos a evaluar los placeres
ni los daños. Pues tanto dime y dime, y antes de que consiguiera
abrir la boca en tu defensa, ya estabas otra vez aferrada a mi camisa
para subirte a mis labios.Y digo yo: así no hay quién piense con claridad,
pues dime tú, amor, qué te digo que no sea que eso que encontramos
y de pronto te horroriza, eso todavía está pasando.
Y enmedio de un beso que no acaba, qué
quieres que te diga. Yo no vine a resolver tus dudas, ni a parchear
con caricias lo que sea que echas de menos en tus caldos. A mí qué
me dices, no le pongas culpas ni cadenas a mi gusto por explorarte,
niña. Te encuentro y me quedo a vivir en ti, y mientras pueda,
sostendré la mirada a tus dudas, irresponsabilidades, azares,
impedimentos o atascos. De ti no me echa ni un juez, que fuera
graniza mierda, tontura y asco. Si mis ansias o aceleros te vienen
grandes, respira, date tiempo, toma agua, espacio, y confía en mi. Yo te veo
tesoros a los que por rutina o descuido les estaba haciendo falta un
abrillantado.
Sé que ÉL planea sobre todo esto como
un cielo plomizo de Mayo. En cualquier momento podría descargar en
furia, pagarla con tus flores y dejarme alimentando charcos. Sé que
no es inteligente mi actitud, pero observa mujer, que no hay azafatas
de amor en el pasillo del supermercado, dándote a probar pinchitos,
hasta que encuentres, ufano y goloso, el que va a rellenar la copa
del deseo y acaba colmando tu agrado. No, no las hay.
Si para mi desgracia ocurre que su
recuerdo o tus culpas son más fuertes en ti que un amor de mi talla,
ofrecido en esplendor a tu lado, yo no voy a dejar de preguntarme
para qué, niña, para qué me preguntaste quién eres ¿Para escapar
a esconderte mientras te estoy contestando?
Deja de pensar como si te juzgara. Deja
de decir lo que tú misma te quieres oir. Dame un beso y demos un
volantazo a la rectitud de tu ciclo kármico. Ven, amor, aunque
vengas con ÉL. Bórrate el pintalabios de timidez y desnuda tu
arrebato. Ven, que no juzgo tus dudas y comprendo tus parapetos, mas,
vigila la dignidad de tus defensas mientras me dices vete, pues
fíjate que mientras, me sigues mirando con ganas, manteniendo
encendidos tus abrazos.
Coín, 27_12_2013
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