Decir que me hago
río cuando te pienso va
a quedar vago
impreciso y poco
comunicativo. Más bien
debería
dejarme de tanta
floritura consideración
por lo que reciban los entendimientos
los corazones ansiosos,
y decir simple llanamente
que te pienso
y se me hace la boca agua
literalmente aunque te parezca
extraño o impertinente.
No te veo ni te huelo ni te escucho y no quiero
especular con lo que pasaría
más allá del simple pensarte
y que se me haga la boca agua
como me pasa
cuando hablo de Las Meninas
cuando pienso en las cosas de David Hockney Cy Twombly
la desvergüenza de Joyce, la serenidad de Thoreau,
la parte final de Memorias del Subsuelo, los
filetes empanados de mi madre y tantas
tantas otras cosas que, en fin, me llegan a confundir,
a reducir los sentimientos a líquidos,
las personas a sensaciones y a no saber
qué hacer con todo eso que te tengo,
por lo visto,
tan por ahí.
.
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