irreal,
se hace
la
poesía mía, dirás,
y verás,
yo te cuento que
de tanto
alelado
mirar a
la fuente,
no es
extraño, en realidad,
como se
ve, que ni la letra
ni el
corazón se me sostienen.
Aún
así,
no te me
lleves a engaño,
lo que
yo amo, lo que yo escribo,
entre sí
y de la mano van,
y en la
gracia y en la desdicha
le dan
alma y cuerpo
a mi
tesoro, y siempre,
siempre
se me acompañan, por ello,
a mi
poemita alucinado,
a ese
amorcito irreal yo los amo, óyeme,
los amo
con tacto, cuidado, intensidad
que no
huelen tus maneras por lo visto,
yo los
amo como mínimo
por ser
la parte tonta de mí,
ya sólo
eso los hace
a mi
amor
a mi
poesía,
dignos,
reales, óyelo,
reales,
gigantemente alejados
de tu
esculcar ladino
después
de mi cosecha,
de tu
acechar la siega,
quedándote
pasmada
mientras
avento, mendigando
detrás
del trillo, componiéndote
con mi
paja un pan
que ni
llenará la boca del hambriento
ni
vestirá la mesa del deseo.
Con un
solo corazón, entiéndelo de una vez,
amo a mi
amor,
amo a mi
poesía, cálcatelo y aprende
que te
quiero bien lejos
mientras
entorno
las
puertas de la hipocresía.
A la
poesía que ni hueles,
a la
mujer que especulas,
yo la
amo, y te lo repito
a cal y
canto,
la elijo
y la prefiero,
como de
aquí a Lima
a tanta
corta poesía de supernena,
que no
hace más que emborronar
mi
compartir fraterno
con
rabia y lamento avinagrado.
Puedo
estar muriéndome del todo
y andar
siniestramente equivocado,
pero yo
sigo leal
de la
mano de mi amor,
y te
reirás viéndome
a mi
pobre verdad abrazado,
mas no
vas a ser tú,
con
poesía de pega,
la que
en un puerco trasnoche me diga:
-Que nos
quiten lo enamorao.
Jag._19_sept_2015
.
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