que estoy que no llego, tú. Me vienen
sólo comienzos de canciones.
Dolor.
No me miras, yo no sé,
no me ves, a pesar
de que ayer he escuchado
nuestro corazón latiendo como uno.
En verdad tú no tienes la culpa
de este no sentirme preparado,
este no encontrar la palabra que nos salva,
no tienes la culpa de esas fuerzas
que se me derraman, la culpa
de esa ineptitud tan triste tan propia, la culpa
de ese no saber qué va a pasar
para dónde tiene que andar
lo que yo te digo nuestro, eso
que me recorre por aquí,
zapatos de barro,
monólogo anestesiado.
El ritmo, qué quieres, se me traba,
amada consumidora, a mi naturalidad con tu frío
se le caen los brazos, y yo acabo, de aburrimiento
haciéndome unos largos en este ensañarse despierto,
homenaje a lo fatal, y ahora dime si tú sabes
cómo puedo ocultarme
que me supo a gloria
ese día que nos hemos tocado.
Yo te pienso una vez más,
y el corazón no me cierra, y no sé trazarme
un camino inteligente, un digno quehacer
con estos besos acumulados.
Te amo y a veces esto
me suena a redonda estupidez
escrita en un post-it
al borde de un acantilado.
Medio día pienso que te espero,
el otro medio, me maldigo y me estallo en la cara
que no es del todo sano
ese no rendirme
a que me dejas caer
a lo callado.
Este despertar, con éstas,
tiene poco de amanecer, me digo,
es poco más que
mañana anodina
de hablar pastoso
pensar inútil descafeinado.
Yo no sé qué hacer,
yo me muero de normalidad
yo me muero de solo de asco en mitad
de las miasmas
de las sábanas sudadas
de este aire viciado, se me pone difícil
la gallardía para sostener en vilo el ánimo,
no me encuentro,
querida, base moral
ni para que vengas
ni para hacerme un plano.
Por la vereda de la mugre yo me voy,
el aire está cambiando,
el verano flaquea, irremediable,
y yo resbalo
en lágrima realidad negra
que no me quieres en ti ni a tu manera,
que no me sientes un tanto así
ni para ir tirando,
y yo me quiero escapar vaya imbécil
dando vueltas por el cuarto.
Necesito dormir de verdad, quiero
destrozar cosas, por favor,
quiero quedarme quieto de porcelana
enamorado en la puerta, quiero quedarme quieto
dejarme vaciar como tonto iluminado
que sin respuesta sabe, en fin,
yo sé que tú entenderás, al menos
que tenga que soltar dolor de huevos
poesía a martillazos. La parte buena,
la zona útil yo sé que la hallarás
dispuesta para ti, como siempre,
en el interlineado.
Todo, amor,
se me hace inútil por momentos,
y tengo incluso que pelear
por el derecho a vomitar
en cartón reciclado la amargura,
la nobleza que se me estristece
en envoltorio de pizza sabor infame,
la nobleza de ese amor mío que se ahorra
las ansias por mi,
ese amor
que me recorta razones
que me prohíbe pezones emoción
para una nueva poesía.
Yo me dejo que gotee
el profundo amargor de mi obsolescencia,
y me derramo, y te suspiro con cansancio
en la cajita vacía
de mi nuevo underwear.
Jag._Gràcia_30_8_2015
.
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