Ahora –con el pelo aún mojado- leo poemas.
He preparado un montón con mis libros preferidos, y con los pies descalzos me siento en una habitación silenciosa.
Abro libros viejos y queridos, también libros nuevos y anhelados largamente, y hago garabatos en decenas de fotocopias que había olvidado –fotocopias de poemas-.
Estoy cansado, me siento limpio, pero no hay mucho que me impulse a dar saltos de alegría. Incluso diría que me estoy cansando de los poemas.
El único que ahora entiendo es uno en el que tú y yo estamos abrazados, desnudos y de rodillas.
No importa si uno de los dos está incómodo. O llorando.
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Mientras tú leías poemas cuatro almas separadas se encontraban, muy lejos, muy cerca, en Granada. Una venía de Coín, otra de Güejar Sierra, otra de Lanzarote y otra más desde Almería.
ResponderEliminarMientras tu abrías viejos y queridos libros hablábamos de ti, muy cerca, muy lejos, en Granada.
Nos despedimos con un abrazo, hace mucho, nos reencontramos entre las palabras, ahora mismo.
Un abrazo, mi viejo y querido amigo.