11 de marzo de 2013

DIGNIDAD


El nacer, crecer e ilusionarte y continuar, desgastándote con constancia y poco a poco hasta llegar al páramo desolado de la decepción, en ese orden, te animan a claudicar.

Pero aún teniéndola por definir, la dignidad es una llama de luz tímida y calor mínimo que se te mantiene encendida en lo más recóndito del alma. No la tienes localizada, pero te anima inexplicablemente. A tu hambre le responde con alimentos insospechados, y pone campo abierto en la asfixia, fuerza en la flaqueza y bravura en el pavor, de manera que con los mismos escombros de tu derrota te construye posibilidades de encontrar sentido.

Te devuelve los argumentos para vivir.


.

10 de marzo de 2013

MIS TRIUNFOS.


Un libro amado me dice que no recuerda qué clásico le dijo que el amor sonríe a los que triunfan.

Sin querer entrar en discusión con los libros que amo, y mucho menos con los clásicos desconocidos, yo digo que amar no depende de las sonrisas. Que amar no depende de triunfar.

Más bien afirmo que amar es el triunfo. Y que sonreír es una forma, gratuita y elemental, de amar sin quedarse a valorar lo que se ganó o perdió.

El amor y las sonrisas son incapaces de pensar en el porvenir. Viven en el momento presente. Si se prolongan, lo eternizan.

No voy a negar que sonreí con un extra de motivación cuando el amor me ha mirado, benévolo, en su momento. Pero no se sonríe o se ama por lo que se espere a cambio. Sonreír y amar son actos gratuitos y espontáneos. Si estás contando lo que das y lo que esperas, ni estás sonriendo ni estás amando.

Por tanto, ¿a qué relacionar el triunfo con el amor, con la sonrisa, si una sonrisa sincera, si un amor redondo ya son, en sí mismos, un triunfo?

Esto lo digo yo, que me siento un clásico más de estos tiempos de cobardía y desmesura, por amar como amo y decir lo que digo sin perder la sonrisa.

Lo digo yo, que amo en seco y sonrío en ayunas.


.

8 de marzo de 2013

LO DI Y LO RECIBÍ


sin que lo necesitásemos.

Lo di y lo recibí
sin que supiésemos de dónde vino.

Lo di, lo recibí
inventado, interpretado, tergiversado,
manipulado, edulcorado y enrarecido.

Lo di, lo recibí
con lo que tenía, con lo que creó.

Y sirvió.

A Ella y a mí
cuando éramos dos.

Sirvió a todos y a mí,
cuando éramos más.

Sirvió para el momento y
sirvió para hoy, pues
era algo indefinible, algo
inabarcable que nos dijo
que Ella lo valía,
como yo,
más o menos,
supongo.

Sirvió y nos hizo.

No sé si más, si mejores,
y aunque
no hubiera venido para servir,
el amor sirvió.

Y nos hizo.


.


NO HAY QUE PROFUNDIZAR



para ser feliz.


 .

7 de marzo de 2013

LAS COSAS QUE NO IMPORTAN


En la vida, para las cosas GRANDES, las que, pensadas, habladas o escritas en un papel, casi todos estaríamos de acuerdo en que son IMPORTANTES, en el momento preciso en que convivimos con ellas, raramente tenemos perspectiva para valorarlas justamente, para afrontarlas con provecho y eficacia. Cuando obtenemos esa perspectiva necesaria, o es demasiado lejos o es demasiado tarde.

Por eso, es mejor atender a los pequeños detalles cotidianos, que son los que podemos ver y valorar en el momento. Alentados por nuestra atención o no, guiados por nuestra decisión o no, esos detalles sin importancia son los que construyen nuestro día a día.


.

COMPAÑÍAS


Las dichas y los dolores vienen de la mano de las compañías que uno tiene. Por eso no está de más el que aguzemos la conciencia en la búsqueda, el abono y la poda de quienes nos acompañan. Hay que poner tino en el encuentro, prudencia en la elección, firmeza en el cuidado y fortaleza en el descarte. No tenemos comida para todas las bocas ni cobijo para todos los caminantes, por eso, afrontando quiénes somos y qué queremos, cada día, tenemos que inventar nuestra fórmula propia para que, mezclando afinidad y complementariedad, sepamos abrir la mano a unos y cerrarla a otros.

Las adhesiones serán eficaces mientras se mantengan vivos los criterios y valores que las alentaron. Si no se pone cuidado en la evolución de esos criterios y valores, esa adhesión (que es también un acuerdo basado en una coyuntura) entra en una dinámica de inercia: un movimiento incontrolado que nos llevará a seguir dando lo que ya no se necesita, y convertirá, a ambos lados del acuerdo, las atenciones en lastres y los regalos en obligaciones.

Por una cuestión de afinidad, de mera eficacia comunicativa, yo antes pensaba sólo en buscar gente que tuviera pájaros en la cabeza. Con el tiempo he llegado a ampliar mi campo perceptivo, pues he recibido verdaderos tesoros vitales de personas que andaban con los pies bien asentados en la tierra.

Aunque no me queda otra que admitir que mi cabeza sigue con ganas de nubes, a día de hoy, a la gente que se me acerca con planes de compañía, les suelo preguntar si sus pájaros, como los míos, resisten la hambruna, las perdigonadas y las heladas del invierno.


.