31 de octubre de 2014

GUAPO Y GUAPO



Para no perder tiempo, voy a empezar con una obviedad y decir que los momentos son únicos e irrepetibles, pero al mismo tiempo tienen una evolución, una proyección, un desarrollo. Ese desarrollo está integrado en una dinámica global que no tiene criterio, y que por tanto no juzga, no elige, y ejerce su acción, expone sus hechos de forma implacable. En definitiva, los momentos son fugaces e insustituibles, pero nunca acaban.

Cuando ganas en algo dices me lo merezco, cuando pierdes algo sientes que el universo está en contra tuya. Es tonta una cosa, y es tonta la otra. Las cosas que dices que te pasan están insertadas en un continuo que te trasciende, un fluir que comenzó mucho antes que tú y que continuará cuando te retires del cauce. Lo que dices que te pasa es un resultado puntual, que tomas al azar, del continuo desarrollo de los acontecimientos. Eres tú el que necesita evaluar el momento, cuando agotas la paciencia. Todo se está moviendo constantemente. Cuando evalúas tu momento, acotas ese movimiento por donde te viene en gana, y te formas una opinión basada en la proyección arbitraria de tu subjetividad. Acabas sintiendo que las cosas que pasan, pasan para ti. Pero el mundo no gira para ti. Desde esa perspectiva forzada desde tu subjetividad, el mundo es tuyo, sí, pero tú sólo eres una parte insustituible, aunque naturalmente prescindible del devenir de todo.

Siempre cometes el error de poner un signo a lo que dices que te pasa. Tus evaluaciones del momento, son resultado de procesos que incluían acontecimientos de signo contrario. Lo que tú llamas tragedia empezó en alguna comedia, e incluso más allá, y la buena suerte cogió fuerza en los tiempos de desgracia. Eres tú el que olvida las raíces puntuales de lo que te pasa, desligando unas cosas de las otras. Eres tú mismo quien elige decir que estás en la cúspide o en el agujero.

No debemos envanecernos con los triunfos, pues hemos olvidado las podredumbres de las que provienen, y no sabemos las miserias que nos traerán. No debemos dejarnos abatir por los reveses de la fortuna, pues los criamos en momentos de éxtasis y alegría que hoy tenemos olvidados, y no sabemos las posibilidades que alumbrarán en nosotros, ni los premios para los que nos están preparando.

Las cosas pasan, pero no están pasando para ti. Eres tú mismo el que las hace tuyas, el que las llama injustas cuando no te vienen bien y merecidas cuando consigues lo que anhelabas.

Piensa que te dan un premio, y la vida sigue. Tú te sientes colmado y en armonía con el Universo pero, ¿has pensado en cuántos no han ganado ese premio? La vida sigue también para ellos. Cuando estás en el centro de tu desgracia, entiendes que cualquiera es más feliz que tú, y ves que el mundo te está dando la espalda, tu chica se va, tu cartera está vacía. Pero la vida sigue. Todo se está recolocando constantemente, sin criterio ni elección, porque en realidad no hay un plan maestro en la vida real, no hay una conspiración del Universo para que triunfes ni para hundirte en la miseria. No hay un plan así para ti ni para nadie. Las cosas pasan sin elegir, y siguen adelante.

En fin, eres tú mismo el que tiene que atender y vivir el momento presente, que es único e irrepetible, y además, estar pendiente de por dónde van a ir los tiros de los tiempos venideros.

Siempre es saludable encontrar el momento de decirte lo bien que estás. Por tu salud y equilibrio emocional, siempre es aconsejable encontrar a tiempo el momento de decir que la cosa está a punto de reventar. Todo se va a seguir moviendo, igualmente, pero tú encuentras un área de descanso en la que atronar el mundo con tus bravatas de triunfador, o con tus lamentos de patético desgraciado.

A todo esto, se me ocurre, cómo no, que tú no me quieres. Vivo el momento presente y me descompongo y ando desintegrado e indeciso, entre la rabia y la pena, claro. Pero respiro un poco, levanto la barbilla, y te miro la nuca, la espalda, el culo, y las piernas, que se van haciendo más y más pequeñas, y me pregunto al mismo tiempo que adónde irás, en qué voy a estar y quiénes hemos empezado a ser.

Me quedo en la absurda y arbitraria sensación de que no todo está perdido.




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30 de octubre de 2014

28 de octubre de 2014

¿ALGUNA VEZ

te has encontrado con alguien
que te ha dicho quien eres
mientras te preguntaba
quién eres?




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24 de octubre de 2014

PROYECCIONES (2)

Desde este tiempo de hoy,
no dejo de
entenderte cerca de mí
en el tiempo de mañana.




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PROYECCIONES

Cuando pase la tormenta,
cuando me extrañen
las tristezas de ahora,
este texto,
con las cosas que está alumbrando,
va a quedar.

Para ti,
para mi.




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UNA DEFINICIÓN MÁS


El Amor
es un libro descuadernado,
con sus páginas por numerar,
escrito con saliva.





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20 de octubre de 2014

SIN PLAN

Miras como los niños antes de entender lo que es la vergüenza.

Miras preguntando en voz alta, porque quieres saber qué es y por qué es así, y es vital y necesario que te lo digan, y tu madre se sonroja, los mayores se sonríen y tú no entiendes nada.

Miras con el vigor de lo puro, sin saber que tu mirada quema.

Miras con el escozor de lo salvaje, sin saber cuánto hieres sin saber.

Miras con la crudeza de quien mira sólo una vez, como quien no entiende el sentido de que las cosas están en el mundo, y todo el mundo se queda tan tranquilo.

Miras con la naturalidad de quien encuentra mirando y medio sabe que, a lo que ves, no hay que añadirle nada más.

Miras sin plan.

Miras sin principios y miras sin fin.

Me he encontrado con tu mirada, la he sostenido un segundo y he sabido que te amo.

Y supongo que con el correr de las emociones, con el intercambio de mensajes, me han podido las ganas de construir nuestro mundo. Las ganas de que tú y yo aprendamos juntos a saber qué hacer.

Y te he dicho, y todo se ha complicado, claro.

Asumo mi parte de culpa en nuestro silencio corriente porque:

Amo como los niños antes de entender lo que es la vergüenza.

Amo preguntando en voz alta, porque quiero saber quién eres y por qué eres así, y es vital y necesario que me lo digas, y mi madre se sonroja, los mayores se sonríen, y yo no entiendo nada.

Amo con el vigor de lo puro, sin saber que mi amor quema.

Amo con el escozor de lo salvaje, sin saber cuánto hiero sin saber.

Amo con la crudeza de quien ama sólo una vez, como quien no entiende el sentido de que tú, mi amada, estás en el mundo, y todo el mundo se queda tan tranquilo.

Amo con la naturalidad de quien encuentra amando y medio sabe que, a lo que amas, no hay que añadirle nada más.

Amo sin plan.

Amo sin principios y amo sin fin.

Mi amor y tu mirada se han puesto a parlotear cada cual de lo suyo, y nosotros nos cansamos y no entendemos nada.

Me pesa en el alma nuestro silencio, aunque no dejo de comprender que a mi amor y a tu mirada les sobran todas las preguntas.


Y se pierden, porque a tu mirada y a mi amor, les pesan, les ensucian todas estas palabras.




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19 de octubre de 2014

ENTRE

tú y yo siento
algo natural
que no hemos
naturalizado.

Como algo normal
que entiendo
que no hemos
normalizado.




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WE HAVE THE RESURRECTION

Todo lo que está pasando en este preciso momento
va a ser el pasado
cuando me quieras.




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13 de octubre de 2014

ME PUDISTE EN EL ALMA,

y me abriste caminos inesperados, encendiendo señales de fulgor arrebatado cuando, sentados en la terraza de aquel restaurante, yo con un tallat, tú con una cerveza sin alcohol, y aunque asumiste, según mi triste y desganada percepción, una postura conscientemente distante, sentada recta, funcionaria, de frente, comedida, con la espalda en el respaldo, como si la conversación fuera con tu camiseta, y más aún, con las piernas cruzadas delante mío, invadiendo levemente mi espacio sin rozarme, como diciendo prohibido tu paso siguiente.

Me pudiste en el alma, conmigo aferrado a una atención contraria, calladamente anhelante, en actitud educada, caballerosa, imaginándote pellizcos, mordiscos, furores y humedades, mirándote quedamente los labios, los rizos dorados que se abandonaban al solecito templado y a las brisas de la rambla, moviendo tontamente la cucharilla, los dos codos en la mesa, los dos pies en el suelo, algo tristemente, con la cara asomada hacia ti, como a punto de darlo todo por perdido, a punto de lanzarse del balcón del cuello y afrontándote en esa frialdad que sacas de vez en cuando, mientras yo, anhelante, repito, me veía tirando al vertedero mis patéticos planes de mantener el tipo y caer, sin remedio, en la desastrosa actitud del devoto eternamente escuchante, comprensivo e incondicional.

Me pudiste en el alma, digo, después de haberte encargado, con ese precioso desparpajo tuyo, de echarme por tierra las esperanzas de unos hilos consistentes que nos mantendrían acordados en el futuro ignoto, con la niña Diana que llevas por dentro divirtiéndose, tirando con sus piernecitas peludas los pobres cuatro palos que yo te había levantado delante, y con los que pretendía erigir un templo tuyo.

Me pudiste en el alma, cuando la niña Venus que escondes sale, según su costumbre, en mi ayuda, intercediendo por los hirientes descaros de tu naturalidad que yo amo, guardándome para el final del derrumbe un “por lo menos hasta ahora”, un “por el momento”, un “y hasta aquí puedo hablar”.

Me pudiste en el alma ya entonces, te cuento, pues, aunque ahora, en la noche, a solas pensándote, no me queda más remedio que estar cayéndome de sueño, mientras algunos libros cerrados descansan en tu sitio de mi cama, hago lo posible por estirar mi vigilia y anotar, antes de enfriarme y olvidarlo, que llenaste de pros mi estrategia de contras, cuando en mitad de tu cotidiano parloteo defensivo, me hiciste un brusco silencio extrañado.

Me pudiste en el alma, amor, porque en ese silencio adelantaste tu cuerpo pequeño, y salvando esas inhumanas distancias entre tu silla y la mía, avanzando, con una claridad eléctrica hacia mi espacio, segura, inerme, invasiva, tu mano breve cogió con delicadeza mi mano derecha, que andaba en ese momento frotándome los ojos, o acogiendo el descanso de la mejilla, no lo sé no me acuerdo, y aunque yo seguía pensando que mi amor sencillo, instantáneo, aún te produce grumos, te hace bolita o te viene de otra talla, me pudiste en el alma, querida, cuando con delicadeza única te llevaste mi mano derecha hasta tu mundo.

Me pudiste en el alma porque pusiste mi palma de cara al cielo, cerca cerca de tu cara, y me tocaste una a una, como besándolas con las yemas de tus dedos, las heridas que me habían dejado las tenazas.

Ya no sé dónde quedan en este cuadro ni tu Venus ni tu Diana, sólo me cayó a plomo, repentino, en la boca del estómago ese depredador empeorarse de mi enfermedad de amor. Y digo y digo que me pudiste en el alma, preciosa insomniadora, porque con todas esas cosas tuyas, a mí no me quedan otras ganas que las de permanecer en vela y expuesto a las corrientes de aire de octubre que hay entre esas puertas que, en callada estrategia, en irracional descuido, me vas dejando abiertas.




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10 de octubre de 2014

NO CAMBIARÉ EL LIBRO POR EL PALO

Se ríen de nosotros, nos mangonean y engañan, construyen en nuestras narices su propia impunidad, nos joden y se limpian en la cortina, nos quitan la cosecha y siembran los campos de sal. Alimentan nuestra desgracia cada día y nos ennegrecen las tripas. Van un paso más allá de lo lógico y admisible y enseñorean su desvergüenza. Se ríen. Se ríen.

Ante esto, muchas veces, muchos hemos pensado que habrá que cambiar algo en esta dinámica que sigue y sigue y no termina y nada cambia.

Yo llego a pensar en que habrá que poner algo que se salga de nuestra propia normalidad, algo artificial que nos sirva para despertar y arremangarnos, algo que incluso nos cueste trabajo hacer, no sólo porque nos haga salir de nuestra zona de confort, sino porque incluso, tendríamos que buscarlas fuera de nuestra naturaleza. Algo hay que hacer. Algo que sirva.

Yo he llegado a pensar que algún día tendremos que cambiar el libro por el palo. Y me he sentido muy triste por ello.

De haberlo llegado a hacer, habrían conseguido cambiarme, alejarme de mi esencia constructiva y creadora, y acercarme al sucio campo semántico de su calaña, de la calaña de ellos, que me niego a definir.

Voy a ser más fuerte que ellos, mientras pueda.

Yo no voy a cambiar el libro por el palo: perdería un tiempo precioso en aprender los rudimentos de la nueva herramienta. Un tiempo en que ellos seguirían riendo con impunidad, mientras la gente nos vamos quedando sin medios ni esperanzas, en una lenta, constante y alevosa agonía.

No voy a cambiar el libro por el palo porque eso es lo que ellos esperan. Y me niego.

Mejor voy a llenar mis libros de palos para ellos. Como vaya sabiendo hacerlo.

Aceptaré cualquier compañía y ayuda en esa fuerza y dirección.

Les voy a dedicar todos los alientos de las cosas que me construyen.

Que se preparen, que los vamos a matar de amor.




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5 de octubre de 2014

EN LA RETINA

Miras al sol con los ojos abiertos,
y se queda en tu retina.

Igual me encierro en casa, solo,
y siempre está Ella.

En todas partes.

No es fácil, pero
tiene la sencillez de las cosas importantes.




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CON TONO CUENTACUENTOS


Discúlpame de entrada por invitarme a pensar en algo que tú entiendes en soledad, pues, sin querer molestarte u ofender con mi espontánea compañía, pienso que un proceso, como cuando tú misma dices “estoy en mi proceso”, eso es una parte de tu naturaleza. Y tu naturaleza no deja de formar parte de la naturaleza de todo. Tu proceso no es una rígida planificación mental, no son pasos a seguir. Tu proceso es el desarrollarse de unas etapas que vas cubriendo no sólo con las cosas que eliges desde tu parte razonable: también salvas tu proceso con acontecimientos externos a tu plan, a tu estrategia, a tu manejo consciente. Un proceso no es una elucubración, pues también está pasando a tu alrededor. Tu proceso no sólo está pasando en tu cuerpo o en tu mente. También está pasando en el cuerpo y en la mente de la Naturaleza. Y es que ¿cómo podríamos vernos separados de algo de lo que formamos parte? No podemos, pienso. Así, todo lo que te está pasando por dentro también está pasando por fuera. Y esas cosas que pasan se influyen y se dan aliento, sin que tú lo sepas. Tu proceso es nuestro proceso. Tu proceso es mi proceso. Y sabe que, antes de saber nada, te me has dejado ver un poco, y lo que yo podía estar viendo como “mi proceso” ha dado un vuelco.

Sólo con tu presencia mi vida ha cambiado. Sólo con tu presencia encuentro en mi estómago nebulosas, espirales de bondad y agradecimiento. Galaxias de amor que se forman en mis entrañas, con tu sola presencia. Y ese arrebato lo noto en mí, pero eres tú quien me lo ha dado. Y con ese amor, ¿qué he de hacer, sino dártelo, para que todo lo que tengo por agradecer acabe cuajando en el mundo? Y esto es lo que pasa a formar parte de mi proceso: que mi proceso es el tuyo y el de quienes nos rodean. Y como yo quiero hechos buenos para mi proceso, como sé que TODO está en el mismo proceso, por esa ley que dices de los espejos, yo digo que a mi proceso le faltaba amor, y ahora te he encontrado. Ahora no voy a dejar que te me retires, que te acomodes o te duermas o desinfles. Porque eso es decepcionar al mundo. Traicionarlo.

A tu proceso le falta amor. A mi proceso, que se refleja en el tuyo para dar una idea del proceso que sigue el mundo, yo le doy amor. Es el único aliento de mi atrevimiento, la única razón que tengo, el amor. Y como me siento responsable de las nebulosas y galaxias de mi estómago, ahí llevas mi amor, disculpa si entra sin llamar, con zapatos embarrados, en tu proceso.

No juegues en solitario, te engañas, te encierras, sin motivo. Te segregas, inocentemente, dándole la espalda a la Naturaleza. Tu proceso es el suyo. Tu proceso es el mío. Y no niegues la bondad ni el agradecimiento. Los recibes porque los has hecho. Los recibes porque los has dado. Deben seguir circulando.

Si piensas que estoy equivocado, yo te voy a dar amor. Si no es el momento correcto, te voy a dar amor. Si no era tu idea, te doy amor. Si quieres preguntas, toma amor. Si esperas respuestas, amor. Es amor y es ahora. Cuando el mundo está fértil, cuando el mundo tiene ganas de celebrarse, nos da y nos pide amor. Y no podemos fallarle, pues nos estaríamos fallando a nosotros mismos. Y ya está bien de dolores y abismos. Descansa. Ya está bien de silenciosas poesías. Escúchame y escucha a tu momento de ahora. La vida es una y es ahora. Y ahora, con todo el presente pasando ante nuestros ojos, ahora no hace más que pasar amor. Y si te resulta extraño, es amor. Si no estabas preparada, es amor. Si lo valoras en silencio para celebrarlo en voz alta, es amor. Y el mundo crece, y el alma se nos ensancha. Te lo he dicho en cuanto lo he sabido, escrito como estaba en el centro de mis galaxias, y no es importante que mires para otro lado. El amor es amor frente a frente, el amor es amor cuando está de espaldas, de perfil y de tres cuartos. El amor es amor cuando se te desnuda, delante de la gente. El amor es amor cuando se te esconde, travieso.

El amor está escrito aquí. Está escrito en ti y en mi. El amor está en la naturaleza que nos contiene, y en los márgenes, y en las luces y en las sombras, y más allá de las fronteras que le inventemos.

Ei, ven, amor.

¿Me ves? ¿Me escuchas?

Estoy aquí.


En tu naturaleza.




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RUNRÚN


Culpa mía, pues
aunque ya me sentía colmado en tu sola compañía, supongo
que pondría ansiedad en mis besos, o
acaso me arrebataría en el éxtasis de nuestro abrazo,
que a tu piel desnuda,
con su callada respiración, mientras dormías,
le vino un sobresalto.

Culpa tuya, digo yo,
por echarte a dormir, tan tranquila,
con un desconocido como yo,
que te requiere, despierto ahí,
a dos palmos.

Culpa mía, debo admitir,
que tras el susto
ya no pude dejar de pensar con ternura
en lo pequeñito
que tienes el corazón.

Culpa mía por lanzarme
a fantasear no sólo con que acabarás
deseando dormir la noche de cada día
abrigada en los huecos de mis abrazos, no,
culpa mía por imaginar,
culpa mía por construir, por proyectar
noches interminables durmiendo
pegado a tus labios, respirando
aires de perromuerto, besándote
ese veneno que sabes
poner en los párpados.

Culpa tuya no sólo por existir:
culpa tuya por mirar de frente, por
tu elegir deslenguado, por decirme
y preguntarme irresponsable,
por querer venir y por expresarlo.

Culpa mía, en fin,
por saber tan instantáneo, de entrada,
que ya te has instalado en mí, amor, y eso,
pequeña presidenta de las corazonadas, pienso
que debemos arreglarlo.

Abrazado a ti,
en esa noche de claridad y desamparo,
sólo encontré misión
en asistir a tu sueño, en aceptar que
ya pueden ponerme barricadas de sirenas,
ya pueden sobrevenirme precipitaciones de hierro,
sin nubes, sin claros,
ya puede subir y bajar la marea a su antojo que,
amiga mía, tendido contigo en el cuarto,
respirando el calor de tu cuerpo, entregándome febril,
al disfrute limpio de tu tacto,
que sepas que,
por culpa mía,
por culpa tuya,
detrás de mis besos sencillos, mientras tú duermes,
yo no hago más que masticar
el runrún
de que te amo.




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3 de octubre de 2014

GAZPACHO LIVIANA

Cada vez que empiezas a reírte y hacer bromas porque, en realidad, no quieres encajar lo maravillosas que te parecen las barbaridades que te digo alrededor de lo que siento, cuando con liviana alevosía te da por ponerte niña niña, cada vez que te hago muestrario de mi arrebatada franqueza, hay siempre un segundo en que nos miramos con una cierta dulce intensidad y sonriendo, a los ojos.

Durante ese segundo interminable y fugaz no dejo de saber que se están moviendo todos tus líquidos y convicciones, como cuando acabamos de sacar la batidora del gazpacho.

Durante ese segundo no hago más que desear cogerte en brazos delante de la gente y llenarte la cara de besos, mientras te doy de mamar de la teta que no tengo.




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