28 de abril de 2020

Día 46 del confinamiento,


PEQUEÑO HILO
Sé que vivo en un tiempo oscuro porque no logro quitarme del corazón la suciedad de pensar que nadie va a querer mis frutos, la sombra de mis hojas, el terreno apretado que mantengo cuajado de insectos, agujerado de madrigueras minúsculas en las que brillan los ojillos de cientos de criaturas miedosas que esperan a la noche para morder y multiplicarse.
Sé que vivo en un tiempo oscuro porque ahora no me sé ver como un refugio valioso, como un hermoso engendro interrumpiendo la línea previsible del horizonte.
En un tiempo oscuro, pero vivo, y no olvido que me gané el sitio mordiendo con rabia este suelo duro, inhóspito, sin que nadie me invitara. No olvido que me abrí paso, sin los ánimos de nadie, a través del corazón de la mierda de un pájaro descuidado que me dejó caer desde el aire. No olvido que me recogió cuando languidecía de sinsentido en el suelo de un lugar remoto e ignorado, que me dedicaba, tan infeliz, a alimentar pobres esperanzas sin convicción en el alma de una fruta que agonizaba después de que la hubiera pisoteado la pezuña de una bestia, porque había quedado olvidada, y sin piedad alejada de todo lo que con esfuerzo sabio, paciente y denodado había conseguido el sueño del sembrador.
Jag.
28_4_2020



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Día 45 del confinamiento,


SINSANGRE
Adaptarte 
no es
acostumbrarte.
Jag.
27_4_2020



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Día 44 del confinamiento,


DIGNOS Y DESEABLES
Hola. Encerrado. Leyendo, escribiendo cuando una palabra me llama o algún pellizco se me retuerce más de lo debido. O mejor. O más raro.
No. No estoy haciendo un diario del confinamiento para publicarlo y dárselo a leer en el futuro a los niños que no tengo. No quiero entrar en esa crónica bochornosa. En el futuro, contaré que la gente se llenó de estúpidas esperanzas, que como no queríamos pensar, nos lanzamos a una especie de melodrama infantil en el que el mundo salía mejorado sin que tuviéramos que hacer nada. Contaré que no esperaba nada de una gente que llama felicidad a la satisfacción, lo más instantánea posible, de sus placeres. Contaré que no tenía esperanzas puestas en gente que llama progreso al dominio del mundo natural para la conquista de su propia comodidad individual. Comodidad confundida con serenidad espiritual. Con satisfacción corporal y salud mental/física. En el futuro contaré que siempre siento que vivo solo porque nadie hace preguntas valientes. Todo el mundo está enfocado en que todo lo incómodo pasará. Lo que molesta y agrede a nuestro plano horizonte. Nadie tiene valor para pensar de verdad en lo bueno ni en lo malo. Confinado, leyendo y escribiendo como siempre. Solo. Encerrado. Y no. No es para entrar en alguna antología curiosa y mediocre We Are The World. Yo no quiero To Be The World. Esto lo hago por poner un subrayado eventual a la única salida que concibo normalmente. Leer. Escribir. Mi lluvia, cataclismo, mi sol, mi pobre mesa coja, paisaje de nieve imaginado, y apagones, incendios, mi mierda, mi tontura. Leer, escribir encerrado palabras que vagan llamando a gente que no se da por enterada. Leer, escribir, porque no soy como ellos, por lo visto. Bolígrafos finos y groseros, y zapatillas, tapones de cera y cuadernos arrugados. Libros. Libros pintorreados que viajan conmigo a todas partes por no ir tan solo, y folios sucios mediacara, porque no soy como ellos. Yo no soy un prometedor oportunista trending topic autotune. Yo estoy pasado de moda a conciencia. Voy a destiempo de nacimiento. No quiero quedar con nadie para no aprender a ser listo como ellos. Leo encerrado, escribo confinado porque vivo confinado de nacimiento. He acabado viniendo a vivir al lugar donde no se debe decir lo guapo y lo distinto que soy cuando tú no estás delante. Un completo remanso de angustia y confort espeso, donde todo el mundo sabe mucho más y mucho mejor que yo, y que nunca tienen preguntas. Por eso, insisto, leo, escribo, para no ser como ellos. Encerrado, como antes. Es sólo una rutina. No quiero volver a jugar a que me encuentro con gente que dirigen todos los temas a la lectura más fácil que tienen de sí mismos, porque así es como intentan evadirse de sí mismos. Así se justifican. Con canciones de la radio. Así se cargan de sentido. Nuevos hijos. Nuevos coches. Más rápido. Siempre jóvenes. No quiero dejar de leer, de escribir encerrado ensordecido, para volver a encontrar lecciones de vida de gente que se está dejando ir sin inquietud hacia la enfermedad y la muerte. Gente que no vive y que tiene miedo a la muerte. Normal, claro. Pero yo aborrezco sus monsergas. Me aburren sus fiestas terriblemente, me la sudan sus bobos acontecimientos. Leer solo es mi vida social. Escribir encerrado es todo el amor verdadero al que aspiro. Alguien apuntará que esto no es humano. Pero que se vaya a tomar por culo con su humanidad. Yo sé que la estoy cagando pero bien. Pero es con los ojos abiertos. Pero bien. Cuando alguna palabra me llama, yo voy, y nos tenemos que encontrar el punto, qué te creías, tenemos que dedicar unos momentos a hablar de cosas intrascendentes, para que el desarrollo de la posible comunión de nuestras naturalezas no se nos llene de estúpida gravedad. Y casi siempre es sencillo, como yo quería, aunque a veces no veas los sudores, casi siempre emocionante, complejo y a punto de romperse, como todo lo que importa: yo la miro a los ojos, y yo sé que algo está ardiendo en un remoto mundo que se está formando, ella me pone como muy normal una mano en el hombro y entonces ya está todo hecho, porque no lleva cargadas las tintas y es sin ruido y yo me digo que hace tanto tiempo, y no veas tú cómo follamos. Me bebo su sudor, letra por letra, y nada se me olvida nunca. Y en la parte suave nos ponemos dolor porque nos gusta, y cuando todo está más delicado nos rompemos cosas. Y salimos reforzados. Nos escupimos. Nos insultamos. Ponemos mala cara y arañazos, no vaya a ser que lo que sea que nos estemos queriendo, acabe dándose por sobreentendido. Porque mi palabra y yo follamos porque nos queremos, no te vayas a pensar que es un vicio. Bueno, también nos follamos haciendo tiempo a ver si en algún momento nos amamos, que no todo es siempre tan idílico. También nos sufrimos y soportamos poniendo un poco de desesperada fe ciega, como las personas y las palabras normales, no vayas a creerte. Sin pensar nos metemos de lleno en cosas calientes que no mostramos al mundo a la primera, confiando en que así vamos a acabar ella y yo haciendo nuestra vida, y que en algún punto de ese baile oscuro ella y yo vamos a encontrarnos de verdad en un nivel profundo. Por fe que no sea.
Mientras tanto, aquí al lado, los ruidos de la mediocridad, que no sabe estar sola y se muere de ganas de volver a la calle. Mientras espera que la cosa se arregle, hace tiempo, se entretiene y llena de aplausos su escasa bravura, y extiende un decorado impresionante para disfrazar con brillo y homenaje la muerte de sus sueños. Así que ya ves. No te sigas engañando si en el futuro me ves engordando eventos, intentando escapar sin rumbo conocido por los campos. Yo estaré realmente aquí, encerrado, leyendo, escribiendo en zapatillas. Dando vueltas con palabras que entiendan que ellas y yo hacemos buenas cosas cuando nos sentimos dignos y deseables.
Jag.
26_4_2020



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Día 43 del confinamiento,


En este escrito,
una ventana abierta,
aún a estas horas.
De estas letras, escritas
encerrado,
que salga sol, de mi casa
para la tuya, aún
a estas horas, cuando
se le tercia, al único sol
que hoy me ha dado.
Es hoy el sol que hago,
aún a estas horas,
el único sol que
me ha salido.
Jag.
25_4_2020



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Dia 41 del confinamiento,


ES DE UN MOMENTO FULMINADO
Que observe constante que todo podría ser mejor en mi vida, no es dar la espalda a lo que ya la vida me da, a lo que soy y a lo que mantengo. Que todo lo mío y lo de la gente podría ser peor lo sé yo, y lo saben todos los demás. Y aunque creo que para el circular del planeta es lo mismo el sentarme a glorificar lo que soy, lo que me dan y mantengo que el lanzarme al vivir insatisfecho por todo lo que nunca nos dieron, o nos quitaron, yo debo decir que lo que acabo haciendo cada día no es tan simple como haberlo elegido sin más.
Yo sé que soy un rabo impertinente, sin objetivo decente, que por lanzado, desde el primer minuto se condena al poco mundo y a los alcances a los que le llegue el ardor que se le va apagando. Pero es que el resto de la lagartija engorda, y no se mueve. Yo sé que esto no es la construcción graciosa de un himno, ni tan sólo esbozo para la gente que me sobreviva, una carta bonita, un mensaje reconfortante. La única cuestión que siempre me ha importado, es que yo sé que vine a la vida para mucho más que para dar las gracias por el aire justo para el pecho, por alguna mirada cómplice de vez en cuando, por el cachito de pan y el metro de refugio que mantenga el calor justo de mi aliento. Agradecido por eso ahora y desde siempre, yo he venido a esta vida a ensancharle las costuras a mi espíritu y a mi parecer. He venido a arder, he venido a provocar incendios jugando con lo inconcebible, y hasta el agotarse de mi coyuntura yo sé que voy a intentar el destrozo, y que más allá construiré y exploraré aunque sea desde el sitio, y todo por que yo, con la gente, veamos que lo que heredamos tan sólo es lo normal, y que así, normal, la vida no es.
Yo sé que soy un patético rabo de lagartija que se lanza a los mundos el tiempo que le quede, que está reclamando inocente como suyo el espacio, con todo el calor que pueda encontrarse en la tierra, con todo el aire fresco que consigo pueda llevar. Porque vivir no es nacer y dejarse ir. Es insistir en la pregunta. Y con preguntas persisto, porque yo sé que soy y doy y merezco mucho más y mucho mejor amor que el que da la gente que dice tú ya sabes que yo siempre estaré ahí.
Jag.
23_4_2020



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Dia 42 del confinamiento,


APLAUSOS A LA BRISA DE LA NOCHE
¿Me gusta escribir ésto?
No, especialmente. O mejor, no todavía, mientras no le dé algo de respiro, de espacio para que por sí mismo, aparte de lo que le pongo por escrito, viva.
¿Me gustaría haber leído algo como ésto?
Pues no lo sé, sinceramente.
¿Entonces por qué lo escribo?
Bueno, supongo que no hay que escribir "por algo". Supongo que lo escribo, de entrada, para preguntar por qué lo escribo. O mejor: para preguntar por qué escribo.
Supongo que no todo tiene o merece respuesta. Pero también supongo, una respuesta brota o se improvisa, o se forma, se tiene, y se da, o se paga o se cobra. Pero siempre es dependiente. De quien la espera, de quien la necesita. Y no olvidarlo, una respuesta siempre depende de su pregunta. Lo primero que da un paso aunque nadie lo pida o nadie lo espere, lo primero que se atreve de verdad a desafiar el silencio, a colorear el vacío, es la pregunta, y en tal caso,
¿Me gusta escribir ésto?
¿Me gustaría haber leído algo como ésto?
Pues dos preguntas donde antes no había nada. Qué te parece. Me desafían el silencio y me colorean el vacío. Y aparte de eso, hay que ver qué valientes, empezando sin que nadie les invitara. Hay que ver qué sueltas y honestas y qué curiosas, generosas y ofrecidas, las preguntas. Ya me gustaría a mí andarme en la calle con ese fresco desparpajo.
¿Me gusta escribir ésto? ¿Me gustaría haber leído algo como ésto?
Pues como poco, he escrito dos preguntas: dos cosas valientes. Ahora me siento mejor que antes de escribirlas y haberlas leido. Y eso me está pareciendo bien.
Jag. 
24_4_2020



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Día 40 del confinamiento,


Ni antes ni ahora ni después tengo nada que amar.
Ni antes ni ahora ni después creo en la gestión decidida de la fe que ponga en mis posibilidades.
No tengo amor ni tengo sueños.
Toda la ayuda se resume en cartulinas pegadas en las ventanas de la gente que abruma a los demás con sus gustos musicales. Que todo va a salir bien, dicen.
No va ser tan ingenua ni tan infantil la propuesta de mejora del mundo nuevo.
Ahora mismo no sé cómo se hace para despegarme de esto. Escapar de todo.
Jag.
22_4_2020



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Día 39 del confinamiento,


Propuesta de guión de la secuencia final de una película de Isabel Coixet en el caso de que la productora le exigiera POR CONTRATO que tuviera un final feliz:
Interior. Habitación individual de hospital privado. Noche.
Iluminación de pecera. Tonos graves y fondo de música complicada. Tras los ventanales de cristal, bosque autóctono californiano, tras el bosque, zona residencial que duerme, tras la zona residencial, rumor lejano de la ciudad, atestada de gente normal con una salud envidiable que empieza a retirarse a sus aposentos.
La enferma, de mediana edad, despierta al fin, después de toda la película enfocándola a ella, de plano detalle a plano medio, con su visitante, hombre o mujer (da igual) de mediana edad y profesión liberal, preferentemente familiar directo, que dice, con un volumen de voz inferior al normal:
VISITANTE:
-Ahora lo comprendo todo, Esteisi.
ENFERMA:
(Mirada afirmativa y optimista)
VISITANTE:
(Le toma una mano entre sus manos)
-Tengo que decirte que en realidad FUI YO quien se comió la chocolatina que nos trajo el tío Marcus para acción de gracias en 1957.
La música adopta un sesgo ligeramente esperanzado, mientras abrimos en zoom inverso a plano general. Fundido a negro.
FIN.
Jag.
21_4_2020




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Día 38 del confinamiento,

Bueno, ya sabes, siempre hay un momento en que tienes tiempo libre sin límite, como un chicle gastado que se estira y estira, y todo está en silencio, y por un hueco de la ventana miras el calmo cielo estrellado, y hace un poco de fresco y le atribuyes a cualquier majadería la piel de gallina, y te pones sensible en plan barato y piensas en las cosas de la existencia (aunque no tengas preparación para ello), y abordas el manido tema de lo pequeño que eres ante la inmensidad del universo y el sentido de la vida y toda esa mandanga.
Yo sólo espero que Isabel Coixet llevara un guión bien avanzado antes de que empezara todo esto. Dios, que no se ponga a hacer algo sobre la pandemia en el confinamiento, bueno, a lo que haga le van a dar otro Goya, y con el discurso y los ecos en las redes, van a prorrogar este tema, hasta convertirlo en algo que pase a formar parte de la idioticracia del país, como el Resistiré, el Cuéntame, la Transición ejemplar y del barco de Chanquete no nos moverán. Mierda.
Me pongo a pensar en Isabel Coixet viendo las cosas a través de sus gafas de estar buscando la tierra prometida. Me pongo a pensar que ella se pone a pensar en algo parecido a "Qué bello es vivir" de Frank Capra, qué pasaría en el mundo si yo no estuviera, pero a ella se le ocurre darle su poquito de retorcimiento y piensa, qué pasaría en el mundo si yo me muriera, y le sale "Mi vida sin mí" de Isabel Coixet, que vienen a compartir una base especulativa acerca de la existencia de uno y de una, sólo que la primera peli se ve todas las navidades, y después de verla sales a la calle queriendo a todo cristo, y la segunda pues no es nada recomendable según el momento que estés pasando, me parece, y ni de coña para un domingo por la tarde.
Mi vida sin mí, mi vida sin mí. Joder. Es que esta mujer parece que no sabe bajar a la tienda a por cientocincuenta gramos de jamón de pavo finito, y hacerse un chanwi con ligeresa antes de acostarse.
Jag.
20_4_2020



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POR LA SONRISA


Tengo que cuidar
mi ánimo si quiero
donar mi espíritu
a la ciencia.
Jag.
19_4_2020



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Día 37 del confinamiento,


Parece que quedan algunos días más de estar encerrados.
Ánimo. No caigamos enfermos.
Decid las cosas. Con ruido, si hace falta.
Que no parezca esto
una película de Isabel Coixet.
Jag.
19_4_2020



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Día 36 del confinamiento,


Saberlo sin más. Pensar naturalmente que algo es tan grande, tan bueno, tan profundo y quedarme así sin más. Saber que no es suficiente ni sirve de nada saber, reconocerlo y señalar. Sus ganas, mis ganas de vida, cada una con su acento y su voluntad. Ella con su fuerza para la alegría. Ella generosa. Ella con risa y con profundidad. Saber que tiene tanto por ser tocado, tanto por besar. Saber cuánto nos falta exactamente de ese específico abrazo concreto, y saber que no nos sabe lo mismo cualquiera ninguno más. Saber que todo esto es tan así desde siempre, tan por hacer, tan natural. Saber desde siempre por lo menos que yo no sé por qué no es. Como si la vida sí lo supiera desde siempre y se nos quedara quieta, mirando callada cómo nosotros seguimos sin nosotros, como si hubiera que seguir pidiendo más.
Jag.
18_4_2020



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Día 35 del confinamiento,

Tengo que ponerme YA a meter 
a estos abdominales en cintura.
Jag. 
17_4_2020



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Día 34 del confinamiento,


Los fabricantes de pantalones
están deseando que volvamos
a la normalidad.
Jag.
16_4_2020



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Día 33 del confinamiento,


La verdad me topa todo el tiempo con los pies de la cama.
No es que hoy me sienta regalado de fuerzas para poner palabras de fantasía sobre sus pechos que anhelantes tiemblen por dentro de su fina blusilla. No creo que hoy vaya a poner convicciones en soñar con el olor mojado de la tierra de los pies de los olivos de los campos por donde me gusta perderme solo.
La verdad, mejor que hoy os busquéis a otro. El humor me viene pareciendo escaso para que pueda servirnos a ti, a mi, a otros que nos miran, de ayuda, de escape, placer, solaz, relajo mordaz entretenido.
Es verdad que he oído la llamada y que he de seguirla, pero no podéis pedirme que os sostenga, os mime corresponda, os colme os regale en un día que sabéis tan puto. Dejadme un hueco de nada para que se retiren a morir con dignidad debida mis anhelos derrotados.
Hoy, la verdad, podríais pensar por un momento en qué podéis darme. Dejar por lo menos un tiempo de respeto callado que se va perdiendo en el aire, como el humo que deja la hoguera apagada bajo el día que me llueve.
Jag.
15_4_2020



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Día 32 del confinamiento,


UN TRABAJO ESENCIAL (extracto)
(...) Un poema o un dibujo, no son un pantalón, una baguette o un calentador de agua: cosas que necesita la gente. El mundo colapsa y entonces, un poema o un dibujo para qué. Atreverse con cosas inútiles como deseos e imaginaciones, pensamientos y emociones, atreverse a darles una forma y ver qué puede hacerse con ellos, nos lleva a lugares y a cosas que no estaban en los planes. Nos abre puertas en nosotros mismos a algo que está más allá de que dos y dos son cuatro. De los paisajes asolados, de las ideas que todo lo han perdido, que llevan a construir a las imaginaciones, de ahí salen los mundos nuevos.

Este texto es el extracto del texto introductorio al mosaico "Amora, 2016". Pueden acceder a esa obra, y al texto completo, en el link: 
 

Jag.
14_4_2020



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14 de abril de 2020

CLARINA


Se me acaban de despertar por dentro 
dentelladas de fiera que muere por salir.
Era por mí que te pusiste aquella noche
a contraluz en el Castillo de la Montaña.
Y ya no creo poder volver a vivir
en este mundo, después de saber
que los pájaros se han ido.
Jag.
13_4_2020



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Día 31 del confinamiento,


Imagino que con esto de quedarnos nosotros en casa porque lo dicen los gobiernos, perdemos una oportunidad de quedarnos en casa para nosotros decirles algo a los gobiernos.
Jag.
13_4_2020



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Día 30 del confinamiento,


TOUR
Desde el balcón, sin reproche, en un aliento desesperado, a mi barriga le grito:
-¡Quédate en casa!
Pero una sombra imperceptible y callada, en sus ojos, me dice desiste, no te aferres a lo que ha sido y ya no es ni aquí ni contigo, no pretendas parar ni aún poner freno a lo que de ti me aleja, en la llamada irresistible de mi encuentro con el mundo.
Jag.
12_4_2020



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Hablan de ti,


te tocan y abrazan, y yo
tan solo pensando
en qué tengo
que poner
para que respires.
Jag.
11_4_2020



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Día 29 del confinamiento,


TALLAS
Permítanme expresar la duda de que si tienen en la cabeza, en el corazón, en el tintero, un plan de la talla de "Velocidad de los jardines", o "El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes", o incluso "La hija de Robert Poste", les quede tiempo y/o ingenio para burlarse en un post/hilo de FB de otra gente cualquiera que está escribiendo y compartiendo un diario del confinamiento.
Jag.
11_4_2020



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Día 28 del confinamiento,


Pinto, escribo, y cosas derivadas de ambas, y no busco trabajo de otra cosa, en un país en el que el Ministerio de Cultura es el mismo que el Ministerio de Fútbol.
Asumo que mi vida, por lo que elijo, es deficiente y precaria en todos los sentidos.
Lo que llevo peor es darme cuenta de que cuando empecé a elegir esto, tenía muchísimo mejor humor que el que se me está quedando.
Jag.
10_4_2020



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Día 27 del confinamiento,

¿Para qué viajar a lugares exóticos, para qué salir a conocer otras culturas, si ya sin salir de casa sabemos que hay yonkis de VOX?
Jag.
9_4_2020



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Día 26 del confinamiento,


Me pregunto: las personas que se han forjado a conciencia una imagen de inaccesible inalterabilidad, también una actitud de inalterable inaccesibilidad, y para ello a lo largo de su vida se han ido construyendo una pose y vestuario de gravedad y exquisitez inalcanzables para el resto de la llana y básica humanidad, esa gente que consigue mantenerse callada -qué digo callada: circunspecta- en situaciones de desequilibrio y ansiedad evidentes, y logra asimismo mantener intacta su aura de opaco misterio, procurando a toda costa evitar pronunciarse, airear sus emociones, esa gente silenciosa que se ocupa de aislarse en el profundo centro de su velo neblinoso para mantener viva la confusión entre lo sagrado inviolable y lo tímido insustancial, esa gente, digo, que con la boca cerrada, el gesto adusto, contenido, distante, glacial, no hace más que proclamar a su manera hermética la pertinencia de su visión por sobre la apresurada opinión del resto de la raza humana, que necesita de su propio silencio y del tuyo y del de todo el resto de la gente, y marcar distancias con la totalidad del mundo sensible en pro de la paciente elaboración de un mensaje conciso, lacónico, certero y contenido para donarlo al mundo en aras de la luz que merece, por su mano, un porvenir renovado o al menos esperanzado, esa gente a la que me refiero, ¿cómo se lo estará montando ahora, encerrados en bata de los reyes o en pijama del dunestores, rodeados tan prosaicamente de su gente de cercanía carnal, que se saben de memoria las causas, los contenidos y procesos del insoslayable destino que (los primeros) han elegido y les consume, y sufren a diario las consecuencias de su estúpido rollo posturoso inaguantable de siempre? Ahora que llevan encerrados casi un mes con gente que les conoce de sobra ¿Qué puede hacer esa gente con sus máximas, si cada vez que les ven intentando abrir la boca, lo mismo les sueltan un mochazo?
Jag.
8_4_2020



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7 de abril de 2020

SIMPLE NOMBRE DE LA COSA



Hola. Es nada. Sólo que si de alguna manera elemental sé que es hacia la nada que se hace camino al andar, también supongo que debería saber que es bien improbable interesar a alguien con ruido redactado, en cuya alma ya sé desde su principio que resuena un majestuoso nada que contar. De alguna manera elemental sé también que de no ocuparme en esto, estaría haciendo el tonto en otra cosa, incluso en alguna que fuese dañina para la gente, aunque claro, ya podría ponerme más serio, y esforzarme en, pero bueno qué más da. Así dejo consignado que hago el tonto lo que está y lo que no está escrito. Y por muy tonta que haga la cosa, por lo menos doy de leer.

Estoy pensando también que interesar a alguien es hacerle ver y resonar por dentro que tenemos algo compartido. Y si pongo mi empeño en hacer música de ruido redactado en cuya alma resuena un majestuoso nada que contar, supongo que también estoy en la sintonía de los que están cansados de escuchar para que nunca llegue nada digno de ser escuchado. Supongo que ahora es cuando debería recordar a la gente que hay libros por ejemplo de Roberto Bolaño como a seis euros. Sigue adelante, y ahora me dirijo sólo a ti, y verás que todo esto es hola. Es nada.

La historia, que no va a ningún lado, que no quiere un argumento ni tiene intriga ni dramatismo, es que he ido andando a la ferretería a comprar ángulos de refuerzo, me he traído siete, y por el camino me he cruzado con ella, y nos hemos sonreído y ya está. Me pareció preciosa y no veo en qué alimentaría eso la narración. Tampoco la veo muy predispuesta a entender que vivo tontamente entregado a buscar expresiones y herramientas punzantes contra el aire ignorante-pasivo-opresivo que está respirando con vergonzante normalidad el pueblo. Y ya está. Se me ocurre añadir que vaya sol que está empezando a hacer en febrero.

Me desperté esta mañana pensando que tengo muchas cosas que hacer. Me desperté también recordando, con nebuloso empeño, que he soñado que ese señor que apuesta por la felicidad como paso hacia y como objetivo último del conocimiento, ese señor que en la tele, tan superficial, tan tontamente humano, se demoraba untando sándwiches mientras pensaba para sí, delante de la cámara, vaya grupito de moléculas interesantes se han juntado en este anuncio, como decía el monologuista que también decía que su novia se tiraba pedetes de princesa muerta, ese señor, el primero, en mi sueño, hablaba conmigo de un grupo que yo vi con la mujer que después de un equívoco lamentable se tomó su tiempo para hacerme en su sofá una curva serpentinata con la línea de su cadera para convencerme, creo yo, o por lo menos eso consiguió, convencerme, de que YA, de que SÍ, de que AHORA podríamos aventurarnos a dar el primer paso de intentar llegar a querernos todos los días, y que por eso sería buena idea irnos juntos a ver a ese grupo (y a otros) al festival de música electrónica avanzada que se estaba celebrando ese mismo día en la ciudad en la que vivíamos en 2004.

De verdad que, aunque sin argumento, sin intriga ni dramatismo, también puede uno caerse de boca en la calle de la esperanza y levantarse sabiendo (de alguna manera elemental) que aunque de donde no hay no se puede sacar, donde no hay siempre hay algo. Y de verdad que cuando me crucé con la mujer del encabezamiento, a mí me parecía que me miró con una especie de somnolencia confundida de paz, esa cosa que tiene alguna gente que a mí me llama la atención, y empezó a resultarme de repente tan hermosa, tan crujientita por lo demás, en serio, aunque no la viese capaz de entender si le cuento que vivo entregado obtusamente a inventar preguntas para cuya respuesta no alcanzo. Y esa es una distancia a tener en cuenta entre su sonreír y el mío. Ay.

La historia, que no va a ningún lado, que no quiere un argumento ni tiene intriga ni dramatismo, es que sin saber hilarlo del todo, y ajustado de fuerzas para un lunes como me encontraba, antes de levantarme a empezar a hacer todas las muchas cosas que tengo que hacer, el nebuloso empeño por recordar mi sueño ha desembocado en que yo soy como un árbol (y no busques una explicación de esto, y aunque de donde no hay no se puede sacar, donde no hay siempre hay algo), como un árbol, y se me agarraba la certidumbre de que ella no iba a entender fácilmente que porque cuando he querido no he podido, porque cuando puedo no quiero moverme, he acabado entendiendo que las cosas cambian, o no, en mi contra o a mi favor, cuando y como tienen que cambiar, o no, sin que yo tenga que hacer siquiera por moverme. Que acepto lo que cambia o no, lo que hacia mí se mueve o no, sin alimentar la ilusión de que mi solo movimiento hacia las cosas y las personas que me atraen, mi solo movimiento hacia las cosas y las personas que creo o sé que me necesitan y necesito, mi solo movimiento hacia las cosas y las personas que me llaman, me quieren, me requieren, me insisten, me esperan, porque les importo o porque saben o sienten que me importan, vale, vale, quiero acabar por decir que sospeché que ella no iba a ser capaz de entender con naturalidad, tampoco, y recapitulando, que acepto lo que cambia, o no, sin andar alimentando la ilusión de que mi solo movimiento hacia esas cosas y esas personas cambiaría las cosas (las situaciones y enfoques y circunstancias de las cosas hacia mi) significativamente y a mi favor.

La cosa es que me he encontrado de repente en mitad de la calle con que su mirada y mi mirada se sonríen la una a la otra, casi dándoles las espaldas a nuestras voluntades. Y ya tenía yo más que suficiente con intentar hilar todo eso que tengo tan deshilado como para encontrarme con un hilo más. Su mirada y mi mirada sonriéndose la una a la otra, y en ese repente me ha sobrevenido como desde un mundo lejano el rumor de una especie de paz animal. Y no es tan sencillo como colgarlo todo de la frágil amabilidad de este sol de febrero. Misteriosamente, ser quien soy, sin un mayor esfuerzo, parece que sirve para algo que por el momento no sé delimitar. Me parece que nos ha salido un idéntico saludo ahogado, y me he ido mascando la cosa.

Todo, algunas veces, se enhebra tirando una piedra chica a cualquier parte de un estanque en la completa oscuridad. Nadie puede saber hasta dónde, hasta cuánto va a estar vibrando el agua algún mensaje descuidado en una orilla alejada.

La cosa es que el no acabar de hilar alguna esperanzadora conclusión lógica que hiciera de mi sueño algo con una forma medianamente identificable, me ha hecho decidir en el último momento que dejaría de hacer lo que medio estaba decidiendo que iba a hacer (de entre todo lo que tengo que hacer), y pensando en el árbol, que no se mueve, que acaba consiguiendo lo que quiere y necesita sin moverse, o mejor, que no tiene que moverse, pues tampoco tiene que desear, porque no tampoco tiene la mamífera premura de tener que plantearse que lo que quiere y lo que necesita está lejos y apartado, y hay que pedirlo o irlo a buscar, pensando en el árbol, digo, he decidido hacer algo que me ayudara a seguir despertando de mi sueño, a ver si más despierto podía avanzar por él, y decidí que cambiaría de itinerario, que intentaría, en un camino largo, dejarlo todo dicho en una sola frase, como uno de mis escritores favoritos hace, que lo dice con una sola frase, lo mismo que (dice que) todo puede decirse con una sola frase, aunque nadie logra decir todo con una sola frase. Y me he ido a la ferretería a comprar unos ángulos de refuerzo, me he traído siete, y por el camino me he cruzado con ella, y nos hemos sonreído y ya está, y después me he quedado solo pensando que vaya sol que está empezando a hacer en febrero.

La cosa no va más allá, aunque he entendido ese encontrarnos como una pequeña alegría sin argumento sin intriga ni dramatismo, y se me ha despertado el temor a la afición que le tengo a caerme de boca en la calle de la esperanza y levantarme sabiendo (de alguna manera elemental) que aunque de donde no hay no se puede sacar, donde no hay siempre hay algo. De ahí que le hubiese encontrado en la mirada esa especie de somnolencia confundida de paz, de repente tan hermosa, tan crujientita por lo demás. Y quizá por ese aburrido terror a lo de siempre para lo de nunca, quizá por eso me he ido planteando que hay que ver que vaya sol que está empezando a hacer en febrero, después de cruzarnos y decirnos hola, que es nada.

Durante un rato bueno el sueño se me ha olvidado, pues justo antes de ese buen rato, he estado sabiendo que no recuerdo el nombre de la mujer del encabezamiento, y entre una y otra desmemoria he sabido también que es una batalla perdida intentar dejarlo todo dicho en una sola frase, como uno de mis escritores favoritos hace, que lo dice con una sola frase, lo mismo que (dice que) todo puede decirse con una sola frase, aunque nadie logra decir todo con una sola frase.

Después he pensado en el árbol, he suspirado y me he dicho esto te pasa porque te has puesto a la ilusión por algo. Y me ha dado vergüenza la cosa. Aunque la vergüenza no era el tema de todo esto, ni mucho menos, me parece.

Jag.

4_4_2020


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Día 25 del confinamiento,


Martes, una cosa,
¿estar hasta los cojones
es mantener una vida sexual?
Jag.
7_4_2020



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Día 24 del confinamiento,


Detrás de las puertas de algunas casas hay alguna gente que se quedó a ésto de pedir perdón o se pasaron de frenada. Llegaron mal o llegaron tarde al momento de decir que sí, que es verdad, tenías razón, ahora lo comprendo, perdona, andaba yo perdido, yo estaba equivocada, ahora sé cuánto y por qué es esto lo importante.
Detrás de las puertas más gente de la que tú y tú viendo películas habíais imaginado. Gente que pensó demasiado lo de decir quiero, quiero, quiero, y si quieres nos vamos tú y yo juntos a buscar nuestro lado. Casas en las que uno o más de uno, casi siempre demasiados, tardaban eternidades en aceptar lo que tan tarde comprendieron tan evidente. Uno y más de uno y una y más de una que se quedaron a las orillas de unos amores raros y hermosos y excitantes y nuevos y alejados de los amores que tantas y tantos tan aburridamente les habían explicado.
Ahora mismo, detrás de algunas puertas, arden en el grito o rabian tan callados lo que una o uno de al lado no saben, lo que una o uno detrás de una puerta a lo lejos decían, pidieron, o tan torpemente extraviaron.
Jag. 
6_4_2020



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Día 23 del confinamiento,


Qué, cómo lleváis el día.
Lo digo porque ayer tarde estaban convocados un grupo de oración y un orgasmo universal, de 19 a 21 h.
No me digáis que no habéis notado la mejoría.
Jag. 
5_4_2020



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Día 22 del confinamiento,


Nadie del chat sabe decir
que allá fuera a lo lejos,
está cayendo la tarde.
Jag.
4_4_2020



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Día 21 del confinamiento,


Es viernes torpe y esta vez tampoco vamos a vernos. No pongas ganas en mi atrevimiento naufragado. La próxima vez que me cruce contigo en una calle normal no va a pasar nada. No te hagas un plan por el hecho simple de que un pequeño brote espiral esté rompiendo la piel seminal de tu timidez en algún punto perdido de la zona más oscura y caliente de la boca de tu estómago. Estarás aventurando que yo te buscaba o que por fin o que te esperaría. Pero yo estaré pensando quien mierda va a querer los escritos de seca tristeza anodina de un simple blanco de más de medio siglo sin gracia ni minusvalía. El sonido que hacen caminando el roce de tus medias no cuenta.
Te vas a reír. De mi o conmigo te vas a reír. La mayor cumbre de mi valía fue decirme a mí mismo aguanta, así, como susurrado, y no salir por pies a la primera. Ese es mi mayor gesto, continuar sabiendo que mis armas eran de madera hinchada y desgastada por el vaivén de la marea. Aparte de eso, yo no tengo nada especial que contarte. No he vivido experiencias con drogas raras, ni con chicas populares, ni con coches que se me incendian mientras estúpidamente acelero sin saber de qué coño estoy huyendo aterrorizado. Es improbable que nos gusten canciones parecidas. Tengo un título que ni me luce ni da prestancia. Mi hombro se desmorona si vienes a llorarle. Vocifero sin estilo cuando estoy frustrado, y no transgredo ningún estereotipo de género, así que ya ves qué interesante. Soy un subnormal normal en estos tiempos, y en mis trece sigo pasando desapercibido. Iba a ser el tonto del pueblo, pero al parecer, aquí para eso hace falta ser el hijo de alguien. Ahora estoy en la calle sin más, y dormito sin descansar bajo un falso techo. A pesar de mi queja, soy un mimado de la fortuna, pero no me mires así de significativo. Comprendo que la sorpresa es altamente improbable.
Insulto con ingenio incapaz y choco con las paredes del vulgo. Así que acabo ofendiendo antes o después de haberme dado cuenta. Por dentro, esto me genera un ardor de violencia, pero todo ocurre a destiempo, y ese fuego no me subleva ni me reforma ni me trasciende. Y no me preguntes que para qué todo ese sinvivir.
Es más una blanda rabia inconsistente. Un frustrado pataleo porque no vamos a hacer performances, seguramente. Si ahora mismo te abriera mis brazos asistirías al espectáculo lamentable de que mi más bello deseo pierde elementalidad y colágeno. Tendrías grietas en las carnes como gesto de bienvenida, por las que se me derrama la luz.
A veces si te vi no me importa, a veces ni me va ni me explico, ni me acuerdo, ni hago ni desdigo lo que las embrutecidas causalidades cósmicas se hayan montado para que tú y yo suspiremos y aventuremos y hagamos arder y mandar a pique algo juntos. Tan solo me quedo mordiendo una cierta rabia privada de dejarte perdida de besos en tu cueva de la virgen del desamparo. El sabor amargo en la cabeza que te enloquece. El ácido en los bordes exteriores del manto sobre tus hombros palpitando. La dulzura a los pies de la puerta por donde se nace. El umami en el vientre. El salado sabor en las paredes anegadas de la entrada a tu corazón.
Jag. 
3_4_2020



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Día 20 del confinamiento,


Dos cosas en una y más.
1_ Eso que te dicen y demuestran que no vemos el mundo como es, sino como somos nosotros mismos. Creemos que tenemos un papel concreto, pero ese papel es tan multiforme como la variedad de gente que lo experimenta. No quiero ser como quien defiende a su dios conduciendo un bulldozer, que avanza aplastando a quienes se le interponen en su visión de cómo debería ser su mundo. No quiero avanzar falsamente, atravesando a la gente, pensando que me gano mi respeto despertando miedo o admiración, cuando en realidad todo es un apartarse por pena, por vergüenza, por no querer bailar al son patético de la ira y la sinrazón.
2_ El amor viene escrito en los hechos y nada más. Las palabras de antes y de después nunca sirven para nada. Sólo las madres llevan el amor escrito en la sangre. Incondicional e imperecedero. Algo que las trasciende como personas por la conservación de la especie. Por eso aguantan y dan todo.
Saliendo de esa esfera, el amor es un trabajo diario y es voluntad pura. Te aman por lo que haces y por quien eres, todo junto.
Si no sabes hacerlo, lo que das no es amor, y tienes que aprender, pues mientras no lo consigas, lo que te dan no es amor. Si en quien eres falta algo, el amor alarma y provee, y él mismo es el objetivo. Pero tú estás a los mandos.
El amor nos llena y nos contiene, pero es condicional. Hay que saber darlo y saber pedirlo, porque hay que merecerlo.
Por suerte y por desgracia y viceversa, esta indagación no es para siempre. Eres un ente natural, eres espíritu y carne nacida que puja con ganas hacia una cresta de máxima tensión y vitalidad. Le sigue una morbidez que tiende a una maduración que desmaya y se deja caer al abatimiento. Todo va bajando de pulso hasta la aceptación, que en la llanura forma un limo fértil e indiferenciado. Tú sabes en qué punto te hallas en cada momento, y qué necesitas irte preguntando.
Jag. 
2_4_2020



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Día 19 del confinamiento,


Miércoles, el sol va y viene, aunque para qué, aquí encerrados. Cunde la apatía, el desánimo.
Pero arriba los corazones: pensad que la casa de Marie Kondo también estará hecha una zorrera.
Jag.
1_4_2020



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