16 de enero de 2020

PUGNA


Sé que se ve más el arañazo que seca y la cicatriz que aún recuerda la mordedura. Se ve más el bulto la montaña pequeña que dejó el golpe.
Sé que todo eso encoge la nariz y te descubre por arriba las encías.
En los días buenos, pienso que te equivocas, tiernamente, si ves en mí tan sólo una extensión de piel inútil arrugada que hace bolita, que no me sabes ver si tan simplemente te entregas a la ira, al primario defenderte de lo feo, de lo imperfecto desperfecto y abollado.
En los días malos te comprendo igual, que nada obliga en este mundo a nadie a aceptar de cerca ni de lejos un mínimo sufrimiento. En los días malos, además sospecho que te necesito, y en lo hondo balbuceo cuánto bien haría por una vida justa una caricia tuya.
Goteo y babeo fantaseo con que vas a ser tan tierna y exigente, acertada y atrevida como para romper el sucio barniz que en mi corazón han puesto todos esos viejos golpes. Que vas a poner tu parte en que la Naturaleza avance y ver, con una claridad que te sorprende que nadie entienda, que debajo de todo lo maltratado hay un sencillo amor pujante, que pelea con verbo correoso entrecortado, por inventar el aliento de una vida posible. Que debajo del gruñido sólo hay un miedo desesperado por partir, y en el trozo de cuerda mordisqueada que aún cuelga de mi cuello sólo quedan la débil dignidad, la nobleza golpeada que pugna por encontrar de una vez el hogar.
Jag.
16_1_2020




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14 de enero de 2020

LINK MANZANA


No te conozco y qué podría decirte y qué ibas tú a hacer conmigo. Pero te pensé y apareciste, el rostro iluminado. Me saludaste sonriendo con la mano desde la otra acera y moviste sin saberlo todo el frío de la calle. Yo me digo está en mi cabeza. Yo me digo si no está en mi corazón y al final reincidir en la pregunta de si todo esto no es seguirte el baile de la respiración de las piernas. Algo tuyo y mío se pertenecen.
No te conozco y me ha cambiado el día, nuevamente. Aprieto el paso hacia ninguna parte, juego con piedrecitas que tengo encontradas en los bolsillos, y se me figura que me alcanzarás desde atrás en la calle, me tomarás del brazo y seguiremos al paso sin tener que decirnos ninguna palabra importante. Que vamos a acabar entendiendo callados la complicación de cada uno, y sabremos sin decirlo que algo nuestro ya llevaba un tiempo besándose.
Todo esto parece complejo de formular. Todo va a resultar raro contándolo. Aunque los nudillos de tu mano pequeña encajan perfectos en mi palma entreabierta, que mira al cielo sobre mi muslo, estirando los músculos del antebrazo, agotado de horas de voraz deseo pensándote, mientras manejaba bolígrafos tenazas.
Jag.
11_1_2020



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FRÍO

Me mira y me descompongo.

Jag.
10_1_2020


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CIUDADANO


Escribir, por intentar hasta el extremo acercarme al mejor que yo pudiera ser, encontrar el tono el acento, el color la cadencia, temperatura y medida de la más profunda carta de amor por la gente, por la vida y decir, lo más certero y adecuado, que no me adapto, que para este remedo de querernos, mejor una debacle. Y no esperarla, ni abobado ni sumiso, sino lanzarme a darle su cuerpo y su alma a mi modo. Mantener ocupadas las manos, la conversa elegante y educada con este mundo imbécil, mientras me voy cayendo de boca.
Jag.
6_1_20



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VASIJAS


Sigo vivo sólo
por ese vacío
que nunca se llena.
Por esa canción
que callado
compongo
de vasijas
del innombrable
al imposible.
Y también está
ese olor tuyo
que me entorpece
y derrota de ruido.
Jag.
2_1_20



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LA UVA

Este año, he quedado
con Marie Kondo
para comernos la uva.
Flz ño 20
Jag.
1_1_20



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NADA PUEDE PARARME


En la puerta de mi cabeza tengo amarrada una cabra, muerde a todo lo que se acerca, y ha roído la guita, pero no se va la hijaputa. Todo esto viene a decir que ni aunque quiera estoy para nadie. Se me ha pasado el momento de esperar que nada de esto tenga sentido. Al pasar la puerta de mi cabeza te encuentras sin rellano unas escaleras oscuras que bajan. Y tú dices que eso es mucho bajar sin saber hasta dónde. Y yo digo: como yo quería.
En la puerta de mi corazón tengo amarrado un perro rabioso. Punto uno, no es porque yo quiera, punto dos, no es porque me lo haya encontrado y le esté dando el cariño. Es un perro que no duerme, que asusta a quienes pasáis cerca, aunque nunca os haya hecho nada. Lo peor es que muerde hacia dentro, y cuando veo una cara preciosa como la tuya, tu mirada anhelante, con las manos calientes y las piernas acogedoras, yo me monto ilusiones de componer abrazos verdaderos como la rotundidad de una clara mañana. Y no. El perro me guarda y me muerde y me recuerda las tantas veces que me dejaban solo al tiempo que me atosigaban de compañía. Y entonces me vuelvo y me digo otra vez que ni aunque quiera yo estoy para nadie. Y cierro la puerta de mi corazón y empiezo a subir las escaleras oscuras hasta que se me asfixia tu recuerdo. Yo digo que son muchos escalones para subir sin saber hasta dónde, sobre todo subiendo solo. Pero es como yo quería.
En la puerta de mi piel, ya no sé lo que tengo amarrado. Tanto frío que encontré siempre fuera, y ese calor de asfixia que me hace por dentro me da para pensar que no puedo evitar verme como la antesala de carne con espíritu de un mundo roto. Razón te sobra para que no quieras venir, me digo. Y me duelo de eso y todo espina, y yo sé que en momentos contados yo me he asomado y la vida era una alegría simple. Pero ahora me duelo y se me ha pasado el tiempo de que por convivir yo me pusiera a disimularlo. De todos modos tú también sabes cuántas bobadas hay que hacer para entretener la amargura de vivir, para colorear de alguna manera que ese trajín entre lo que nace y lo que crece y merma y muere es gris.
La estúpida alegría de la gente por ocultarse eso, yo no la trago. Por eso siempre en compañía parece que he salido de mí. La noche ruge desde dentro y la luna pálida enfría mis huellas en la senda lechosa. Voy determinado tan así de lejos. Y nada puede pararme.
Jag.
30_12_19



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UN SOLO SIN TILDE


Es ahora, que veo cómo por el sumidero se me escapan las ganas, los convencimientos por saber que tengo un lugar o al menos un resuello en el corazón de alguien.
Es ahora, que asisto casi indiferente al languidecer de mi aliento para creer en que algún día alguien va a volverme a decir creo en ti, al mismo tiempo que yo siento que creo en mí, en ella, también.
Es ahora, que no encuentro ni en soledad ni en juntera esa luz germinal de sentir y decir amor por alguien, esto es, sentir que amo pues encuentro en mí algo valioso para dar.
Es ahora, que pierdo de los labios la cancioncilla que yo llevaba, lo que doy es lo mismo que me dan, sin tacha ni mancha, sin cuenta, sin premura, silbo, canto que tú y yo nos vamos a amar. Ahora.
Es ahora, que no encuentro los latidos ni las aguas, ahora que no tengo la sangre ni los aires debidos, cuando me encuentro tan desnudo y desvalido de excusas para dejar de encerrarme a escribir lo que me dé la tentativa.
Dando ya por sabidas las palabras que me cansé de morderme por dentro, los óxidos de los goznes de las puertas de la piel de la cabeza de mi corazón, es ahora, que entenderás que me quedé sin tema, cuando entiendo perfecto el momento para alejarme de cuanto intento de amor que me distraiga, y no perderme y centrarme en decir la palabra el aliento exacto.
Encerrarme y centrarme en algo que a nadie le interese.
Poner el alma en eso, en sentirlo y en decirlo, alejándome de todo el absurdo ruido que pone con torpeza todo su corazón equivocado en sostenerme. Alejarme de los amigos, de los aspirantes a la bondad, a la camaradería asfixiante, alejarme de los curiosos que por aquí y por acá pasan y trastean y preguntan y se interesan por benevolencia, por ambición, por hastío condescendiente. Alejarme y acabar tranquilo y encerrado en un silencio mío de hierro oscuro, y que sólo para mi texto sea mi soplo de luz.
Dedicarme a cosas en las que nadie quiera meter mano, por ejemplo hablar en profundidad y extensión del ardor, del picor, del olor del sudor de amorosa humedad temperatura del rozamiento de las ingles con la bolsa de los huevos cuando maldices andando todo lo largo del día encajado en un pantalón medianamente ajustado, en el punto uno, caminata abrigado abandonado a la crudeza del invierno inclemente, punto siguiente, libertad asfixiante del sureño verano. Escudriñarme y encontrarme en mi fase visual: pálido, claro y translúcido; mi fase olfativa: olor fino y muy aromático, fresco, a flores; fase gustativa: ligeramente dulce con final seco, muy afrutado, muy suave, caracterizado por mi complejidad. Persistencia y paladar agradable. Suave y largo post-gusto. Buena acidez. Ideal para marisco, pescados… Y como aperitivo, en cualquier momento y a cualquier hora, querida.
Saber todo y más de mi nimiedad y podredumbre.
Quedarme solo del todo en eso, como cuando montas un curso y no se apunta nadie porque no interesas.
Dedicarme a saber en profundidad y extensión de algo anodino, patético e inefable, algo despreciable, ofensivo y humillante.
Que si alguien a escondidas insistiera en acercarse y se atreviera a mirarme por el ojo de la cerradura a ver a qué coño estoy dedicando las fuerzas por los saberes, se fuera rebotado anonadado arrepentido para la casa que le dieron sus suegros, con el ojo conjuntivado llorándole de pena, de asombro avergonzado porque ay que ver cómo se acabado perdiendo pasiempre este hombre por diosanto.
Centrarme en algo tan nimio y vergonzante que no se atreviera a compartirlo con su cónyuge ni con su gente de pádel, ni con el grupo de guasa de madres del colegio de la guarde de memes de catalanes de bicicletas de chistes de tías encueras.
Encerrarme en algo que nadie estime, para iluminarlo sin expectativa, sin plazo ni negociación.
Encerrarme para encontrar de mí lo que nunca se cuenta, lo que nadie escucha cada vez que vas al mundo con tu pregunta y con tu respuesta.
Encerrarme para alumbrar lo más mío, que es lo mismo que todo el mundo ignora de sí y esconde.
Encerrarme, encerrarme sin más, tan lejos, tan profundo, porque es ahí, sin mapa y sin adorno, donde está tan desnudo, tan puro y desvalido lo mío, que es igual que lo de todos.
Alejarme y encerrarme en lo más profundo. Porque es ahí donde tengo que encontrarles.
Jag.
28_12_19



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CONDENADO


Me digo esta mañana aprovecha el día y tente paciencia y no pienses bajo ningún concepto en cuestiones del campo de lo monetario la autoconfianza ni en el debe el haber del amor mayúsculo inaprensible desconocido que tienes para dar y que te deben, y haz algo por leer y por escribir. Y me digo está bien. Es una mañana preciosa para avanzar más de la mitad del libro de H. Miller que me compré hace mil. Aunque he echado una vista a traición al montón de leídos por repasar y he cogido El Arte de la Ficción de J. Salter para releer las páginas señaladas. Creo que es una manera de postergar la lectura que tengo entre manos y aplazar lo que me martillea y no acabo de empezar a escribir. Así que me he ido rezando que no haya alguna función de Navidad en el salón de actos malversado sin insonorizar del edificio de la Biblioteca Municipal de mi pueblo y al llegar allí felizmente he podido ponerme a ello. Comprendí qué me llamó de los párrafos que subrayé, qué me pidió intentar releerlos conservarlos. Incluso señalé alguno nuevo. Le hice en el margen un ojo que me recordó a los de los cristos de Rouault y a los de las mujeres de Van Dongen. Y me digo, tío, me está faltando gol, tío, tengo de dibujar más. Y también me dije pues bueno, ya la hemos hecho.
Jag.
23_12_19



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SABER

Mucha gente
que trato,
quiere saber
sólo de lo que quiere.
Y eso no es saber.
Jag.
26_12_19



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NET FRONT

Básicamente hay dos mundos enfrentados.
A uno de ellos, dado el caso, hay que escribirle "ironía modo ON" en alguna parte de la frase.
Jag.
21_12_19



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