25 de noviembre de 2019

EL MONTE


Confieso que el año pasado, después de ver los resultados de las Municipales y Autonómicas en mi pueblo, se me quitaron las ganas de salir a tomar una cerveza.
Confieso que proyecté ese escrutinio sobre la gente que me rodeaba, y pensé que, si pensaba en unas diez personas, se cumplirían los porcentajes de las Elecciones: el mismo porcentaje de gente que no se preocupó de ir a votar, y los que votaron cada cual a quien votó.
Dejé de tener ganas de salir a tomar una cerveza, porque tanto en aquellas elecciones, como en las Generales de Abril, y en éstas de hoy, me sobrevenía una pregunta siniestra y demoledora: ¿Realmente, éstas son las ideas que maneja la gente con la que convivo? O más claramente, ¿qué vota la gente que cada dos o tres meses me saluda con afecto, y me dice "tío, que no hay quien te vea"?
Confieso que no soy capaz de obviar esas estadísticas cuando salgo a tomar una/s cerveza/s. Confieso que no soy capaz de mirar tan tranquilo a una mujer desconocida, sin dejar de temer que piense que la gente que viene sin papeles a trabajar diez horas diarias en los invernaderos, viene a quitarnos el trabajo y a robarnos una paga. Confieso que temo esa ignorancia cerril. O esa felicidad imbécil de no saber ver que los palos que dan a los catalanes, son los palos que dan a quien piense distinto de la opinión establecida. Y que debían de dolernos a más de uno, no sólo a los catalanes.
Confieso que no me despego de estos negros pensamientos, y que creo que he perdido cierta gracia natural que yo tenía. Que no me relajo, con estos pensamientos, y que no hago más que ponerme zancadillas para eso del amar/ser amado. Pero qué quieres que te diga.
En realidad me siento un cobarde mentiroso, porque me estoy mordiendo por dentro que vivo en un país de mierda, y que a un generoso porcentaje de gente que me saluda después de unos meses sin verme, según los escrutinios, debería decirles: no quiero tomarme esta cerveza contigo, no quiero que nos besemos ni abracemos, no quiero que me des trabajo, no quiero que me compres nada de lo que hago, no quiero que leas mis textos, no quiero que digas que me echas de menos, no quiero que me tengas en Facebook porque, en realidad, no somos amigos.


Jag.
11_11_19


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