7 de agosto de 2014

SUMA



Eres la suma de lo que intentas, de cualidades que te nacen por dentro y de vicios que se te pegan, por descuido, o con gusto. Eres la suma de tus anhelos, ¡ay!, y también de tus tonturas y arranques de genio. Eres la suma de lo imprescindible con lo indeseable. La de lo que persigues, en tu ceguera, y lo que acabas aceptando, a regañadientes. Eres la suma de un constante avance/retroceso. La suma de tus apuestas y la suma de tus arrepentimientos. La de lo que te han regalado y la de lo que peleas con denuedo. La suma de lo que te encontraste con sorpresa, y la suma de sorpresas parecidas que algo, de vital importancia, te jodieron. Lo que ocultas, lo que finges, lo que enseñas, suma a lo que construyes con runa o con pellejo sutil, con grandes esperanzas y profundos alientos, en fin, eres la acumulación de tantas nadas que acaban sumando algo, a la gente, al vacío, al ruido de cocina que al tiempo nos hunde y nos lleva en volandas, la suma de tanto todo para, después del estrépito, acabar en nada, que qué quieres que te diga, yo no firmaría en ningún lado que lo que eres viene cabalgando una aritmética domada.

Eres la suma de tanta vanidad que promete, la suma de tanto himno que desfallece, de tanta pobre miseria que se reivindica con golpes de patética honestidad, la suma de tanto gesto heroico que en la taza se remolonea, la suma de tanto andar elegante, de tanto cojear, mirada al frente, de tanto caer y levantarte, la suma de tanto avanzar abandonándote, que a ver quién es el guapo que dice que son sólo tuyas las mellas de tu belleza resplandeciente.

Desiste. Evita enumerar los despropósitos que orlan tu entusiasmo. Sostén flojamente tu plan, y cuídate de bajar al valle con falsas tonadillas en los labios, cuídate de subir montañitas en falsa camaradería, para acabar enarbolando las banderas de los otros. Déjalos en sus desdibujados intereses, y echa cuenta de la compañía, de lo que te está costando. Bájate del nervio, aléjate del azogue y ponte a cubierto de reuniones de tontos que corean consignas, que se jactan de amenazas asumidas en su lenguaje ordinario. Deja que agiten sus argumentos efervescentes en filas de colores, mientras las familias de los listos, desde sus balcones, les jalean con razones difusas dibujadas en la sangre.

No sé si hay un color que nos define, pues todo se mueve. No sé si hay un lugar que nos corresponde. Porque ¿Quién eres? ¿Qué eres? Evita tomar posiciones, encariñarte. Si quieres buscar tu sitio, ve con cuidado de no ensuciar mirando. Sé paciente, honesto, flexible y desvergonzado, pues tienes que encontrar, fuera de la lengua que adocena, cosas desconocidas para expresarlo. Lo que eres está tan cerca, y al tiempo es tan extraño, que si no quieres desgajarte de la decencia, si aún temes acabar entregándote a lo impío, cuando alguien te pregunte por la calle, quién eres, cuando te lo preguntes a ti mismo en la casa, quién soy, intenta, por tu vida, aplazar para siempre la respuesta. Pues sabe que serás más, sabe que serás menos de lo que resulta de la cuenta de tu suma. Aguanta, sin responder, el brío del corazón, refrena la mente imberbe que trota, el estómago valiente, la piel desengañada. Aguanta la respuesta de lo que eres, pues lo que eres se construye con preguntas que se suman a la infinita enciclopedia de lo inexplicado.

Responder es claudicar. Conformarte a lo que llevas acumulado.

Deja convenientemente abierta tu suma, pues observa que no han cesado de añadirse decimales desde antes de que tu polvo concretase. Deja abierto lo que eres, pues van a seguir llegando facturas atrasadas, mientras los bichos celebran con pedos alegres las buenas digestiones de lo tuyo, especulando entre eructos, acerca de lo que eres. Y todo sonará igual de claro, guste a quien guste, pese a quien pese, bajo una losa limpita o en un descampado cualquiera.

Barcelona 6_8_2014



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