28 de octubre de 2020

HE SOÑADO QUE TÚ Y YO ÍBAMOS EN MOTO


Que íbamos en moto porque dos ruedas tienen menos peso que cuatro, que nunca se te olvida que todo tiene que tener siempre su equilibrio, que no te falta calor ni vida vibrante en la entrepierna, y lo más importante es que tú venías detrás pegada a mi espalda, abrazada fuerte y yo notando los besitos cuando nos tendemos en una curva, que no llevamos casco ni mierda, que no hay que ocultarle nuestra sonrisa y mordedura a la muerte para un vez que viene, y lo mejor también cuando nos turnamos, que yo también besos en la zona tranquila del rebufo, justo refugiado debajo de tu mata de pelo, que es como una llamarada que arde por todo lo que va quedando atrás quemado y apestoso olvidado para siempre, con las manos de la barriga a las tetas, sonriendo un poco porque ahora es a ti a quien le tocan los mosquitos.
He soñado que tú y yo íbamos en moto más que nada por el gusto de hacernos juntos en un mismo olor mientras cabalgamos el rugido, porque vas dentro en armonía natural con todo el paisaje, que paras en cualquier sitio soltando millones de hormigas cuando pones los pies en el suelo, sin tener que andar buscando aparcamiento.
He soñado que tú y yo íbamos en moto a toda hostia más que nada por esa España en la que tanto énfasis pone tanta gente en los gestos y en la boca, que queríamos andar por el lado de los cabreros mayormente, que esos sí que entienden cómo engordan los lobos cuando todo lo demás empieza a derrumbarse.
He soñado que tú y yo íbamos en moto a toda hostia por España, más o menos con la idea de romperle los huevos a la gente buena, que está hecha de gente dormida, de pobre salvaje, de becerro ignorante orgulloso, de inconsciente afilado que no le importa ni ésto que algunas soplapolleces acaben en violencia, de gordo lugar común indecente establecido injusto adocenado, de frase bien adorno estúpido bien puesto para que todo esté siempre ordenado, ordenado de sumiso y ordenado de equilibrado. Sobre todo también de todo bien puesto de tradicional en condiciones como debe ser como Dios manda de toda la vida, que no le deja sitio a todo lo bien que falta y a todo lo bien como debería ser desde el punto de vista del sentido común que engloba lo mineral, lo animal, lo vegetal y lo humano. Más que nada empezar a pensar más en lo digno que seguir aspirando como mucho a lo decente, que ya está bien.
He soñado que tú y yo íbamos en moto a toda hostia por España, mayormente por todo ese ruido y calor sin texto que tú y yo hacemos siendo una cosa que es del país sin ser algo acostumbrado, que no está disponible para aglomeración y que va a salir movida en la foto. Algo que está quemando en las venas del país, algo que es del país, y que tienes que correr e ir detrás al mismo tiempo, si quieres decir mira, así también es el país.
He soñado que tú y yo íbamos en moto a toda hostia por España y éramos algo como una alegría, como una indigestión, como un mensaje de estertor de un incendio, de fulgor, de vómito, de aullido, de vaciarnos vivos abrazados deshidratados enfermos renovados, mientras todo está creciendo pululando alrededor, con ganas, con ansiedad de saberse vivo.
He soñado que tú y yo íbamos en moto a toda hostia por España, pensándonos y sintiéndonos tú y yo juntos en lo que somos y hacemos, pero también he pensado que al mismo tiempo, por como vamos, yo no te puedo estar mirando a los ojos. Que mirarte a los ojos tiene esa cosa inexplicable con palabras que me da la vida. Y que no hay que perder de vista las cosas inexplicables con palabras cuando estás metido en el tema de toda la vida que queda por hacer. Que si dejas de darle importancia a las cosas que te dan la vida y no pueden explicarse con palabras, pues dime tú qué mierda nos va a diferenciar de los que lo tienen todo injusto indigno destrozado.
Así que sí, aceleramos, nos agarramos, respiramos profundo, pero esto hay que arreglarlo, a ver.
Jag.
18_10_2020


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