31 de diciembre de 2013

NUDOS

Supongo que acabaré aprendiendo a dejar de andar de un lado a otro, como el camarero de un sitio elegante, que te sigue paciente y silencioso, sosteniéndote la copa, mientras deambulando sin prisa, buscas la mesa en que te sentarás. Sencillamente, en la vida llega el día en que el bolígrafo se gasta, y se acabaron los ensayos. Hay que tomar partido aunque no tengas pistas sobre la opción digna.

Me he dado cuenta de que, como si cada uno de nosotros llevara el extremo de un hilo infinito que con sólo vivir se va desmadejando, me doy cuenta, digo, de que con tanto elegir, avanzar, dudar, corregir y desandar, preocupados como estamos todos en mantenernos agarrados cada cual a su hilo propio, no conseguimos más que tener la vida llena de nudos que nos impiden el libre movimiento. A fin de cuentas, unos y otros vamos buscando acomodos, climas más amables, sin dejar de estar pendientes de los movimientos y decisiones de la gente que nos importa. Llegamos a identificar los nudos con la propia relación que los forman, con la persona misma. Le prestamos toda la atención a las condiciones y nos despistamos de lo único que realmente importa. Pero, ¿y si de improviso empiezo a ver que esa atención no nos lleva más que a mierdas insostenibles, a situaciones de pasado melancólico que se remolonea, alimentando al presente en precario, y lanzando semillas de negras sospechas para el futuro? De repente, y pensando en esos nudos que hacemos entre unos y otros, viendo las resultas de tanta contención, honestidad, valentía, respeto, audacia invasiva, viendo que haga lo que haga, en mi caso prevalece la tensión del nudo por encima de todo, viendo que ni llega a compensar lo comido por lo servido, me planto. Ya está. Que las grandes decisiones se tomen solas. Estoy harto de mis tontas estrategias sin futuro, de vivir colgado dibujando expectativas para acabar mascando frustraciones, mientras improviso algo relacionado con sobrevivir, más que con vivir. Basta. Se me acabó esa buena cara.

¿Sabes? Será por el cansancio en la convicción o porque acabo perdiendo, sin remedio, la tensión competitiva, que estoy más bien desmotivado de eso de ir tirando de mi hilo. Me estoy quitando, o algo parecido. Los nudos, así, se me relajan con todo Cristo. Y de pronto hay aire, un espacio en el que caben cosas que ni sospechaba. De pronto ella me mira con un deseo simple y descubro que quiero algo así, hecho de besos sencillos que no quieren servir a las grandes ideas. Supongo que estoy cansado de todos esos nudos que he ido dejando por todas partes en mi vida, en mi tonto deambular en pos de colores dignos para el bordado de mi estúpida bandera del Innombrable. Sólo la poesía merece tanto dolor de cabeza.

Quiero todo el amor ahora mismo, y no dejo de pensar en ella, fíjate.

Los nudos se me relajan milagrosamente bajo un cielo limpio. ¿Y mis grandes enigmas, dónde quedan? Pues ahí mismo están, al lado justo de mis desafíos más nobles, dormitando como paquidermos ociosos, despreocupados e inútiles, que tengo que sortear para continuar mi camino.

No quiero pensar. No quiero sentir. No quiero más que besos que se abandonan a la pura entrega. Besos que sólo se sirvan a sí mismos.



Coín, 31_12_2013


.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias Helena.
      Para mí también ha sido revelador.
      Terapéutico.

      Eliminar
  2. Es tan difícil no sentir...pero resulta un texto terapeutico de verdad...te envío besos ke se sirvan a ellos mismos y a ti tb

    ResponderEliminar