10 de febrero de 2014

LOS OJOS CLAROS

Por la mañana, recién salido a la calle, sólo con respirar y mirar al frente, hace que entre la nariz y los ojos se me formen humedades. Paro en un semáforo y viene un viento frío. La vista me tiembla, como con gafas blandas. Miro a los charcos y el sol de la mañana me da en la cara, como una tímida verdad insultante, que me hace entrecerrar los ojos claros.

Al tiempo que inicio el paso hacia mis quehaceres, me he acordado de ti, de los lindos arabescos que dibujé contigo en la mente, de las danzas que no tendrán lugar en el corazón. Me he acordado de tus ojos claros ensoñando ajenos horizontes, me he acordado de los sabores de tu cuerpo, que dan, bailando, un pasito más lejos. Y entonces sí, se me forma en plena calle una gota que, al borde de las gafas, se me lanza mejilla abajo. Una gota con todas esas aguas mezcladas. La dejo que caiga y aprieto el paso hacia mi vida normal. Me voy por calles estrechas, haciendo escala en fumaderos e iglesias, hacia mi destino borroso. Y que nadie me vea dejando suelta la confusión de mis aguas.


 .

No hay comentarios:

Publicar un comentario